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Algunos se perturban cuando escuchan hablar de la elección soberana de Dios, porque se imaginan a Dios impidiendo a los pecadores no elegidos que se conviertan y se salven. Pero nada puede estar más lejos de la realidad. Dios no se deleita en la condenación de los pecadores (Ez. 18:32), y sí se deleita en la salvación de los perdidos (Mi. 7:18).

Precisamente por eso, y sabiendo de antemano que ningún pecador querrá venir a reconciliarse con Él, Dios ha decidido, por Su soberana voluntad, vencer la obstinación de muchos para que vengan voluntariamente a Cristo en arrepentimiento y fe (Jn. 6:37, 44). Así que el pecador impenitente no se condenará porque no ha sido elegido, sino porque está muerto en sus delitos y pecados y no desea rendirse ante Dios y aceptar lo que Él ofrece en Cristo de pura gracia en el evangelio (comp. Rom. 3:10-12; Ef. 2:1-3; 4:17-18).

Dispuesto a perdonar

La Biblia no enseña en ningún lugar que para venir a Cristo debemos investigar primero si somos elegidos. La Palabra de Dios más bien nos invita a venir, dándonos la seguridad de que si venimos por fe, clamando por misericordia y perdón, no seremos desechados (Jn. 6:37).

La razón por la que muchos se perderán y no vendrán a Cristo no es que Dios se los impedirá. Dios no impide a nadie que venga, porque Él se deleita en perdonar. La razón por la que no vienen es por su pecado, por la dureza de sus corazones.

Pero he aquí una buena noticia: Cristo tiene poder para vencer la obstinación del pecador, y ese poder obra a través de la predicación del evangelio. Esa es la razón por la que no nos cansamos de predicar, porque ese Dios que ha escogido a muchos para salvación, ha escogido también el medio a través del cual serán salvos, y el medio primordial escogido por Dios es la predicación del evangelio de Cristo (Rom. 1:16; 10:14-15, 17; 1Cor. 1:18; 2Cor. 4:3-6).

Responsables ante un Dios soberano

Así que el pecador tiene la responsabilidad de responder al llamado de Dios cuando escucha la predicación del evangelio (Hch. 17:30). Nadie debe tratar de conocer si es uno de los escogidos para venir a Cristo en arrepentimiento y fe. Aquel que ha comprendido que es un pecador y que necesita ser salvo debe responder al llamado de Dios clamando por misericordia, confiando únicamente en Aquel que siendo Dios se hizo Hombre y murió en una cruz para pagar la deuda de todos aquellos a quienes vino a salvar.

Dios es soberano, el hombre es responsable. Ambas verdades son reveladas claramente en la Biblia. Eliminar una de las dos para solucionar esta aparente paradoja no solo es torcer las Escrituras, sino confiar más en nuestro intelecto que en la sabiduría de Dios.

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