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Tim Keller: “Mil penas le enseñan a un hombre a predicar”. Eso no es del libro de Proverbios; es lo que dijo John Piper. Así que, aunque quiero saber lo que John quiere decir con eso, creo que tú y yo, Don, debemos responder poque creo que es un principio tremendamente importante. Así que, ¿cómo entiendes eso? “Mil penas le enseñan a un hombre a predicar”.

Don Carson: Lo afirmo felizmente, después de poner una advertencia primero, en mi tendencia innata de complejizar. Hay un sentido en el que quieres que la gente diga: “Los predicadores deben ser moldeados independientemente de su nivel de madurez, independientemente de cuántas veces haya sufrido; independientemente de cualquier otra cosa, son moldeados por la Palabra. Deben ser estudiantes de la Palabra primero. Lo que les enseña a predicar es primero que nada la Biblia misma y buenos modelos”. Así que, quiero sacar todas esas cosas, y sé que dirías lo mismo, no estoy quitando nada de lo que has dicho. Solo quiero asegurarme de que eso está claro y presupuesto entre nosotros. Pero entonces, después de eso, el sufrimiento y las alegrías son parte de la experiencia humana que nos permite interactuar con las personas con un mejor conocimiento. Y luego el sufrimiento en particular nos lleva al fin de nosotros mismos y por lo tanto nos hace confiar más en Dios y nos hace más empáticos y compasivos con respecto a las personas a quienes estamos ministrando. Hay menos probabilidad de tener el “síndrome del joven enojado”, y en cualquier caso también debe encajar dentro del marco más grande de vivir bajo la cruz; el sufrimiento, incluso por amor a Cristo, pero el sufrimiento como parte de este mundo caído antes del fin, y así tomando en nosotros algo en pequeña escala de los dolores de Cristo. Es probable que todas estas cosas nos hagan profundizar en cuanto a cómo decimos las cosas, cómo vemos a la gente, cómo vemos a Cristo, qué necesitamos de la gracia, etcétera. Todo eso debe, con el tiempo, darnos mayor profundidad, una mayor intuición, y más elementos afectivos en nuestra predicación.

Timothy Keller: Sí, bueno, me encanta el dicho, y por supuesto que Don tiene razón, que ninguna proposición puede contenerlo todo; obviamente no son solo las penas las que nos enseñan cómo predicar, obviamente es la Palabra misma la que nos enseña a predicar. Pero recuerdo hace unos años atrás en mi primera iglesia, tenía un joven que era técnico de rayos-x, y él guiaba a los pacientes a través de un procedimiento particularmente doloroso, donde tenían que llenarse de cierto tipo de fluido, y luego les decía: “Venga para acá, venga para acá, venga para acá”. Y luego, después de cinco años de esto, él mismo tuvo que pasar por el procedimiento, ¡y lo detestó! Y me dijo, “Ha cambiado mi vida. No volveré a tratar a los pacientes de la manera en la que los trataba. Era siempre impaciente con ellos”. Estoy absolutamente seguro de que eso también se aplica a la predicación; de que hay una tendencia, pienso yo, hasta que no pasamos por el fuego, por el exprimidor, de nosotros tomar la Palabra de Dios y quizá aplicarla de un modo, o con cierta prisa, o con la actitud que realmente es como la del técnico de rayos-x antes de que él mismo pasara por eso. Además, por cierto, también pienso que el pastorear determina tu predicación. Recuerdo haber estado en el ministerio tan solo tres o cuatro meses cuando un joven en mi iglesia murió. Lo vi morir, y su esposa vino a mí y me dijo: “No puedo decirle a mis hijos de nueve y diez años acerca de esto, ¿puedes hacerlo? ¿Puedes ir? Ve ahora mismo, están esperando y no puedo llamarlos. Quiero que les digas porque yo no tengo la habilidad de darles las malas noticias”. Así que manejé hasta allí y me senté con ellos y pasé por eso. Mi predicación cambio, y quiero decir que nunca había pasado por algo como eso.

John Piper: ¿Qué hizo?

Timothy Keller: Bueno, fue parecido a un sufrimiento vicario. A pesar de no haber pasado por eso, vi y sentí su sufrimiento de una manera que nunca había visto a alguien sufrir antes, porque se me estaba pidiendo que fuera el portador de la noticia, luego tuve que intentar consolarlos con la Escritura. Y la Palabra se volvió menos un conjunto de información, un montón de proposiciones informativas y se volvió más en algo como una bomba, algo más poderoso para mí. Pienso también, por cierto, que hay otro tipo de sufrimiento que me ha cambiado, y es la mortificación. El sufrimiento del autoexamen, lidiar con tu propio pecado, viendo cómo no respondes a tus propias exhortaciones y teniendo que regresar a exhortarte de nuevo. Predicarte a ti mismo, aplicar la ley y la gracia a tu propio corazón, ese es otro tipo de sufrimiento que realmente te hace un mejor predicador, y es un sufrimiento que podemos salir y tener en cualquier día que quieras, no tienes que esperar que algo malo pase. Puedes solamente tomar las cosas que tu esposa te ha estado diciendo, o tu esposo te ha estado diciendo, o tus padres te han estado diciendo por años y que no las has tomado seriamente. La carne que mora en mí. Así que, pienso que no tienes que esperar por el cáncer de tiroides, o cáncer de próstata, o algo parecido que venga a tu vida antes de convertirte en un buen predicador. No quiero que nadie piense que eso es lo que tienes que esperar, aunque es de excelente ayuda.

