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Cuando usted sostiene una Biblia en sus manos, está sosteniendo uno de los objetos más preciosos que se pueda imaginar. Ningún artefacto antiguo, ninguna obra de arte famosa o diamante gigante es más precioso que cualquier medio que comunique la revelación propia de Dios.

La Biblia no es solo el libro más veces impreso, distribuido, y citado en la historia de la humanidad; es la palabra de Dios para nosotros. Son las propias palabras de Dios resumidas en una sola palabra coherente (un mensaje). No son las páginas y la tinta en sí mismas las que poseen tal valor. No son meros símbolos y tildes, letras y marcas, sino el contenido de lo que Dios mismo ha dicho.

Qué maravilla es que hoy tengamos en un solo volumen (o app, o colección de audio) el registro de las palabras inspiradas de Dios para la humanidad dadas a través de sus profetas y apóstoles. Tony Reinke celebra la maravilla del acceso que hoy tenemos a la palabra de Dios:

A medida que el plan de Dios pasaba de una religión que podríamos denominar “vengan y vean” (Antiguo Testamento), a un enfoque de “id y haced” (el Nuevo Testamento), el cincel y la piedra dieron paso a los avances primitivos en papel y tinta, haciendo posible que la comunicación por tecnología escrita pudiera avanzar. Las palabras de Dios, primero rayadas sobre piedra, luego sobre pieles de animales procesadas, ​y luego sobre productos de árboles, se convertirían en la pieza central del Creador para reunir a su pueblo separado por continentes, lenguas, y milenios. Con el tiempo, los muchos rollos del Antiguo Testamento, y los muchos libros y cartas del Nuevo Testamento fueron reunidos en un códice, traducidas y publicadas en masa como un solo libro de autoridad unificada que ahora convenientemente llevamos en una sola mano. Cada vez que abrimos nuestras Biblias, nuestras almas se alimentan a través de siglos de avance tecnológico. (12 Ways Your Phone is Changing You [12 maneras en que tu teléfono te ha cambiado), 32-33).

De esta manera, la Biblia es la pieza de tecnología más importante que usted alguna vez haya tocado. Entonces, ¿qué podemos hacer con ella? ¿Cómo aprovechar al máximo algo tan valioso?

La Biblia es la pieza de tecnología más importante que usted alguna vez haya tocado.

Lo primero

La primera respuesta obvia es leerla. Esa es la forma inicial más básica y sencilla de involucrarse con cualquier colección de palabras. Los libros se escriben y se publican para ser leídos. Los autores bíblicos escribieron las historias, visiones, profecías, y cartas para que otras personas en sus días, y para aquellos que vendrían después de ellos, pudieran leer lo que Dios había dicho y hecho en la historia (o que otros lo leyeran en voz alta).

El alimento bíblico comienza a la velocidad de la lectura. Al igual como un productor de películas diseña su carrete para ser visto a una velocidad normal, de igual manera el aprovechamiento de la Biblia comienza con la lectura típica, tal vez a la velocidad que usted está leyendo este artículo. Pero la lectura es solo el comienzo de un fructífero compromiso con la Biblia.

La Biblia es un libro, pero no es un libro ordinario, y por eso hacemos mucho más que simplemente leerlo. Permítanme sugerir cinco acciones sencillas pero transformadoras que puede tomar con la Biblia.

1. Haga preguntas, espere respuestas.

Sí, la Biblia es un libro muy antiguo, pero no hasta el punto en el que se desintegre en sus manos. Debe manejar las palabras de Dios con cuidado, pero no porque sean frágiles. Su palabra cumplirá con los desafíos más exigentes de un cínico. Dios puede responder sus preguntas. Todas. Cada pregunta legítima tendrá su respuesta a su debido tiempo.

No tenga miedo de hacer una pausa y plantear preguntas, las más simples y las más difíciles, y luego espere encontrar respuestas. Esté listo para hacer lo que se necesite para encontrarlas. Llamamos a esto: estudio bíblico. Puede consumirle mucho tiempo y ser muy gratificante. Tal vez el principal obstáculo que nos impide hacerlo bien hoy no es que no seamos lo suficientemente inteligentes, sino que somos demasiado perezosos para usar la energía necesaria para hacer las preguntas difíciles, y el tiempo que se necesita para perseguir las respuestas.

2. Haga una pausa y reflexione.

El estudio moldea la mente, pero la antigua práctica de la meditación alimenta el corazón. La meditación es procesar con dedicación el alimento bíblico. El estudio hace lenta nuestra lectura de cierta manera, pero la meditación lo hace de otra, y a otro grado. La meditación es casi seguramente la manera más subestimada en nuestros días de estudiar la Biblia.

Si la lectura “ve” la película a una velocidad normal, y el estudio la “observa” en cámara lenta, la meditación congela la imagen, y luego goza del brillo y la gloria de lo que está sucediendo en ese momento específico. La meditación hace pausa no para descubrir el significado, sino para empujar nuestras almas hacia el significado, y así tratar de encontrar un mayor sentido de ello en nuestros corazones. La meditación canaliza el alimento bíblico hacia el corazón, toma el trabajo mental de leer (y estudiar), y lo empuja hacia abajo a nuestras emociones, para sentir mejor el peso de lo que todo significa. La meditación también hace buen par con el aprender de memoria pasajes de la Biblia, y he encontrado que la memorización más fructífera es una forma rigurosa de meditación.

3. Responda en oración.

El siguiente paso más natural después de meditar en la palabra de Dios es hablarle en oración. Podemos “orar la Biblia” en al menos dos sentidos: uno estricto y otro más sustancioso. Es posible que desee orar a Dios las palabras exactas del texto bíblico, citando exactamente lo que Él nos está diciendo. Pero otra manera de orar la Biblia es tomar sus palabras, meditar en ellas, aprisionarlas en nuestros corazones, y hacerlas nuestras; y entonces orar de nuevo a Dios, en nuestras propias palabras, teniendo en cuenta lo que hemos oído de Él en su hablar con nosotros.

De cualquier manera, no deje el ciclo de comunión incompleto leyendo, estudiando, e incluso meditando las palabras de Dios, y luego dándose la vuelta para alejarse. Eso no es una relación. ¡Qué asombroso es que Dios no solo se dé a conocer a nosotros, Él no solo nos habla, sino que también quiere oír de nosotros! Él escucha, y la oración es un regalo asombroso.

Él no solo nos habla, sino que también quiere oír de nosotros.

Aún no hemos aprendido la plenitud de lo que podemos hacer con una Biblia si ella no nos inspira y guía nuestras oraciones.

4. Obedecer.

La oración es un buen paso inicial de respuesta a las palabras del Dios del universo, pero es necesario decir que la obediencia es esencial. Cuando abrimos la Biblia, entramos en contacto con el Rey de reyes. En Cristo, nos acercamos a su trono de gracia. Escuchar sus palabras, y no obedecerlas, es una bomba de tiempo. Él es paciente y amable (Ro. 2:4), Él hace que el sol se levante sobre los justos e injustos (Mt. 5:45), Él es paciente con nosotros, no queriendo que ninguno perezca (2 P. 3:9), pero no siempre soportará nuestra desobediencia.

Ore para que nunca pierda la profunda seriedad de entrar en contacto con la verdadera palabra de Dios.

5. Comparta.

Una forma en particular de compartir la palabra de Dios es la lectura con otra persona de la Biblia. Invite a un vecino, compañero de trabajo, o amigo, a sentarse con usted y leer un breve pasaje juntos (tal vez de los evangelios), y discutirlo durante unos minutos. Tomar las mismas palabras de Dios en la Biblia como catalizador para interactuar con otros es poderoso. La lectura de la Biblia con otro puede ser el paso más eficaz que usted puede tomar para llevar a un incrédulo a la fe.

Otra manera de compartir las palabras de Dios, ya sea citándolas exactamente o parafraseándolas para aclarar su significado, es ponerlas en los diversos medios de comunicación en nuestras vidas. Ya se trate de un correo electrónico alentador o un mensaje de texto, o algo que mencionamos en el transcurso de una conversación, o al orar en voz alta con los demás, o incluso compartir a través de las redes sociales, tenemos docenas de oportunidades cada día para compartir lo que hemos leído en la palabra de Dios.

Leer la Biblia es solo el comienzo para experimentar el peso y la maravilla de las verdaderas palabras de Dios. La próxima vez que se siente con la Biblia, tómelo con calma, incline su alma hacia la propia voz de Dios, y no la suelte hasta que Él le bendiga.


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Carlos Andrés Franco Chacón
Imagen: Lightstock.
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