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“Porque ustedes, hermanos, a libertad fueron llamados; sólo que no usen la libertad como pretexto para la carne, sino sírvanse por amor los unos a los otros”, ‭‭Gálatas‬ ‭5:13‬.

Muchas veces, cuando hablamos de la libertad que tenemos en Cristo (v. 1), nuestra reacción inicial es pensar solo en las implicaciones personales de esta libertad.

Esto se debe a que es fácil sentirnos abrumados por la sociedad y por nuestra naturaleza pecaminosa, que luchan continuamente contra nuestra nueva naturaleza para hacernos esclavos otra vez, o para hacernos sentir como si esta libertad todavía no hubiese sido alcanzada.

Sin embargo, somos llamados a vivir a la luz de la libertad que Cristo ganó por nosotros, confiando en que su Espíritu nos da el poder para ver y experimentar cambios profundos en nuestras vidas. Somos llamados a crecer funcionalmente en esta libertad o, dicho de otra manera, encontrar mayor libertad en ciertas áreas específicas al aplicar funcionalmente el evangelio a ellas.

Por ejemplo, por el poder de Dios obrando en nosotros, podemos ser cada vez más libres de la opinión de los demás, pues sabemos que somos aceptados por Dios y nuestra identidad está en Cristo. También, aplicando el evangelio a nuestras vidas, experimentamos mayor libertad ante la condenación que trae a nuestra mente el enemigo, o aún nosotros mismos, pues sabemos que somos perdonados y nuestra seguridad se halla en Él. Además, podemos encontrar mayor libertad a la interminable búsqueda de la felicidad, pues sabemos que nuestra satisfacción está en Dios.

Pero además de todo esto, el versículo principal y el resto del pasaje muestran una dimensión social que viene de la libertad que tenemos en Cristo. El amarnos a nosotros mismos nos encadena en lugar de liberarnos. Encontramos una libertad especial cuando nuestras preferencias, derechos, y privilegios pasan a un segundo término.

Sin embargo, este tipo de amor sacrificial por los demás, con las características de los versículos 22 y 23, no viene a nosotros de forma natural y orgánica. Es solo el amor de Cristo que nos apremia a vivir de esta forma, a la luz del evangelio y por el poder del Espíritu.

“Pues el amor de Cristo nos apremia, habiendo llegado a esta conclusión: que Uno murió por todos, y por consiguiente, todos murieron. Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para Aquél que murió y resucitó por ellos”, 2 Corintios‬ ‭5:14-15‬.

Las buenas noticias para ti y para mí son que, gracias a la obra de Cristo en nuestro favor y en nuestro lugar, podemos ser libres del amor a nosotros mismos. Podemos experimentar la libertad y el gozo de darnos a los demás, como una expresión de amor a Dios sin buscar nada a cambio.

Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.


IMAGEN: LIGHTSTOCK.
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