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Algunos de nosotros podemos leer un texto como “La senda de los justos es como la luz de la aurora, que va aumentando en resplandor hasta que es pleno día” (Pr. 4:18) y preguntarnos porque nuestra luz aún se siente tan débil. 

El verso enseña que si estás caminando con el Señor, tu vida está resplandeciendo más y más con “Cristo en ustedes, la esperanza de la gloria” (Col. 1:27). Con el pasar de los años, su cuidado te está haciendo más persuasivo, más relevante, más fructífero —no menos. Algún día tu gloria resplandecerá como el sol de mediodía para nunca apagarse. 

Este artículo es para cada joven que siente que su gloria está tomando mucho tiempo en hacerse notoria. Este artículo es para cada joven en el ministerio que se siente inquieto y ambicioso (con una ambición santa) por más oportunidades para poner su huella para Cristo. Sí, tienes una mezcla de motivos. ¿Quién no los tiene? Sin embargo, tu deseo de recoger una amplia parte de la cosecha del evangelio proviene de Dios.

Él no te creó para ser un don nadie. Él te creó a su imagen, como parte de su realeza, para avanzar sus propósitos en este mundo (Gn. 1:26). Eres un hombre que tiene un destino, y lo puedes sentir. Así que pensemos en tu trayectoria de vida: qué esperar y cómo navegar bien. Ofrezco mis propias reflexiones como hombre mayor, quien respeta cómo te sientes. Déjame ofrecerte tres consejos, motivados por las Escrituras, para cuando tu ministerio parezca ir creciendo muy lentamente.

Solo hombres heridos pueden predicar a un Salvador herido a pecadores heridos. 

Date tiempo

Primero: “Que también estos sean sometidos a prueba primero” (1 Ti. 3:10). El apóstol Pablo requería esto de los posibles diáconos. Implícitamente, en los requerimientos para un anciano también está el que un hombre joven sea probado, dándole tiempo para que pruebe su disposición para el liderazgo. Un futuro anciano debe ser fiel en su matrimonio, apto para enseñar, que gobierne bien su casa, no un recién convertido, de una buena reputación entre los de afuera de la iglesia (1 Ti. 3:1-7). Nadie llega allí rápidamente y fácilmente. 

Quizás te sientas más listo de lo que realmente estás. Quizás has visto a un líder cristiano mayor en acción y pensaste: “Yo puedo hacer lo que él hace y probablemente mejor”. Pero lo que ese hombre está haciendo es más difícil de lo que parece. Cuando un líder mayor se está desempeñando bien, la gente está respondiendo, y el ministerio está prosperando, la realidad es esta: escondido en lo más profundo de ese hombre se convergen momento a momento conocimientos matizados, cualidades afinadas, y disciplinas maduras para hacerlo más convincente.

Todas esas fortalezas internas y recursos que él tiene fueron ganados arduamente con el correr de muchos años y también a través de algunos fracasos. Cuando un pastor, por ejemplo, hace que el ministerio se vea fácil, puedes estar seguro de una cosa: no lo es. Él fue probado primero. Él está siendo probado ahora. Aun en los años de madurez de un hombre, el ministerio sigue siendo demandante. Lleno de gozo y de satisfacción, pero demandante. 

No lo estoy exaltando a él ni te estoy rebajando a ti. Solamente estoy diciendo que un hombre en sus sesenta años, si él ha caminado humildemente con Dios y se ha esforzado en seguir creciendo y creciendo, es un hombre más profundo de lo que era cuando tenía treinta. ¿Cómo podría ser de otra manera? Así que date tiempo. Dios está invirtiendo fielmente en ti, más de lo que puedes ver. Él te valora. Él te está preparando para la misión culminante y final de tu vida y tu muerte. No estés resentido con su proceso de maduración mientras dure. 

Su plan, su tiempo, sus métodos son los más ideales para prepararte para los grandes momentos de tu vida que aún están por llegar. Pero si tu orgullo no puede llegar a ser probado primero, estás obstaculizando el mismo futuro que tanto deseas. Humíllate, sé paciente, ve más profundo. Y no olvides disfrutar el camino. El Señor está contigo y por ti. Obviamente, Él no esta apurado. ¿Por qué deberías estarlo tú? 