John Piper: Tu advertencia acerca de querer decir que la Palabra nos enseña a predicar, asegurémonos de que no sea pasada por alto. Lo que tenía en mente era, cómo es que algunas personas miran esta Palabra, la entienden de la misma manera, y otros pueden aplicarla con enorme poder y otros no. Y en el Salmo 119 versículo 71 dice: “Bueno es para mí ser afligido, para que aprenda Tus estatutos”. Así que es un recurso hermenéutico. Lutero lo llamaría: “Oratio, meditatio, tentatio”; esto es, oración, meditación, y sufrimiento, son las tres maneras para entender la Biblia. Eso es lo que tenía en mente, no es “aquí tienes sufrimiento y aquí tienes la Palabra”, más bien, “aquí está la Palabra, ¿te conmueve? ¿Puedes ver algo horrible o glorioso aquí?”. Probablemente no si nunca has probado la gloria, nunca has probado el horror. Como Lewis dijo (te miro a ti porque sé que eres un admirador de Lewis): “La palabra «gloria» no hubiera sido nada más que algo diminuto si nunca hubiera visto ciertos riscos y acantilados y montañas”. Probablemente refiriéndose a los Alpes. Y de esa manera es con la Biblia, es alimentada con posibilidades pesadas, fuertes, y dolorosas. Y si solo eres un vivaracho, sabes, ¿qué vas a hacer con todo eso? Y el Señor sabe cómo quitarte lo vivaz, te traerá algo y el tipo de sufrimiento que tengo en mente no es primeramente el cáncer, estoy hablando de relaciones, ¿cierto?

Timothy Keller: Claro, traiciones, etcétera.

John Piper: Las relaciones son las que te destruyen en el ministerio. Cualquier persona puede sobrevivir el cáncer ¡por el amor de Dios! Pero un matrimonio roto, o un hijo, o una traición en el ministerio, estas cosas son devastadoras. Y si pasas por eso y empiezas a ver la Biblia de nuevo, vas a leer a Judas de otra manera, vas a leer la negación de Pedro de otra manera, y leerás muchas cosas de manera diferente. Y cuando digo leerlas de otra manera, ahora voy a usar tu advertencia de nuevo; la exégesis te dice cómo obtener el significado correcto, pero sentir lo que está ahí, eso es la predicación. La predicación es elevar lo que está ahí, tomando el dolor o la gloria de lo que está ahí e impregnarlo en los corazones de la gente. Y si no lo sientes, probablemente no lo harás.

Don Carson: Estoy de acuerdo con todo eso, aunque lo hago, y tomo la palabra “aunque” porque no es una advertencia, es una cosa adicional. Una vez di un vistazo a todo el Nuevo Testamento lo más rápido que pude solo para recoger todos los lugares explícitos donde el texto hablaba del sufrimiento cristiano. Y era un por ciento muy alto los que estaban ligados a la persecución, no necesariamente violenta, pero como en Mateo 5:12, “…cuando los insulten y persigan, y digan todo género de mal contra ustedes falsamente, por causa de Mí”. Y a mi pensar eso es altamente saludable en tu predicación también. Para regresar a un texto como Hechos 5:41, “…salieron de la presencia del Concilio, regocijándose de que hubieran sido considerados dignos de sufrir afrenta por Su Nombre”. Y ya que tanto de la cultura americana hasta hace poco tenía un rasgo cristiano en ella, eso nos animaba a muchos de nosotros erróneamente a pensar que estar en la cima de la cultura y ser admirado y honrado en la cultura es nuestra visión, sin embargo, no es solo una excepción histórica pero también una trampa. Y así, la manera en la que las cosas están desvaneciéndose ahora significa que los cristianos tenemos que cambiar la manera que pensamos acerca del tipo de sufrimiento que estalla en la cultura donde eres despreciado, o donde eres visto como un ignorante, o donde no puedes obtener cierto empleo, o no eres promovido. Y podemos no estar tan lejos de la esquina de caer preso o lo que sea. Y pienso que eso fortalecerá muchas cosas en nuestra predicación, viviendo con valores eternos en perspectiva, aprendiendo cómo morir bien y llevar alegremente la vergüenza, regocijándote porque eres contado digno de sufrir por el nombre, y eso introducirá varios cambios en nuestra predicación. Y en parte, fui sensibilizado con eso primeramente porque fui criado en Quebec, y vi a gente como mi padre que en los años 50 pasaron un total de ocho años en prisión por predicar el evangelio, por lo cual no fui criado con este sentido de privilegio. Y al ver ahora que ese sentido de privilegio está perdiéndose en América, es a mi parecer algo bueno.

John Piper: Sí. Puedo entender por tu lenguaje corporal que es tiempo de terminar, pero quiero retomar una palabra ahí, por favor, Hechos 5:41, se regocijaron y sufrieron con alegría. No quiero que esta conversación sobre las mil penas signifique que mil penas hacen al predicador triste y por tanto predicadores tristes son mejores predicadores. Eso es totalmente lo que no quiero decir, porque la alegría… lo que falta en esta cultura no es felicidad o un simple “rah, rah” tipo divertido, “vamos a tener diversión, diversión, diversión”, (estoy hastiado de esta palabra), sino más bien, ante el cáncer, ante la traición, ante ocho años de un padre preso, un resplandor que haga al mundo decir, “¿qué es eso?”.

Timothy Keller: Importante nota final.

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