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La voz de Dios no está tan oculta como crees

Muchos no cristianos han argumentado que si Dios realmente existe, Él hablaría audiblemente o se mostraría a aquellos que se lo piden. Una vez le preguntaron al ateo Bertrand Russell qué le diría a Dios si se encontrara con Él en la próxima vida. Rusell respondió: “Dios, no nos diste suficiente evidencia”.

Sin embargo, los no creyentes no son los únicos que luchan con un Dios que parece oculto. Las Escrituras están llenas de ejemplos de creyentes desesperados por ver una prueba de Dios o de sus promesas (por ejemplo, Gn. 15:8; Éx. 33:18; Sal. 73; Mt. 11:3; Jn. 20:25).

Y Dios, de una manera u otra, respondió a su solicitud.

Dudando tus dudas

El pastor David Bisgrow ha dicho que debajo de las dudas yacen creencias que no pueden ser probadas.

Por ejemplo, detrás de la pregunta del ocultamiento de Dios está la creencia de que, si Dios es real, Él se revelaría a sí mismo de maneras obvias: en las nubes, en una voz de trueno desde el cielo, o apareciendo visiblemente ante nuestros ojos. Pero esta creencia no puede ser probada. ¿Quiénes somos nosotros para decidir cómo Dios debe revelarse a sí mismo a sus criaturas?

Además de reconocer las suposiciones detrás de nuestras dudas, debemos también reconocer las formas en que Dios se ha revelado a sí mismo.

¿Quiénes somos nosotros para decidir cómo Dios debe revelarse a sí mismo a sus criaturas?

Dios se revela a sí mismo en la creación que declara Su gloria; esta es la afirmación de David en el Salmo 19 y el argumento de Pablo en Romanos 1. El lugar donde Dios se ha revelado a sí mismo de manera más explícita, sin embargo, es en la Escritura. De hecho, se puede argumentar que la manera más confiable en la que Dios se revela a sí mismo es a través de la Palabra escrita.

Piénsalo: en un ambiente académico, a ningún estudiante se le permitiería citar solo una conversación privada como una fuente. Siempre se prefiere la cita de un libro o artículo publicado. ¿Por qué, entonces, consideraríamos una conversación privada con Dios como algo más confiable que un libro que puede ser leído y examinado por todos? Es mucho más fácil dudar de algo que es privado y que está confinado a un individuo.

Por ejemplo, si Dios decidiera hablar audiblemente a individuos, ¿no dudarían ellos de esa experiencia? ¿Cómo podrían los demás verificar lo que Dios les dijo o asegurarse de la verdad que ellos han escuchado?

En las Escrituras, sin embargo, tenemos el beneficio de no depender de nosotros mismos para entender lo que es verdad. Podemos leerla en comunidad. La verdad de Dios no está sujeta a nuestros caprichos personales; está disponible para que todos la puedan ver y verificar. La Escritura es mejor que la revelación privada.

La revelación perfecta de Dios

No necesitamos pedirle a Dios constantemente que verifique lo que Él ha dicho o que nos asegure sus promesas. Están ahí para que todos nosotros podamos verlas

Dios también se ha revelado a sí mismo en su Hijo, la imagen del Dios invisible. El autor de Hebreos lo pone de esta manera: “Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por Su Hijo” (Heb. 1:1-2).

Lee Strobel, un antiguo ateo, escribió que él no puede pensar en un evento mejor atestiguado en la historia antigua que la muerte y resurrección de Cristo. En su libro, El caso de Cristo, él escribe de Sir Lionel Luckhoo, un renombrado abogado quien se convirtió a Cristo a la edad de 64 años. Luckhoo dijo que él:

“Sometió los hechos históricos acerca de la resurrección a su propio análisis riguroso durante varios años antes de declarar: ‘Afirmo inequívocamente que la evidencia a favor de la resurrección de Jesucristo es tan abrumadora que obliga a su aceptación mediante prueba que no deja absolutamente ningún lugar a dudas’”.

La realidad histórica de la muerte y resurrección de Cristo, junto con su propia perspectiva de la suprema autoridad de las Escrituras, es en gran parte la razón por la cual podemos decir confiadamente que la Biblia es Dios hablándonos a nosotros. Todas las cosas son sostenidas en Cristo, en el universo y en su Palabra (Col. 1:16).

Podemos decir que Dios no se ha revelado a sí mismo de todas las maneras que nosotros quisiéramos, pero no podemos decir que no se ha revelado a sí mismo de la manera más confiable.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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