¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

“Y a Aquél que es poderoso para hacer todo mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que obra en nosotros…”, ‭‭Efesios‬ ‭3:20‬.

He visto que muchas veces pongo límites a las expectativas que tengo de cómo Dios actuará en alguna situación de crisis o emergencia.

Mi propio parecer piensa que, si pongo demasiada confianza en algo que espero que Él haga, de alguna manera “no resultará”. Eso no significa que Él no hará algo y que no contestará mi petición, sino que muchas veces la respuesta será diferente a lo que yo pedía. Sí, es mejor de lo que esperaba. Sin embargo, siempre he tenido cierta desconfianza.

Cuando era niño recuerdo sentirme con miedo e inseguridad por alguna situación peligrosa en la ciudad, de manera que oraba pidiendo que Dios nos proveyera de un transporte público para salir de esa área de conflicto lo antes posible. Recuerdo esperar, esperar, y ver que nunca llegaba la ayuda que esperaba. Mi oración parecía no ser contestada, aunque el Señor nos protegió siempre. Simplemente mi solución, no era su solución. Esta y otras experiencias no me llevaron a negar mi fe, pero sí a ser más “realista”, a mi parecer, en cuanto a qué esperar.

Ahora que soy adulto aún me quedo corto en lo que creo que Dios puede hacer en mí, a través de mí, y a pesar de mí. En mi oración prefiero “ir a la segura” y oro para que Dios se manifieste, pero con expectativas bajas de lo que Él va a hacer “por si acaso”. Así creo que protejo mi corazón de desilusiones. Después de esta incrédula oración, mi mente empieza a maquinar una solución al problema, por mi propia cuenta y con mis propios recursos, para salir de él. En conclusión, oro rápidamente, pero me muevo, me preocupo, y trato de arreglar la situación

¿Te ves reflejado en estas líneas? ¿Qué tal si esto revela no solo una no muy buena visión teológica de cómo Dios obra en nuestras vidas, sino también incredulidad y falta de fe? Esto es algo de lo que tú y yo tenemos que arrepentirnos continuamente.

Entender esto es una nueva oportunidad para profundizar en su Palabra, en su carácter, y sus atributos, para alinear nuestro corazón, y volver a poner nuestra esperanza y confianza en Dios. Es una oportunidad para predicarnos a nosotros mismos las verdades del evangelio, de manera que anticipemos con fe y gozo lo que nuestro Buen Padre celestial tiene para nosotros. Además, es importante movernos con intencionalidad en nuestro amor y servicio a Él y a los demás, con la confianza de que fuimos “creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas” (‭‭Ef.‬ ‭2:10‬).

Aunque recuerdo esos momentos cuando era niño y no recibía la respuesta que esperaba, reconozco que Dios ha sido fiel en cuidarme. Aunque no cumplió mis sueños y deseos, Él me ha protegido de mí mismo y de las cosas que pudieron haber sido mucho más dañinas para mi salud espiritual. Aunque ahora de adulto puedo planear mi futuro, estoy seguro de que no será como pienso o quisiera. Y aunque Él no contestó muchas oraciones, sí contestó también muchas otras.

Las buenas noticias para ti y para mí son que, gracias a lo que Cristo hizo en nuestro favor y en nuestro lugar en la cruz del Calvario, la obra que Dios está haciendo en nosotros no depende de nosotros mismos sino de Él. Nuestro Dios hará, “mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que obra en nosotros”. ‭

Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.


IMAGEN: LIGHTSTOCK.
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando