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Tim Keller hizo una resolución. Leer el libro de los Salmos, todos los 150 capítulos, cada mes. Eso fue hace 20 años.

En su nuevo devocional anual, Los cantos de Jesús, Keller y su esposa Kathy nos guían a través de cada versículo en el libro de los Salmos por 365 días. Cada página tiene reflexiones de la Escritura y oraciones modelo, y es un recurso profundamente provechoso para cualquier creyente (y no sería un mal regalo en Navidad, por cierto).

“Las otras Escrituras nos hablan a nosotros”, observó Atanasio (296-373 d. C.), “pero los Salmos hablan por nosotros”. Por 3,000 años, el salterio ha sido el libro de oración y cantos del pueblo de Dios. También era el libro de oración y cantos del Hijo de Dios. Nuestro Salvador citó de los Salmos más que cualquier otro libro bíblico, inclusive mientras respiraba sus últimos alientos (Mt. 27:46; Lc. 23:46).

Le pregunté a Keller por qué Los cantos de Jesús es su libro “más personal e íntimo”, qué hacer con las oraciones imprecatorias, cómo lo han moldeado los Salmos, y más.

¿En qué sentido es Los cantos de Jesús (en palabras de Kathy) “el libro más personal e íntimo de todos los libros de Tim”?

Para cada de las 365 porciones del salterio, Kathy y yo escribimos una reflexión basada en un estudio diligente del pasaje, que muestra cómo Dios ha usado estos textos en nuestras vidas a través de los años, y especialmente en tiempos de dificultad y aflicción. Muchas de las meditaciones vienen de nuestro caminar con Dios. Cuando escribí las oraciones al final de cada página, venían de mi corazón y vida. Así oro estos Salmos ahora, moldeado por años de estudio del libro de los Salmos cada mes.

Afirmas que los salmos son “la manera divinamente ordenada de aprender devoción a nuestro Dios”. Esa es una declaración atrevida. ¿Por qué es este libro de cantos de 3,000 años en el Antiguo Testamento tan importante para los creyentes del siglo XXI?

Finalmente, cuando nos hace un mal, debemos poner la cruz delante de nuestros ojos, recordando que nuestros enemigos merecen lo mismo que nosotros, y que ese castigo cayó en Jesucristo para que nosotros pudiéramos ser perdonados. Este es el recurso poderoso que nos da el Nuevo Testamento para perdonar. Recuerda que, como escribió Alec Motyer, los salmistas inspirados sabían menos de Dios que los cristianos, pero lo amaron mucho más que nosotros. Motyer piensa que estar correctamente enojado sin pecar es extremadamente difícil (Ef. 4:26), y aunque los salmistas nunca cayeron en ese pecado, nosotros no deberíamos intentarlo. Más bien debemos aferrarnos a la cruz y amar a nuestros enemigos.

En efecto, es una declaración atrevida pero no controversial. Hay otras oraciones en la Biblia, pero en ningún lugar tendrás un curso entero de teología en forma de oración, y en ningún otro lugar tendrás representada toda condición posible del corazón, a la par de la manera de procesar esa situación ante Dios. Inclusive el “Padre nuestro” es un resumen de lo que debemos orar, mientras que los Salmos son un programa comprensivo que nos muestran cómo orar el “Padre nuestro”.

¿Cómo deben los cristianos entender y orar los salmos imprecatorios?

Si bien los creyentes concluiremos correctamente que de este lado de la cruz responderemos diferente a las maldades y persecuciones, no debemos de emprender la huida demasiado rápido de estos Salmos y perdernos lo que deberíamos aprender. Una lección es que Dios en efecto odia la injusticia. La mayoría de los cristianos de occidente no han experimentado mucho maltrato violento, y debemos dejar que estos Salmos nos ayuden a sentir la desesperación e impotencia de aquellos que sí. No debemos cerrar nuestros oídos a los gritos de los oprimidos.

Segundo, debemos darnos cuenta que virtualmente siempre (excepto cuando David habla como rey y magistrado civil) el salmista deja la justicia y venganza a Dios, y no toma venganza personalmente, como lo manda el Nuevo Testamento (Rom. 12:19).

Chris Wright observó: “El lamento no solamente es permitido en la Biblia; es modelado en abundancia. Parece que Dios quiere darnos todas las palabras posibles para llenar nuestros formularios de queja, al igual que nuestras notas de agradecimiento”. ¿Cómo puede un cristiano en aflicción lamentarse de una manera que honre a Dios, en lugar de caer en un desahogo catártico?

La respuesta, por supuesto, es dejar que los Salmos de lamento moldeen tu oración de lamento. Los salmistas, a pesar de su intensidad y candor, siempre derraman ante Dios sus sentimientos al rojo vivo. No importa cuán enojado o abatido estés, si usas los Salmos de lamento para que te den palabras en tu oración, no te quedarás sin palabras. Más bien, el lenguaje de los lamentos es tan sorprendente que probablemente te ayudarán a ser más honesto en tus emociones de lo que habrías sido de otra manera.

Pero los lamentos no solo te ayudan a ser honesto emocionalmente, también te llevan al verdadero Dios. Nuestro gran peligro es que en medio de nuestro dolor olvidemos o neguemos que Dios es un Dios de sabiduría, poder, y bondad. Los salmistas, aunque batallando tanto como cualquiera de nosotros, indudablemente nos regresan a la realidad y nos anclan en ella.

¿Hay predicadores o maestros que en tu opinión sobresalen en su trato de los Salmos? Si así fuera, ¿por qué?

Indudablemente. El comentario de los salmos de Derek Kidner, aunque es demasiado breve, es tremendo en su perspicacia y elegancia. Alec Motyer y Tremper Longman han escrito también excelentes comentarios populares. El volumen de Tremper es el mejor para ayudarte a ver cómo cada Salmo apunta a Cristo. El libro por Eugene Peterson, Answering God [Respondiéndole a Dios] está lleno de grandes ayudas para entender y orar los salmos. Peterson me convenció hace años que debía adentrarme profundamente en los Salmos si había de conocer a Dios.

Hace dos décadas, Tim, comenzaste a leer el libro entero de los Salmos cada mes. ¿Cómo te ha moldeado esta experiencia, como cristiano y pastor?

Primero, he aprendido que debo leerlos como cristiano si quiero que me moldeen como cristiano. Es decir, debo ver a Cristo en los Salmos, así como Él mismo lo hizo. Jesús se veía como el sacerdote-rey del salmo 110, la piedra angular del salmo 118, y el que sufre en el salmo 22. Si voy a seguir a mi Señor, debo verlo en los Salmos.

Cuando hago eso, los Salmos me enseñan a hacer las cosas que los salmistas hacen: (1) entregarse a Dios; (2) depender en Dios; (3) buscar consuelo en Dios; (4) encontrar misericordia y gracia en Dios; y (5) obtener perspectiva y sabiduría de Dios, todo esto a través de Jesucristo.

Finalmente, los Salmos me dan como pastor un “cajón de medicina” para ayudar a la gente a hacer estas cosas, también. No tengo por qué solamente exhortar a otros a que encuentren a Dios en su situación. Puedo encontrar esa situación representada en el salterio y luego leer (y orar) el salmo con ellos, el cual les muestra cómo vivir ante Dios en su condición.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Emanuel Elizondo.

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