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Sin lugar a dudas lo que verdaderamente somos en nuestro interior afectará cada área de nuestra vida en la que nos desenvolvemos y que están bajo nuestra responsabilidad. Es por esto que la prioridad de cada creyente debe estar en “ser antes que hacer”. Lo que hacemos procede de lo que somos.

Es fundamental para nuestro caminar cristiano que tengamos bien claro lo que somos y, sobre todo, quiénes somos en Cristo. Somos mujeres redimidas para ser libres y completas, mujeres en el sentido más pleno de la palabra. Hemos sido perdonadas y cambiadas por el Espíritu Santo, y seguimos siendo transformadas a la imagen de nuestro Señor Jesucristo.

Por lo tanto, la primera prioridad de la mujer cristiana debe ser su Señor y su relación con Él. Aquello que puede traer trasformación a nuestras vidas es una relación íntima con nuestro Salvador. Jesús nos dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”, Lucas 10:27. No importa si tienes familia, si eres soltera, viuda o divorciada, la prioridad en tu vida debe ser Dios mismo y como nos enseña su Palabra, nuestro amor hacia Él debe ser con todo nuestro ser.

Ahora bien ¿cómo podemos mantener y fomentar esa relación con el Señor? Lo sabemos todas de memoria ¿verdad? Debemos cuidar de esa devoción a Dios cada día de nuestra vida, pero ¿cómo?:

1) Debemos leer la Biblia cada día.

Su Palabra es la fuente de toda verdad y el alimento para nuestras almas. “Pero El respondiendo, dijo: Escrito está: “NO SOLO DE PAN VIVIRA EL HOMBRE, SINO DE TODA PALABRA QUE SALE DE LA BOCA DE DIOS”, Mateo 4:4. De la misma manera en la que procuramos el alimento físico así debemos preocuparnos por obtener el alimento espiritual. Conocer y obedecer su Palabra es esencial para nuestra vida como creyentes.

2) Debemos orar y estar en comunión con el Señor cada día.

No me cansaré de insistir en este tema, si no tienes un tiempo a solas con tu Señor diariamente, tu vida espiritual va a decaer y a flaquear. No estoy hablando ahora de si oras con tu esposo y tus hijos, o si lo haces antes de cada comida, estoy hablando de ti misma, a solas con tu Señor. Debemos en oración derramar nuestro corazón a Dios. Toda tentación, toda prueba, toda dificultad, toda inquietud debe ser llevada al trono de la gracia, “Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna”, Hebreos 4:16. Debemos buscar esa devoción a Dios y ser conscientes de su presencia en nuestra vida.

Sé que vivimos una vida moderna muy agitada, con prisas, con tensiones, a veces no nos alcanzan las 24 horas del día. Entramos, salimos, batallamos con los hijos, comemos, nos recreamos, trabajamos, tenemos celebraciones y actividades que realizar, deportes, salidas etc. Y miles de cosas más que no dejan tiempo absolutamente para nada.

Bueno, pues si es así, tienes que sacar tiempo para lo más importante, para que el motor de tu hogar siga funcionando y para que el día lo empieces poniéndolo delante del Señor y poniendo tu vida y tu corazón en sus manos. Si tienes que levantarte más temprano, pues te levantas, pero no seas negligente en tu devoción a Dios. Haz los arreglos que sean necesarios y recuerda que tu tiempo a solas con Dios es más importante que cualquier otra cosa de tu día.

Hay algunos cristianos que dicen que ellos solo oran cuando lo sienten, ¡qué engaño de Satanás! Si es así, seguro que nunca oraríamos. Acordémonos de Daniel que tenía como costumbre orar tres veces al día, era una buena costumbre. Las costumbres no tienen por qué ser malas, al revés, hay costumbres que son buenísimas y debiéramos practicarlas, como el tiempo devocional diario.

Fallamos mucho en esto por culpa del enemigo, pero no nos engañemos, también es por nuestro propio pecado y por nuestra negligencia. Fíjate que una de las cualidades de la mujer de Proverbios es que teme al Señor, ese temor viene de su relación con Él y del conocimiento de su Palabra.

En el versículo 26 dice que “Abre su boca con sabiduría, y la ley de clemencia está en su lengua”, ¿cómo puede ser esto? El principio de la sabiduría es el temor del SEÑOR, y el conocimiento del Santo es inteligencia”, Proverbios 9:10. ¿Cómo puede tener la ley de clemencia en su lengua?, porque la lee, indaga en la Palabra de Dios, la memoriza y la guarda en su corazón. Para esto, es necesario disciplina, tiempo y constancia.

Una vida de comunión con Él debe ser la prioridad en tu caminar. Procura ser una mujer que se preocupa por cultivar una relación con su Señor.

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