Abraza su poder en la debilidad

Segundo: “Mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Co. 12:9). He aquí la razón por la cual este verso tan conocido está en la Biblia. En nuestra insensatez, todos queremos ser formidables, impresionantes, notables, con superpoderes para “asombrar” al mundo. Pero, ¿cómo es que hombres así podrán predicar a Cristo crucificado (1 Co. 2:1-5)? Solo hombres heridos pueden predicar a un Salvador herido a pecadores heridos. Entonces, además de todos los conocimientos y cualidades que Dios te dará, Él también te herirá. A.W. Tozer sabiamente dijo: “Dios no puede bendecir a un hombre grandemente, si primero no lo hiere profundamente”. 

En algún punto de tu vida, Dios te herirá tan profundamente que esa autodependencia, la cual ni siquiera te has dado cuenta que tienes, la autodependencia con la que has estado navegando tan constantemente y que se siente natural e inocente, colapsará bajo la pérdida y la angustia. Empezarás a darte cuenta: “Oh, con que esto es lo que significa confiar en el Señor. Lo necesito ahora con una urgencia, una desesperación, una seriedad de propósito más profundo que nunca antes”.

Entonces Dios hará lo necesario por ti, y saldrás de ese sufrimiento como un santo más profundo. Serás un mejor predicador, pastor, líder, consejero, maestro, y amigo porque serás un mejor hombre; similar al mismo Cristo herido. 

Pero si “triunfas” temprano, las masas acuden a ti, y el engreimiento desapercibido con el que creciste no ha sido quebrado, es posible que estés en peligro. He visto jóvenes muy sobresalientes ser derrotados y acabados y perder años de ministerio fructífero, o aun dejar el ministerio, porque su plataforma excedió su carácter. 

Debemos conscientemente tomar los lugares más bajos, al menos que el Señor mismo nos empuje a uno más grande.

No envidies a esa “futura estrella.” Quizás él sea más precario de lo que aparenta ser. Simplemente mantén un perfil bajo delante del Señor. Humildemente recibe los golpes, las decepciones, y los insultos que están por llegar. Recíbelos “por amor a Cristo” (2 Co. 12:10). Así es como su poder vendrá a morar en ti (2 Co. 12:9).

No busques a tientas tu destino

Tercero: “El Señor cumplirá su propósito en mí” (Sal. 138:8). Nunca tienes que forcejear, porque el Señor tiene un propósito para ti y ese propósito le pertenece a Él. John Burroughs, el poeta, no era cristiano pero su poema “En espera” dice algo muy cristiano:

Dormido, despierto, de noche o de día,

Los amigos que busco me están buscando,

Ningún viento puede desviar mi embarcación,

Ni cambiar la marea del destino.

Debido a que el Señor está comprometido con su propósito contigo, los amigos y las oportunidades que estás buscando te están buscando a ti. Están en camino hacia ti en estos momentos. Créelo y regocíjate mientras Dios narra la historia para la cual naciste. La mejor manera para prepararte para tu futuro es caminar humildemente, fructíferamente, y alegremente con Cristo en donde te encuentres. A través de los años, Él te dará un asiento en primera fila para que veas cómo cumple su propósito en ti.

Busca el lugar más bajo

Francis Schaeffer, en su sermón profético, “No hay personas pequeñas, no hay lugares pequeños”, nos advierte a todos:

“Jesús ordena a los cristianos a buscar conscientemente el lugar más bajo. Todos nosotros—pastores, maestros, trabajadores profesionales religiosos, incluyendo los no profesionales— estamos tentados a decir, “voy a tomar el lugar más alto, porque me va a dar más influencia para Jesucristo”. Los cristianos, tanto individuos como organizaciones, son víctimas de la tentación de pensar de esta manera mientras construimos imperios más y más grandes. Sin embargo, de acuerdo a las Escrituras, esto es al revés: debemos conscientemente tomar los lugares más bajos, al menos que el Señor mismo nos empuje a uno más grande”.

Schaffer siguió explicando que, en un lugar bajo, con menos intensidad de ministerio, enfrentamos menos distracciones que nos alejen de nuestra propia intimidad con Dios. Solamente en la quietud personal con Dios podremos hacer cualquier cosa verdaderamente espiritual en poder. Solamente mientras nos mantenemos en quietud delante de Él podemos contribuir a la batalla real que se está peleando en nuestra generación. 

Establécete en el lugar en donde te encuentres. Acepta profundamente tu momento presente. Es donde Cristo está más cerca de ti. Es donde sus recursos infinitos se abren para ti, momento a momento: “¡Cuán grande es tu bondad, que has reservado para los que te temen!” (Sal. 31:19).


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Jhon Chávez.
Imagen: Lighstock.
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