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¿Necesitan los niños consejería bíblica?

La respuesta es sí, sin duda.

Richie era un niño de cinco años. Un día empezó a cortarse con sus tijeras y a clavarse el lápiz. Cuando su profesora le preguntó por qué lo hacía, él mencionó que quería irse como su abuela lo hizo. Su madre también estaba sufriendo y asistía a consejería, pero Richie no. El niño había planeado manejar su bicicleta hacia la esquina de una calle cercana a su escuela, con el fin de que un carro lo atropellara. Desafortunadamente, un día durante una distracción en la escuela, Richie escapó hacia un gran camión que transitaba por la calle y murió.¹

La consejería bíblica se ha encaminado más a los adultos que a los niños, tal vez por ignorancia, por pensar que los niños no entienden verdades profundas, o porque se minimiza el impacto del evangelio en los corazones de los pequeños. Todos los días cientos de familias recurren a psicólogos para que ayuden a sus hijos porque se comportan mal en la escuela, no respetan a la profesora, no acatan normas, no quieren cumplir las tareas escolares, y más. Pero, ¿qué estamos haciendo como cuerpo de Cristo por estos niños y sus padres? ¿Será que hemos dejado que estas familias vayan a extraños para encontrar esperanza, cuando nosotros tenemos una esperanza viva?

Lamentablemente se ha perdido el enfoque bíblico en la consejería; muchos niños son remitidos a psicólogos seculares, pasando por alto la suficiencia de las Escrituras cuando se pone la confianza en teorías cuyo enfoque es la conducta y no el corazón del niño.

Semana a semana recibo llamadas de padres de familia desesperados por sus hijos; no saben qué hacer por ellos. Es sorprendente la cantidad de niños que se suicidan, que viven en tristeza extrema, que batallan con conductas disruptivas, o que simplemente se sienten solos. Los niños necesitan —como todos nosotros— encontrar su esperanza cada día en Dios y su Palabra.

Revisemos algunas razones encontradas en la Escritura que explican por qué la consejería bíblica es importante para los niños:

1. Porque los niños son importantes para Dios.

  • “El que reciba a un niño como éste en Mi nombre, Me recibe a Mí; y el que Me recibe a Mí, no Me recibe a Mí, sino a Aquél que Me envió”, Marcos 9:37.
  • “Pero Jesús, llamándolos a su lado, dijo: ‘Dejen que los niños vengan a Mí, y no se lo impidan, porque de los que son como éstos es el reino de Dios.  En verdad les digo, que el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él’”, Lucas 18:16-17.
  • “Y Le dijeron: ‘¿Oyes lo que éstos dicen?’ Y Jesús les respondió: ‘Sí, ¿nunca han leído: ‘De la boca de los pequeños y de los niños de pecho te has preparado alabanza?’’”, Mateo 21:16.

2. Porque los niños son parte de una familia y una comunidad.

  • “Por tanto, cuídate y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, y no se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; sino que las hagas saber a tus hijos y a tus nietos”, Deuteronomio 4:9.
  • “Porque la promesa es para ustedes y para sus hijos y para todos los que están lejos, para tantos como el Señor nuestro Dios llame”, Hechos 2:39.
  • “Hijos, obedezcan a sus padres en el Señor, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre (que es el primer mandamiento con promesa),  para que te vaya bien, y para que tengas larga vida sobre la tierra. Y ustedes, padres, no provoquen a ira a sus hijos, sino críenlos en la disciplina e instrucción del Señor”, Efesios 6:1-4.
  • “Instruye al niño en el camino que debe andar, Y aun cuando sea viejo no se apartará de él”, Proverbios 22:6.

3. Porque los niños tienen pecado, por lo tanto sufren.

  • “Yo nací en iniquidad, Y en pecado me concibió mi madre”, Salmo 51:5.
  • “Desde la matriz están desviados los impíos; Desde su nacimiento se descarrían los que hablan mentiras”, Salmo 58:3.
  • “Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se han desviado, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno”, Romanos 3:10-12.
  • “Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por medio de un hombre, y por medio del pecado la muerte, así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron”, Romanos 5:12.

Los niños necesitan el evangelio

Los niños también tienen problemas, los niños también sufren. Richi no es un caso aislado. Los niños también necesitan conocer las buenas nuevas; necesitan el gozo y la paz que sobrepasa todo entendimiento (Filipenses 4:7). Mientras más creemos que los niños no necesitan apoyo en consejería bíblica, más perjudicial es para la seguridad de ellos, en especial cuando existen factores de riesgo que atentan contra su vida.

Los padres o el adulto a cargo del niño deben estar atentos a signos de alerta; lamentablemente mientras menor es el niño se piensa que menos probabilidad existe de que sufra y no se le da la importancia debida a las señales de su dolor. El acompañamiento familiar es fundamental; la consejería bíblica no se brinda solo al niño, los padres deben participar de las sesiones.

¿Cómo hago consejería bíblica con niños?

La consejería bíblica es un proceso, y como tal, involucra varias etapas: preparación, evaluación, intervención, y cierre. A cada etapa le corresponde cierto número de sesiones, que pueden ser más o menos según la necesidad.

La primera sesión corresponde a la entrevista inicial; el consejero necesitará recoger la mayor cantidad de datos posibles, y seguramente los padres necesitarán hablar bastante sobre aquello que les preocupa. Algunas sesiones se desarrollarán con el niño a solas, otras en conjunto con sus padres o solamente con el representante legal del niño. Las tareas del consejero son múltiples y dependerán de la etapa en la que nos encontremos dentro del proceso.

La consejería debe ser organizada, por ello el consejero planifica cada sesión; con niños es importante tener todos los tiempos planeados porque la sesión podría convertirse en un desorden completo, más si son pequeños. Cuando se tiene un plan, ellos saben qué esperar cada semana y los padres muestran mayor interés por llevar a sus hijos. Establecer metas alcanzables que permitan evaluar el progreso del niño aumenta la motivación y expectativas de los padres.

La clave de la consejería bíblica se encuentra en la suficiencia de las Escrituras. Un buen manejo de la Palabra de Dios aplicado a la necesidad del niño y su familia generará cambios profundos en su corazón, y por ende su comportamiento. El objetivo no es un niño bien portado, sino un corazón renovado, lleno del amor y la gracia de Dios.


Imagen: Lightstock
[1] Tonia K. Shamoo & Philip G. Patros, Helping your child cope with depression and suicidal thoughts (San Francisco, CA: Jossey-Bass Publishers, 2007), 1,2.
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