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Así como Edmundo Dantès pasaba inventario del valor y la cantidad de gemas y monedas que llenaban el cofre que descubrió en la pequeña isla de Montecristo, también he estado explorando el almacén de los tesoros de la Palabra de Dios por casi 40 años. ¡La Biblia es un tesoro ilimitado! Nada de lo que he hecho en esta vida me ha permitido valorar este tesoro tanto como la disciplina de la memorización de porciones extendidas de las Escrituras.

Descubrí los beneficios de memorizar libros enteros de la Biblia en un viaje misionero de verano en 1986. Mientras estaba sentado en un banco esperando por un autobús hacia Nairobi, Kenia, empecé a memorizar Efesios 1:1. Dios me ha permitido añadir miles de versículos a mi memoria desde ese día y hasta el sol de hoy continúo abrazando la ardua tarea de esconder la Palabra de Dios en mi corazón. Así que, habiendo luchado por memorizar las Escrituras por décadas, ¿qué lecciones he aprendido?

1. Las recompensas de la memorización bíblica son inmensurables

Sé muy poco del mercado bursátil, pero tengo suficiente conocimiento básico para usar esta metáfora: memorizar libros enteros de la Biblia ha sido como invertir en una acción de primera categoría desde que primero estuvo disponible y conservarla durante décadas. Así como Standard Oil en 1982, Microsoft en 1986 o Amazon en 1997. Si hubieses tenido la previsión de comprar una de esas acciones, la hubieses visto crecer de manera exponencial hasta valer millones. Así ha sido para mí.

Los libros que he guardado en mi mente me han recompensado con un interés extraordinario, más de lo que pude haber estimado posible o haber descrito. Esta disciplina ha dado buenos frutos en mi batalla por la santidad personal (Sal 119:11), ya que el Espíritu ha desatado el poder de su espada para matar tentación tras tentación, día tras día (Ef 6:17). Ha dado buenos frutos en mi evangelismo, debido a que el Espíritu ha traído a mi mente relatos detallados de milagros en el Evangelio de Marcos para dejarle claro a una persona incrédula que Jesús puede sanar nuestra enfermedad más fundamental: nuestro pecado.

Viendo todo lo que he ganado con memorizar la Biblia, no me arrepiento de un solo momento invertido en esta tarea

La memorización de la Biblia también ha dado sus frutos durante la preparación del sermón semanal en estos 23 años de exposición secuencial de un pasaje tras otro en mi iglesia. Mientras escribo estos sermones, la Palabra de Dios viene fluyendo desde las profundidades de mi interior como el petróleo que hizo rico a Rockefeller, solo que infinitamente mejor. Mientras predico, con frecuencia experimento el ministerio inmediato del Espíritu que trae otro texto a mi mente que no estaba en mi bosquejo.

Viendo todo lo que he ganado con memorizar la Biblia, no me arrepiento de un solo momento invertido en esta tarea.

2. La memorización de la Biblia se pone más difícil con la edad

Mientras más envejezco, peor se pone mi memoria. Vendrá el día cuando no pueda recordar ni un solo versículo (ni los nombres de mis amigos más cercanos).

El proceso de envejecer y morir está destinado a llevarnos a la humildad. Mi capacidad mental decreciente se ha equiparado al desplome anterior de cualquier habilidad deportiva que haya tenido. Sabemos que nuestros cuerpos mortales serán sembrados como una semilla en debilidad y deshonra (1 Co 15:42-43). También sabemos que «la gloria de Dios en el rostro de Cristo» está escondida «en vasos de barro» (2 Co 4:6-7). Así que nuestras mentes de barro son frágiles. Lo que quiere decir que ha sido muy difícil recitar con precisión el Evangelio de Marcos mientras aprendo tres nuevos versículos cada día para memorizarlo y retengo/repaso los diez capítulos previos que le preceden.

El verano pasado tuve la oportunidad de escuchar a mi talentoso sobrino Pedro tocar en el órgano una Tocata de Bach. Le pregunté cómo es que él puede tocar casi a la perfección. Su respuesta fue obvia: trabajo arduo y práctica disciplinada. Me dio la convicción de que necesitaba trabajar más arduamente en mi instrumento (las Escrituras) así como él trabaja en el suyo. Sin excusas. Me fuí de esa conversación más resuelto en trabajar en mi memorización mientras tenga fuerzas.

Habiendo dicho eso, aún cuando tenemos nuestra memoria y aunque nos disciplinamos para trabajar en la memorización, no recordaremos cada versículo. Eso está bien. El punto no es poder recitar cada versículo a la perfección, sino ser saturados con la Palabra de Dios con humildad y de una manera profunda. Sin importar lo que finalmente lleguemos a recordar, el tipo de meditación requerida para memorizar un pasaje extenso nos cambiará. Eso quiere decir que no se echa a perder ninguna Escritura memorizada que ha sido orada y meditada, aun si parece que la hemos olvidado toda (y no la olvidarás toda).

3. La memorización bíblica aclara la belleza de Cristo

Mientras más buceo en las palabras de Dios, más real se vuelve el Cristo invisible

La mejor parte de la memorización, por mucho, es lo que hace a mi fe. Creo que la fe es la visión de mi alma por la cual puedo ver realidades espirituales pasadas, presentes y futuras.

Así como la fe viene inicialmente por oír la Palabra de Dios (Ro 10:17), de la misma manera la fe es nutrida y crece más vigorosa, precisa y viva cuando escuchamos la Palabra de Dios. Si la fe es la visión del alma, sabemos que «vemos por un espejo, veladamente» (1 Co 13:12) y que vemos a los hombres «como árboles que caminan» (Mr 8:24). Mientras más buceo en las palabras de Dios, más real se vuelve el Cristo invisible. Vivo cada día más «como viendo al invisible» (Heb 11:27).

Repaso los diez capítulos del Evangelio de Marcos todos los días y mientras lo hago veo de manera más vívida el poder de Jesús sobre demonios, la compasión de Jesús por pecadores quebrantados, el poder de resurrección de Jesús sobre la muerte y el poder expiatorio de Jesús sobre cada uno de mis pecados. Veo más vívidamente que Él es la vid y yo soy el sarmiento. Por sus palabras, siento su savia nutritiva y dadora de vida fluyendo en mi cada momento del día. Me hace anhelar verlo a Él con mis propios ojos. Me hace amarlo con más pasión con mi corazón voluble. La memorización de la Biblia preserva y alimenta mi alma.

4. La memorización bíblica ha edificado una ciudad de verdad dentro de mí

Treinta y ocho años de memorización de libros enteros de la Biblia ha hecho fluir dentro de mí un mar de conocimiento detallado y a la vez ha erigido la «ciudad de la verdad» en mi alma: piedra por piedra, viga por viga, ventana por ventana, bulevar por bulevar. Algunos la llaman «teología sistemática» de una manera muy seca. Pero en realidad es un vasto sistema de verdades vivas interconectadas que forman toda mi cosmovisión. Aunque no está terminada y solo puedo verla en un espejo veladamente, es impresionante. Esta «ciudad de la verdad» dentro de mí, versículo por versículo por versículo, está preparando mi alma para el cielo.

Tengo un anhelo ardiente por ver la Nueva Jerusalén. Pero antes de llegar allí, quiero hacer todo lo que pueda por hermosear la ciudad que Dios está edificando dentro de mí. Cuantas más Escrituras tengo dentro de mí, puedo vivir cada momento con más valentía y con una poderosa, casi tangible, esperanza en el cielo. De la misma manera, más puedo infundir esa misma esperanza enérgica en las personas que me rodean.

Entonces, ¿qué pasa contigo? ¿Has empezado tu propia travesía en esta maravillosa disciplina de la memorización de porciones extendidas de las Escrituras? Sí, es mucho trabajo. ¡Pero vale la pena! Permíteme hacerte dos preguntas: si pudieras memorizar un libro completo de la Biblia durante el próximo año, ¿cuál sería? Si lo haces, ¿crees que te arrepentirías de haber invertido este tiempo?


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Equipo Coalición.
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