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El ya fallecido teólogo Cornelius Van Til una vez observó que el calvinismo no debe ser identificado con los llamados cinco puntos del calvinismo. Más bien, Van Til concluyó que los cinco puntos funcionan como una vía, o un puente, a toda la estructura de la teología reformada. Del mismo modo, Charles Spurgeon argumentó que el calvinismo no es más que un apodo para la teología bíblica. Estos titanes del pasado entendieron que la esencia de la teología reformada no puede reducirse a cinco puntos particulares, los cuales surgieron como puntos de controversia en Holanda hace siglos con los remonstrantes, quienes se opusieron a cinco puntos específicos del sistema de doctrina encontrado en el calvinismo histórico. Esos cinco puntos se han asociado con el acróstico TULIP (por sus siglas en inglés): depravación total, elección incondicional, expiación limitada, gracia irresistible, y la perseverancia de los santos.

Este artículo busca abordar la cuestión de la teología reformada desde la perspectiva de lo que en la filosofía se llama: la vía negativa. Este método de acercarse a la verdad define las cosas en términos de lo que no son; por lo tanto, se le llama el “camino de la negación”. Por ejemplo, cuando hablamos de la naturaleza de Dios, decimos que Él es infinito, lo que simplemente significa que Él no es “finito”. Este es un ejemplo de cómo se utiliza la forma de negación. Cuando comprendemos claramente cómo emplear este método, la forma de afirmación, su opuesto, se hace manifiesta. Si nos fijamos en lo que la teología reformada no es, nos ayuda a comprender lo que es.

Comenzamos diciendo que la teología reformada no es un conjunto caótico de ideas inconexas. Por el contrario, la teología reformada es sistemática. Vivimos en una época en que los sistemas de pensamiento son censurados en un mundo posmoderno, no solo en el ámbito secular de las ideas, pero incluso dentro de seminarios cristianos. Históricamente el principio de la teología sistemática ha sido el siguiente: la Biblia, siendo la Palabra de Dios, refleja la coherencia y la unidad del Dios cuya palabra es. Por supuesto, sería una distorsión tomar un sistema externo de pensamiento y forzarlo a la Escritura, obligando a la Escritura a ajustarse a él como si fuera una especie de lecho de Procusto. Ese no es el objetivo de la sana teología sistemática. Por el contrario, la verdadera teología sistemática trata de comprender el sistema de teología que está contenido dentro de todo el ámbito de la sagrada Escritura. No impone ideas sobre la Biblia; sino que escucha las ideas que son enunciadas por la Biblia y las entiende de una manera coherente.

El siguiente punto que hacemos a través de la negación es que la teología Reformada no es antropocéntrica. Es decir, la teología reformada no está centrada en los seres humanos. El punto central de la teología reformada es Dios, y es la doctrina de Dios que impregna la totalidad de la sustancia del pensamiento reformado. Por lo tanto la teología reformada, a modo de afirmación, puede llamarse teocéntrica.

Aunque no suele ser útil hablar de paradojas en nuestra comprensión de la verdad, hay sin embargo una paradoja que me gusta mantener. Por un lado, la doctrina adecuada de Dios, es decir, la doctrina de la naturaleza, atributos, y carácter de Dios, afirmada por diversos credos de pensamiento reformados, tiene poca deferencia con otras teologías y otras expresiones de fe que se encuentran entre los luteranos, católicos, metodistas, y otros. Al mismo tiempo, y en ello radica la paradoja, pues la dimensión más distintiva de la teología reformada es su doctrina de Dios. Aunque suena como que estoy escribiendo “con los dos lados de mi pluma”, permítanme apresurarme a aclarar esta afirmación paradójica. Después de que la teología reformada articula su doctrina de la naturaleza y el carácter de Dios en los primeros principios de su sistema doctrinal, no se olvida de estas afirmaciones cuando pasa a otras doctrinas. Por el contrario, nuestra comprensión de la naturaleza de Dios es principal y determinante con respecto a nuestra comprensión de todas las otras doctrinas. Es decir, nuestra comprensión de la salvación tiene como factor de control, justo en el corazón de sí misma, nuestra comprensión del carácter de Dios.

La teología de la reforma no es anticatólica. Esto puede parecer extraño, ya que la teología reformada surge directamente del movimiento protestante del siglo XVI, movimiento que se llama “protestante” porque se trataba de una “protesta” en contra de la enseñanza y de la actividad del catolicismo romano. Pero el término católico se refiere al cristianismo católico, la esencia de lo cual se puede encontrar en los credos ecuménicos de los primeros mil años de historia de la Iglesia, en particular los primeros credos y concilios de la Iglesia, tales como el Concilio de Nicea en el siglo IV, y el Concilio de Calcedonia en el siglo V. Es decir, esos credos contienen artículos de fe comunes y compartidos por todas las denominaciones que abrazan el cristianismo ortodoxo, doctrinas como la Trinidad y la expiación de Cristo. Las doctrinas afirmadas por todos los cristianos están en el centro y el núcleo del calvinismo. El calvinismo no se aparta en busca de una nueva teología ni rechaza la base común de la teología que toda la Iglesia comparte.

La teología de la reforma no es católica romana en su comprensión de la justificación. Esto es simplemente para decir que la teología reformada es evangélica, en el sentido histórico de la palabra. En este sentido, la teología reformada se sostiene fuerte y firmemente con Martín Lutero y los reformadores magisteriales en su articulación de la doctrina de la justificación por la fe sola. Afirma las solas de la Reforma, que son las causas formales y materiales de la Reforma del siglo XVI. Estos dos principios son las doctrinas de la sola Scriptura y sola fide. Ninguna de estas doctrinas se declaran explícitamente en los cinco puntos del calvinismo; sin embargo, en cierto sentido, se convierten en la base para las demás características de la teología reformada.

Estas declaraciones introductorias acerca de lo que la teología reformada no es son expresadas de una manera mucho más amplia y profunda en mi libro: ¿Qué es la Teología Reformada?, que fue escrito para ayudar a laicos y líderes cristianos a entender la esencia de la teología reformada. En este artículo estoy dando un enfoque escueto de la doctrina, recordando a los lectores que la teología reformada trasciende de los meros cinco puntos del calvinismo, porque es una cosmovisión de la vida y el mundo. Es del pacto. Es sacramental. Está comprometida a transformar la cultura. Está subordinada a la operación de Dios el Espíritu Santo, y tiene un marco rico para comprender la totalidad del consejo de Dios revelado en la Biblia.


Publicado originalmente en Ligonier. Traducido por Jacquie Tolley
Imagen: Lightstock.
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