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México es el tercer país más grande de América Latina, siendo hogar de más de 110 millones de personas a lo largo de sus 32 estados. Aunque alrededor del 88% se consideran católicos, la mayoría lo son solo culturalmente, con un 10% que asisten a la iglesia con regularidad. Un poco más de 8% son cristianos evangélicos.

Cada vez hay más libertad para el ministerio en el país, ya que los funcionarios del gobierno son más abiertos a la obra evangélica para contrarrestar los problemas aparentemente insolubles que afectan a muchas zonas de la nación. En agosto del 2014, LifeWay condujo un sondeo en el Estado de México para poder entender la condición espiritual de las personas promedio. Algunos de los descubrimientos:

  • El 76% está de acuerdo (56% fuertemente) en que quieren saber más acerca de Dios y Su Palabra.
  • El 59% está de acuerdo que estarían dispuestos a estudiar la Biblia si es invitado por un amigo o compañero de trabajo.
  • El 63% está de acuerdo que cuando una persona muere, su espíritu pasa a una vida futura.

Esas cifras son alentadoras para aquellos que estamos involucrados en la plantación de iglesias, y deben serlo para aquellos que aún no lo están pero que, en oración, lo están considerando.

Una mirada al pasado

Mirando atrás en la historia de la iglesia evangélica en México, vemos que una primera obra bautista comenzó en 1861 con la llegada del misionero Sr. Santiago Hickey, procedente de  Brownsville, Texas. Él inició cultos en español en casa de unos hermanos, y ya para el año 1864, junto a otros tres, el Sr. Hickey y su esposa organizaron la Primera Iglesia Evangélica Mexicana, que después tomó el nombre de Primera Iglesia Bautista de Monterrey. Esta iglesia nunca ha dejado de funcionar, y hoy forma parte de la Convención Nacional Bautista de México.

Ya para el año 1872 llega la Iglesia Presbiteriana a México, y en 1874 se estableció la primera congregación en Villa de Coss, Zacatecas, la cual se organizó como iglesia el 25 de enero de 1875.

El país tiene una rica historia de denominaciones que enseñaron la sana doctrina. Y esto sin mencionar pequeños grupos dentro de la misma religión católica, y un sinnúmero de cristianos que no conocemos de nombre, pero conoceremos en el cielo. Sin embargo, el evangelio de la prosperidad y un evangelicalismo superficial tristemente han hecho estragos en las ultimas décadas. Eso nos deja con un inmenso peso de responsabilidad.

Dios en acción

La razón principal por la que necesitamos más iglesias en México es que Dios lo ha dicho. La Gran Comisión que todos conocemos nos manda a hacer discípulos a todos los grupos étnicos del mundo, y la misma está enmarcada entre dos grandes garantías que sirven de portalibros: 1. “Toda autoridad me es dada en el cielo y en la tierra”; 2. “He aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.

Nuestra familia llego a Ciudad de México el primero de abril del 2014, hace poco más de un año y cuatro meses. Por la gracia de Dios, ya hemos visto el comienzo de tres nuevas iglesias y varios grupos que se reúnen en casas en desarrollo. Estos frutos no vienen por nuestra experiencia previa en el campo misionero ni nada similar: es la gracia de Dios obrando en Su pueblo.

Al ver lo que Dios está haciendo, estamos convencidos de que Él está preparando a un pueblo que fue minado por el catolicismo por muchos años para mostrarnos lo que Él puede hacer. Cuando salimos a las calles a evangelizar, encontramos personas interesadas en escuchar lo que tenemos que decir sobre la importancia de la persona de Cristo para ellos y nosotros, de manera que hay un pueblo receptivo esperando que otros les hablen de Cristo.

Además, similar a otros países, hay un interés marcado entre cristianos por las doctrinas de la Gracia y la teología reformada. Hemos tenido contacto con muchos hombres y mujeres que desean comenzar iglesias de sana doctrina, pero como usted seguramente sabe, la necesidad es que más obreros vayan a la mies.

Si hay algo que tengo muy claro en mi mente, porque lo veo de distintas formas en la Biblia, es que Dios llama a su pueblo a involucrarse en La Gran Comisión y no a La Gran Acomodación. Entonces, ¿qué puede hacer usted? Mi recomendación sería la de Cristo:

“Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies”, Mateo 9:35-38.

Es un buen comienzo tomar como punto de partida la compasión y la oración. Pero no debemos dejar de considerar el envío. Estoy seguro que Dios está llamando desde el contexto de la iglesia local como lo hizo con Pablo y Bernabé en Hechos 13, y la responsabilidad de la iglesia es de enviarlos.

La realidad hermanos es que Dios no nos necesita, pero los mexicanos sí necesitan del evangelio de salvación. Y Él nos ha dado la encomienda de ir y hacer discípulos. Eso significa que se incorporen a una iglesia local. Lo triste del caso es que no hay suficientes iglesias en comunidades donde las personas puedan llegar a ellas fácilmente, y aun más triste es el hecho de que donde las hay, están predicando un evangelio diferente al de la Biblia. ¿Quién dirá como Isaías? Heme aquí, envíame a mí. ¿Que iglesia se unirá a las acciones de la iglesia de Antioquia?

“Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron”, Hechos 13:3.

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