¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

Cuando comprendemos la teología reformada, no solo cambia nuestra comprensión de la salvación, sino también nuestra comprensión de todo.

Es por esta razón que cuando las personas luchan con las doctrinas rudimentarias de la teología reformada y llegan a comprenderlas, a menudo sienten que han sido convertidos por segunda vez. De hecho, como muchos me han admitido, la realidad es que algunos en verdad se han convertido por primera vez. Fue a través del análisis de la teología reformada que se encontraron cara a cara con la cruda realidad de su corrupción radical y muerte en el pecado, la elección incondicional de Dios de los suyos y condenación de los demás, el cumplimiento de la promesa de Cristo de redimir su pueblo, la gracia eficaz del Espíritu Santo, la razón por la cual perseveran por medio de la gracia de Dios, y la manera en que Dios actúa en toda la historia para su gloria.

Cuando las personas se dan cuenta de que, en última instancia, no eligieron a Dios, sino que Él los eligió, naturalmente llegan al punto de admitir humildemente la asombrosa gracia de Dios hacia ellos. Es solo entonces, cuando reconocemos lo miserables que realmente somos, que podemos verdaderamente cantar “Sublime Gracia”. Y eso es precisamente lo que hace la teología reformada: nos transforma de adentro hacia afuera y nos lleva a cantar, nos lleva a adorar a nuestro soberano y trino, misericordioso y amoroso Dios en toda la vida. No solo los domingos, sino todos los días. La teología reformada no es solo una insignia que usamos cuando ser Reformado es popular y genial. Es una teología que vivimos y respiramos, confesamos y defendemos incluso cuando se encuentra bajo ataque.

Los reformadores protestantes del siglo XVI, junto con sus predecesores del siglo XV y sus descendientes del siglo XVII, no enseñaron y defendieron su doctrina porque era genial o popular, sino porque era bíblica, y arriesgaron sus vidas por ello. No solo estaban dispuestos a morir por la teología de la Escritura, sino que también estaban dispuestos a vivir por ella, sufrir por ella, y ser considerados tontos por ella. No se engañen: los reformadores fueron audaces y valientes no en base a tener seguridad en sí mismos y por su autosuficiencia, sino por el hecho de que habían sido humillados por el evangelio. Eran valientes porque el Espíritu Santo moraba en ellos y los equipaba para proclamar la luz de la verdad en una oscura época de mentiras. La verdad que predicaron no era nueva; era antigua. Era la doctrina de los mártires, los padres, los apóstoles, y los patriarcas. Era la doctrina de Dios establecida en las Sagradas Escrituras.

Los reformadores no inventaron su teología; más bien, su teología los hizo ser quienes eran.

Los reformadores no inventaron su teología; más bien, su teología los hizo ser quienes eran. La teología de la Escritura los hizo reformadores. Ellos no se propusieron ser reformadores; se propusieron ser fieles a Dios y a la Escritura. Ni las solas de la Reforma ni las doctrinas de la gracia (los cinco puntos del calvinismo) fueron creadas por los reformadores, ni fueron en ninguna manera la suma total de la doctrina de la Reforma. Más bien, se convirtieron en premisas doctrinales subyacentes que sirvieron para ayudar a la Iglesia de épocas posteriores a confesar y defender lo que ella cree. Incluso hoy en día hay muchos que piensan que abrazan la teología reformada, pero su teología reformada solo llega tan profundo como las solas de la Reforma y las doctrinas de la gracia. Es más, hay muchos que dicen adherirse a la teología reformada, pero lo hacen sin que nadie sepa que son reformados. Tales “calvinistas de armario” no confiesan ninguna de las confesiones históricas reformadas de los siglos XVI o XVII, ni emplean un lenguaje teológico claramente reformado.

