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La semana pasada la Iglesia alrededor del mundo lloró por las vidas de nueve cristianos que fueron asesinados en la iglesia Emanuel A.M.E en Charleston, South Carolina. El asesino, Dylann Roof, fue capturado poco después, y aparentemente forma parte de un grupo racista. Él ahora espera juicio y ha sido visitado por los familiares de las víctimas, quienes le han ofrecido perdón y la oportunidad para arrepentirse. Realmente es un testimonio impactante de la gracia de Dios.

El sábado por la noche, mientras me preparaba para ir a la cama, vi las malas noticias de que nuevamente la Iglesia había sido atacada. Esta vez, mucho más cerca a mi puerta.

Durante un servicio religioso, hombres armados entraron a una iglesia evangélica en la zona 10 de Mixco, Guatemala, y empezaron a disparar a la gente. Los Bomberos Voluntarios reportaron que entre las víctimas se encontraron siete adultos y cuatro menores. Dos de las víctimas fallecieron y los demás se encuentran en estado delicado.

Una vez más, la Iglesia llora por sus miembros.

Un mundo de malas noticias

Vivimos en un mundo de malas noticias. En Guatemala, ya nos hemos acostumbrado a vivir esperándolas. Nos hemos acostumbrado a ver cadáveres en las portadas de los periódicos. Nos hemos acostumbrado a siempre sentirnos inseguros por los ladrones que vienen a la ventana de tu automóvil mientras estés parado en tráfico para robarte el celular. Nos hemos acostumbrado a sentirnos aún menos seguros cuando llegan los policías a la escena del crimen, si es que llegan. Nos hemos acostumbrado a vivir las malas noticias cada día de nuestras vidas.

Y en esta vida, esas noticias solo empeorarán.

¿Cuál es el problema?

Aún no se sabe la razón por la que estos hombres entraron a matar a los miembros de esta iglesia (se especula que el ataque se debe a extorsión). Pero no creo que nadie estaría en desacuerdo al decir que Guatemala tiene un problema con la violencia, al igual que con el racismo, la corrupción, y la injusticia social. Y todas estas cosas, de una manera u otra, encuentran su raíz en el pecado.

Sí, Guatemala (y muchos otros países en Latinoamérica) necesita mejores gobernantes, leyes, y trabajadores civiles para proteger a sus ciudadanos. También de una iglesia que cumpla su labor en el servicio de los huérfanos, viudas y necesitados; con una voz profética que influya en las esferas sociales. Pero a fin de cuentas, estas cosas solas no pueden cambiar a una nación ni tienen el poder para erradicar el pecado del corazón del hombre.

Después de todo, cuando hablamos de la violencia, el racismo, la corrupción, y la injusticia social, estamos hablando del pecado.

Corramos a Cristo

En momentos como estos, realmente tenemos una sola esperanza: Cristo. Jesús mismo es las buenas noticias del evangelio, y mientras que vivamos en un mundo donde veamos malas noticias en las portadas de los periódicos cada día, necesitamos volver al evangelio también cada día.

En situaciones como esta, el evangelio nos dice que tenemos una futura esperanza en Cristo. Él nos salvó en el pasado para transformarnos en el presente para poder vivir en perfecta harmonía con Dios en el futuro. El día vendrá en que ya no habrá más violencia. Y eso se cumplirá por lo que Jesús ya cumplió en la cruz.

El evangelio es nuestra única esperanza.

Los gobiernos pueden otorgar derechos a personas de todas razas, pero solo el evangelio puede eliminar el racismo en tu corazón.

Los gobiernos pueden establecer leyes contra la violencia, pero solo el evangelio puede convertir un corazón violento en un corazón compasivo.

Los gobiernos pueden llevar criminales a juicio, pero solo el evangelio nos puede llevar a perdonarles.

Oremos por nuestros países y por las familias de aquellos afectados directamente por este acto de violencia. Hoy estoy orando por las víctimas en esta iglesia de mi país. Y oro que el escuchas tantas malas noticias tenga un mismo efecto en la Igleisa y en los incrédulos: que corramos a Cristo. Cada día.


Crédito de imagen: © Wilder López/Soy502
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