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Durante muchos años, la Gran Comisión ha sido enfatizada por la iglesia como la tarea o el mandato que nos ha diferenciado de las religiones más prominentes del mundo. Lo que encontramos en Mateo 28 es un llamado a hacer discípulos en todas las naciones, enseñándoles lo que la Biblia dice y bautizándolos en el nombre de la Trinidad (del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo). En este sentido, el cristianismo y la Gran Comisión son sinónimos.

Ahora, debido a la importancia de este llamado, debemos querer hacerlo de una forma que honre a Dios. ¿Cómo llevar a cabo la Gran Comisión conforme al corazón de Dios? Dicho de otra manera, ¿cómo ser misioneros conforme al corazón de Dios?

Un ejemplo en la Palabra

La expresión conforme al corazón de Dios en la Biblia se le otorga a David:

“He hallado a David, hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero”, Hechos 13:22.

Este pasaje hace una relación interesante. David fue un varón conforme al corazón de Dios, y se describe como aquel quien había de hacer todo lo que Dios quería. Pudiéramos decir que ser conforme al corazón de Dios implica hacer lo que Él quiere que hagamos. Entonces podemos hacer la pregunta: ¿qué es lo que Dios quería? ¿Qué es lo que Dios quiere?

Creo que hay un evento que nos puede dar luz al porqué de esta afirmación sobre David, a pesar de haber sido un hombre con diversos pecados. En el encuentro de David con el gigante Goliat no solo encuentro el porqué del calificativo de David como un hombre conforme al corazón de Dios, y también el meollo de misiones conforme al corazón de Dios. Dice 1 Samuel 17:46:

“El SEÑOR te entregará hoy en mis manos, y yo te derribaré y te cortaré la cabeza. Y daré hoy los cadáveres del ejército de los filisteos a las aves del cielo y a las fieras de la tierra, para que toda la tierra sepa que hay Dios en Israel, la frase final del versículo es la clave, para que toda la tierra sepa que hay un Dios en Israel”.

El propósito de Dios en la Gran Comisión es que el nombre de Cristo sea conocido, que discípulos sean formados y que Él sea adorado por todos los grupos étnicos de toda la tierra, como lo vemos en Apocalipsis 7:9-10. La exaltación de Dios y el enaltecimiento de Su gloria estaba en el corazón de David. Fíjate cómo lo dice en el Salmo 108:3-5:

“Te alabaré entre los pueblos, SEÑOR; te cantaré alabanzas entre las naciones. Porque grande, por encima de los cielos, es tu misericordia; y hasta el firmamento tu verdad. Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios, sobre toda la tierra sea tu gloria”.

Igual encontramos que sucedía en el corazón de Cristo, quien al final de sus días en la tierra pronuncia estas palabras que tienen que ver con el fin de su misión: “Yo te glorifiqué en la tierra, habiendo terminado la obra que me diste que hiciera”, Juan 17:4.

Entonces, misiones conforme al corazón de Dios deben de estar centradas en que Su nombre sea conocido, que Él sea exaltado, enaltecido y adorado entre todos los grupos étnicos de la tierra.

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