Sin embargo, si realmente nos adherimos a la teología reformada conforme a las históricas confesiones reformadas, no podemos evitar ser identificados como reformados. En verdad, es imposible permanecer como un “calvinista de armario”, y es imposible continuar siendo reformado sin que nadie lo sepa. Saldrá a la luz inevitablemente. Para ser históricamente reformado, uno debe adherirse a una confesión reformada, y no solo adherirse a ella, sino también confesarla, proclamarla, y defenderla. La teología reformada es fundamentalmente una teología confesional.

La teología reformada es también una teología universal. Transforma no solo lo que sabemos, sino también la manera en que conocemos lo que sabemos. No solo transforma nuestra comprensión de Dios, sino también nuestra comprensión de nosotros mismos. De hecho, no solo transforma nuestra perspectiva de la salvación, sino que también cambia la forma en que adoramos, evangelizamos, criamos a nuestros hijos, tratamos a la iglesia, oramos y estudiamos las Escrituras. Cambia la forma en que vivimos, nos movemos, y lo que somos.

La teología reformada no es una teología que podamos ocultar, y no es una teología de la que simplemente podamos hablar de boca para afuera. De hecho, ese ha sido el hábito de herejes y teólogos progresistas a lo largo de la historia. Afirman adherirse a sus confesiones reformadas, pero en realidad nunca las confiesan. Afirman ser reformados solo cuando están a la defensiva, cuando su teología progresista (aunque popular) está siendo cuestionada y, si son pastores, solo cuando sus trabajos están en juego. Mientras que los teólogos liberales pueden estar en iglesias y denominaciones que se identifican como “reformadas”, se avergüenzan de tal identidad y han llegado a creer que ser conocidos como “reformados” es una piedra de tropiezo para algunos y una ofensa para otros. Por otra parte, de acuerdo con las marcas históricas y ordinarias de la Iglesia, la predicación pura de la Palabra de Dios, la oración según la Palabra de Dios, el uso correcto de los sacramentos del bautismo y la cena del Señor, y la práctica consistente de la disciplina eclesial, estas iglesias “reformadas” a menudo ni siquiera son iglesias verdaderas. Hoy en día, existen muchos laicos y pastores que se encuentran en iglesias y denominaciones tradicionalmente reformadas y protestantes que, junto con sus iglesias y denominaciones, abandonaron sus lazos reformados y rechazaron sus confesiones hace años.

Necesitamos hombres en el púlpito que sean audaces e inquebrantables en su proclamación de la verdad, y que a la vez sean amables y compasivos.

Contrario a esta tendencia, lo que más necesitamos son hombres en el púlpito que tengan el valor de ser reformados: hombres que no se avergüenzan de la fe que una vez le fue entregada a los santos, sino que están dispuestos a luchar por ella, no de boca para afuera, sino con toda su vida y todo su poder. Necesitamos hombres en el púlpito que sean audaces e inquebrantables en su proclamación de la verdad, y que a la vez sean amables y compasivos. Necesitamos hombres que prediquen sin adornos la verdad de la teología reformada a tiempo y fuera de tiempo, no con un dedo apuntando a la cara sino con un brazo alrededor del hombro. Necesitamos hombres que amen las confesiones reformadas precisamente porque aman al Señor nuestro Dios y a su inmutable, inspirada, y autoritaria Palabra.

Solo cuando haya hombres en el púlpito que tengan el coraje de ser reformados, tendremos personas en el banco de la iglesia que capten la teología reformada y sus efectos en toda la vida, para que podamos amar más a Dios con todo nuestro corazón, alma, mente, y fuerzas, y ​​amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Esa es la teología que reformó a la Iglesia en el siglo XVI, y esa es la única teología que traerá reforma y avivamiento en el siglo XXI. En nuestros días de liberalismo teológico radical progresista, lo más radical que podemos ser es ortodoxos de acuerdo con nuestras confesiones reformadas, pero no con arrogancia sino con valentía, y compasión por la Iglesia y los perdidos, todo para la gloria de Dios, y solamente su gloria.


PUBLICADO ORIGINALMENTE EN LIGONIER. TRADUCIDO POR DIANA RODRÍGUEZ.
IMAGEN: LIGHTSTOCK.
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando