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Al entrar en un nuevo año, probablemente pienses que el 2018 será diferente, ¿verdad? Bueno, todos sabemos cómo termina eso. Pero eso no significa que esté mal hacer nuevos propósitos. El amanecer de un nuevo año nos recuerda nuevos comienzos, por lo que es un momento perfecto para evaluar y reordenar nuestras vidas. Para aquellos de ustedes que son padres con hijos que todavía están en casa, particularmente niños más pequeños, permítanme alentarlos a que evalúen, reordenen, y si es necesario, estructuren devocionales familiares. Como padres, pastores, y líderes de la iglesia, no queremos llegar al final de nuestras vidas y darnos cuenta de que no pastoreamos fielmente a nuestras propias familias. Por lo tanto, al comenzar un nuevo año, permítanme compartir tres claves para mantener devociones familiares fructíferas: convicción, contenido, y curso.

Convicción: estas cosas deben estar primero en tu corazón

Cualesquiera que sean los pasos que des hacia el pastoreo (discipulado) de tu familia, deben estar basados en la convicción personal de que este es el requisito bíblico para los padres (Ef. 6:4; ver Dt. 6:4-6; Sal. 78:1-4; Ex. 13:3-10; Jos. 4:1-7). Si las Escrituras te convencen de que tú, como padre, eres el principal discipulador de tu familia, entonces querrás establecer prácticas útiles de manera continua para ayudarte en tu esfuerzo por criar a tus hijos en la disciplina y la instrucción del Señor. Una de esas prácticas es la de los devocionales familiares.

Si las Escrituras te convencen de que eres el principal discipulador de tu familia, entonces querrás establecer prácticas útiles para criar a tus hijos en la disciplina y la instrucción del Señor.

Si actualmente no reúnes a tu familia para un sencillo momento de lectura de la Biblia y oración, ora para que el Señor te conceda la gracia de ver la necesidad de pastorear/discipular a tu familia, y pide la fortaleza para ser fiel en la implementación de estrategias útiles para cumplir con este mandato bíblico.

Contenido: ¿qué debería enseñarles a mis hijos?

Propongo que haya dos áreas principales que de manera continua deberíamos cubrir con nuestros hijos. Primero está el evangelio: deberíamos contar, repetir, enseñar, y vivir nuestras vidas a la luz del evangelio de Jesucristo. Nuestros hijos deben entender la diferencia entre la rebelión, la religión, y el evangelio. Hay muchos recursos útiles disponibles para este fin, pero lo mejor es ir directamente a la Palabra de Dios: la Biblia. Elige una traducción que sea fiel y fácil de leer y entender para tu familia.

En segundo lugar, debemos discipular a nuestros hijos enseñándoles a pensar de acuerdo a una cosmovisión. En otras palabras, debemos enseñar a nuestros hijos las implicaciones del evangelio, y la perspectiva que el evangelio trae a toda la vida. Según Ronald Nash, una cosmovisión se compone de al menos cinco componentes que cuestionan y responden las preguntas fundamentales de la vida: ¿Qué crees sobre Dios (teología)? ¿Qué crees sobre la humanidad (antropología)? ¿Qué crees sobre la verdad y cómo conocemos la verdad (epistemología)? ¿Qué crees sobre este mundo y el mundo por venir (metafísica)? ¿Qué crees sobre lo correcto y lo incorrecto (ética)? Estas preguntas solo pueden responderse adecuadamente a la luz del evangelio de Jesucristo. Una vez más, la mejor manera de abordar estas preguntas es preguntándoselas directamente a la Biblia mientras la leen juntos. Entonces, el contenido más importante de los devocionales familiares es la Biblia, la Palabra de Dios.

Debemos enseñar a nuestros hijos las implicaciones del evangelio, y la perspectiva que el evangelio trae a toda la vida.

Curso: ¿cómo hago para discipular a mis hijos?

Es importante tener la convicción de discipular a tu familia, y comprender que el contenido principal de los devocionales familiares es la Biblia, pero no suficiente. También se debe establecer un horario, un lugar, y un plan regular. Cuando reunimos a nuestra familia en el mismo lugar y tiempo, utilizando un plan claramente definido, el ritmo regular de los devocionales familiares se convertirá en una expectativa familiar. Pero asegúrate de mantenerlo simple. Muchísimos padres (y niños) le tienen miedo a los devocionales familiares por temor a lo que pudiera implicar. Don Whitney, en su libro titulado Family Worship (Adoración familiar), sugiere que hay esencialmente tres componentes en el culto familiar (pp. 44-48):

  • Leer la Biblia: “Capítulo por capítulo, lean juntos libros enteros de la Biblia. Lee de manera entusiasta e interpretativa. Explica las palabras clave, y aclara los significados de los versículos clave. Pídeles a los niños que elijan un versículo o frase y te los expliquen, luego pídeles que elijan uno para que tú lo expliques”.
  • Orar juntos: “Sea cual sea el enfoque, oren por al menos una cosa que haya sido sugerida para ti y tu familia por el pasaje de las Escrituras que han leído. No solo orarás por (y con) tu familia, sino que también les enseñarás con tu ejemplo cómo orar”.
  • Cantar: el canto nos ayuda a recordar. Encuentra un himnario que sea teológicamente fuerte. “Tu iglesia puede tener algunos sin usar, o algunos viejos, que tal vez puedas conseguir sin costo alguno. En cuanto a la música, algunas familias cantan con grabaciones, mientras que otras tienen músicos en su familia. La mayoría de las familias simplemente cantan sin acompañamiento”. Tu objetivo es obedecer las Escrituras (Col. 3:16; Ef. 5:19) y ayudar a tus hijos a recordar las verdades de la Palabra de Dios cantando canciones teológicamente ricas.

Según sea apropiado a la edad de tus hijos y la temporada de tu vida, puedes agregar otros componentes a tu tiempo, como la memorización de las Escrituras, un buen catecismo cristiano, la lectura de libros devocionales, o biografías de misioneros. Pero la prioridad es leer la Biblia y orar regularmente con tus hijos.

Que el Señor nos conceda la gracia de criar a nuestros hijos en la disciplina y la instrucción del Señor. Y que Él nos permita tener la alegría de ver a nuestros hijos enseñar a sus propios hijos, para que sus hijos también puedan esperar en Dios.


Publicado originalmente en LifeWay. Traducido por Michelle Lago.
Imagen: Lightstock.
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