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El Salmo 48 es una maravillosa exultación en Dios y debe servir como una especie de himno guía para la comunidad de fe. La ciudad que se menciona es un presagio de la iglesia, el cuerpo de Cristo formado por todos los santos pecadores, y al igual que en estas preciosas líneas, el santo reconocimiento de Dios debe comenzar y surgir de la reunión de adoración de nuestra asamblea sagrada, y se debe esparcir a través de nuestra presencia misionera diaria en el mundo. La influencia de la iglesia en el mundo se debe ante todo a la adoración y la magnificación de Dios, a anunciar con pasión su gloria y esplendor, y a proclamar que Él reina y gobierna para siempre en Cristo.

Entonces, ¿qué nos dice el Salmo 48 que la iglesia debería hacer y ser? Varias cosas:

1) La iglesia debe traer gozo al mundo (vv. 1-2). Así como la sal y la luz, las personas que han recibido gracia deben traer esperanza a un mundo sin gracia.

2) El mensaje de la iglesia es que Dios es una fortaleza, un refugio en tiempos de problemas (v. 3). La única esperanza para las personas que se han rebelado contra Dios es Dios mismo, específicamente en la justicia ofrecida libremente por Cristo, nuestra roca y redentor.

3) La iglesia deja en claro que Jesús es el Señor por encima de todos los señores, y ella lidera con el llamado radical a un reino revolucionario que desafía y usurpa el de las autoridades y sistemas mundanos (vv. 4-5). ¡Subvertimos la mundanalidad y nos rebelamos contra la rebelión siguiendo a nuestro amoroso Salvador como el Rey cuyos súbditos son verdadera, final, y eternamente libres!

4) La iglesia es franca sobre la santidad y la justicia de Dios, lo que provoca el arrepentimiento y el temor del Señor (vv. 4-8). Contrario a las opiniones de algunos, los mandamientos del Señor no son gravosos para aquellos que han sido liberados de la condena que anuncian a aquellos que no conocen a Dios. Por eso, predicamos las malas noticias como si fueran verdaderamente terribles, para que la santidad que se nos da a través de las buenas noticias sea vista como verdadera e increíblemente buena.

Si la iglesia no exhibe a Dios como amor, muestra que no conoce a Dios.

5) La iglesia se conoce por el amor a Dios. Meditamos en el amor de Dios, incluso (v. 9). Porque si no amamos, no conocemos a Dios. Pero como conocemos a Dios, lo amamos no solo a Él, sino a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Si la iglesia no exhibe a Dios como amor, muestra que no conoce a Dios y, por lo tanto, ni siquiera sería la verdadera iglesia. Porque Dios no solo tiene amor; Él es amor.

6) El celo de la iglesia por la gloria de Dios, por la proclamación de su fama, por la difusión de su alabanza, se derrama fuera de los muros de la ciudad y fluye hasta el fin de la tierra. La iglesia no existe para sus propios fines, para su propio mantenimiento, sino para la gloria de Dios y el bien del mundo. La iglesia, para decirlo simplemente, está en misión (vv. 10-14). Y esta misión es principalmente anunciar la grandeza y la bondad del amor de Dios, demostrado más abundantemente en el evangelio de la vida sin pecado, la muerte sacrificial, y la resurrección gloriosa de Jesucristo. En una era de religión cada vez más consumista, no hay una mejor “declaración de misión” que esta.

7) La iglesia cultiva un legado de la fidelidad de Dios (v. 14). En otras palabras, servimos a un Dios que se casa con nosotros no porque seamos fieles, sino porque Él lo es. Nunca nos dejará ni nos abandonará. ¿Imagínate si la iglesia tratara a otros con la gracia preferente, unilateral, e incondicional que Dios nos ha mostrado? ¿No hablaría eso de la fidelidad de Dios mucho más que nuestro trabajo religioso o legalismo calculado? Adoramos a un Dios que nunca nos abandona. El es fiel. Deja que la iglesia lo crea.

El Salmo 48 es como retrato de una iglesia centrada en el evangelio, es una canción increíble que nos hace reflexionar. Claramente todavía no hemos llegado hasta allí. Pero Dios es fiel, y a pesar de lo que otros piensen de la iglesia, Jesús ha prometido que las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Cuando pienso en eso, cuando pienso en la fidelidad de Dios hacia nosotros, cuando pienso en el amor de Jesús por su novia, y cuando tomo esos pensamientos y los paso por grandes himnos como el Salmo 48, no puedo evitar pensar en cómo la iglesia puede ser y estará (y, ¡sí!, a menudo está) radiante con la gloria de Dios.


Publicado originalmente en For The Church. Traducido por Equipo Coalición.
Imagen: Lightstock.
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