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Seré honesta: no me gusta meterme en problemas. Si tengo oportunidad de mantenerme lejos de la controversia, lo haré. Creo que esta actitud puede ser positiva (he visto a demasiadas personas que les encanta debatir por debatir), pero también puede convertirse en una manera de tratar de evitar lo que Dios me ha llamado a hacer: “[Estén] siempre preparados para presentar defensa ante todo el que les demande razón de la esperanza que hay en ustedes. Pero háganlo con mansedumbre y reverencia” (1 Pe. 3:15).

Los cristianos no debemos vivir buscando peleas, pero sí debemos estar listos para responder ante aquellas filosofías que vayan en contra de lo que Dios enseña en su Palabra. Lo debemos hacer con denuedo y, como explica Pedro, con mansedumbre y reverencia.

Unos de esos asuntos controversiales de los que quizá queramos escapar es la naturaleza de los días de la creación que aparecen en Génesis 1. Si quieres empezar a estudiar este tema, no se me ocurre un mejor lugar para empezar que El principio según Génesis y la ciencia, de John Lennox.

Lennox, matemático y filósofo de la ciencia, inicia advirtiéndonos que no podemos evitar estas discusiones controversiales alegando que la ciencia y la fe cristiana no tienen nada que ver una con la otra. Algunos piensan que cada una de estas disciplinas tiene su dominio, y que la ciencia no debe meterse en los asuntos de la fe (y viceversa), pero la realidad es que esto es imposible. La Biblia habla acerca del universo, el cual es el objeto de estudio de la ciencia. 

“No podemos mantener la ciencia y la Escritura completamente separadas, por la simple razón de que la Biblia habla acerca de algunas de las cosas de las que habla la ciencia. […] Una de las cosas más notables de Génesis es que es accesible y tiene un mensaje para todos, científicamente ilustrados o no” (pp. 27-28).

Lennox también nos recuerda que, a pesar de que la Biblia tiene cosas que decir acerca del universo, el mensaje de la misma no es un mensaje para científicos. Es un mensaje para todos. El punto central de los primeros capítulos de Génesis no es la edad del universo o cuántas horas le tomó a Dios crear todas las cosas. El punto central es que el universo existe y Dios lo creó. El punto central es que “Dios, en el principio”.

Intérpretes imperfectos

La mayoría de los creyentes tenemos alguna postura respecto a cómo interpretar la naturaleza de los días de la creación. Quizá la hayamos obtenido directamente al leer la Biblia, quizá es lo que nuestro pastor siempre ha enseñado, o quizá  buscamos reconciliar de la mejor manera lo que se nos ha dicho se observa en la naturaleza y lo que podemos ver en el pasaje.

Antes de empezar a explicar la controversia, Lennox nos recuerda que todos los seres humanos somos intérpretes imperfectos de revelaciones (especial y general) perfectas. Si no abordamos el tema con humildad, lo único que haremos será recolectar la información que nos convenga y pelearnos con cualquiera que esté en desacuerdo con nosotros.

“Es la Escritura la que tiene autoridad final, no nuestro entendimiento de ella. […] Deberíamos ser lo suficientemente humildes para distinguir entre lo que la Biblia afirma y nuestras interpretaciones de ella” (pp. 30, 32).

Otra observación importante es que este debate no es nada nuevo. Teólogos como Justino Mártir, Ireneo, Orígenes, y Agustín debatían hace siglos acerca de la naturaleza de los días de Génesis 1. Estos fueron cristianos serios que (obviamente) no fueron influenciados por la ciencia moderna a la hora de indagar sobre los días de la creación.

Tres perspectivas

En su libro, Lennox presenta[1] tres opiniones principales respecto a cómo interpretar los días de Génesis 1:

La opinión de 24 horas Los días son siete días de 24 horas, de una semana terrenal, hace unos 6000 años.
La opinión día-era Los días están en orden cronológico, cada uno representa un período de tiempo de duración no especificada.
La opinión del esquema conceptual Los días exponen un orden lógico más que un orden cronológico.

 

Tras analizar el texto bíblico y repasar algunas de las objeciones más importantes a cada postura, Lennox señala que “aunque sería posible suponer que la Escritura enseña que la Tierra es joven, no se debe interpretar de esa forma” (p. 47).

La mayoría de los cristianos en la historia han creído que los días de Génesis 1 son días de 24 horas. Pero, si esto cambiara, no sería la primera vez que sucede algo así. Durante muchos siglos, la creencia de prácticamente todos los cristianos (y todas las personas) era que la tierra se encontraba inamovible en el centro del universo, y que todos los cuerpos celestes giraban a su alrededor. Pasajes como 1 Crónicas 16:30, Salmo 93:1, Salmo 104:5, 1 Samuel 2:8, Salmo 19:4-6, y Eclesiastés 1:5 parecen respaldar esta idea. No había razón para pensar que estos textos podían interpretarse de manera diferente. Sin embargo, cuando la ciencia comenzó a proveer evidencias irrefutables de que la tierra en realidad se movía a una velocidad increíble alrededor del Sol, la Iglesia reconsideró su interpretación de los pasajes anteriores.

La historia nos enseña que debemos ser cuidadosos y no saltar a conclusiones precipitadas.

El mensaje de Génesis 1

Aunque vale la pena estudiar y llegar a una conclusión generosa respecto al significado de los días de Génesis, la naturaleza de los mismos no es el punto central de este texto. No debemos perder de vista lo que el autor nos ha querido enseñar en estos importantísimos capítulos de la Escritura: específicamente sobre la naturaleza de Dios y su creación.

  • Dios es diferente de su creación (Gén. 1:1).
  • Dios es personal (Gén 1:26-27).
  • Dios es comunión (Gén 1:26-27).
  • Dios tiene una meta en la creación.
  • Dios crea por su palabra (Gén 1:3).
  • Dios es la fuente de luz (Gén. 1:3).
  • La creación es buena (Gén. 1:31).
  • La necesidad del día de reposo (Gén. 2:3).

No tengamos miedo de explorar y hacer preguntas; al contrario, tengamos un corazón humilde y valiente, dispuesto a aprender. No necesitamos tener todas las respuestas ahora mismo. Podemos buscar agradar a Dios con nuestra mente aquí donde estamos, considerando con fidelidad su revelación natural (la creación) y especial (la Biblia).


[1] Tabla tomada de El principio según Génesis y la ciencia, 39.


Imagen: Unsplash
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