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La historia: Un nuevo estudio reveló que el COVID-19 ha fortalecido la fe religiosa, particularmente la fe de los evangélicos. Esta es la manera en que la obediencia hace que nuestra fe crezca y nos haga “antifrágiles”.

Antecedentes: Una encuesta del Pew Research Center (Centro de Investigaciones Pew) realizada en el verano del 2020 reveló que los estadounidenses dijeron que la pandemia ha afirmado su fe, más que las personas en otros países económicamente desarrollados. Casi tres de cada diez estadounidenses (28%) informaron tener una fe más fuerte debido a la pandemia, y el mismo número cree que la fe religiosa de los estadounidenses en general se ha fortalecido, según la encuesta que incluye catorce países económicamente desarrollados.

En otras partes del mundo, sin embargo, la fe religiosa no ha tenido tal efecto. Solo el 10% de los adultos británicos dice que su fe es más fuerte como resultado de la pandemia, y el 14% cree que la fe de los británicos en general ha aumentado debido al COVID-19. En Japón, solo el 5% de las personas dice que la religión juega un papel más importante en sus vidas y en las vidas de sus conciudadanos.

Las mayorías o pluralidades en todos los países encuestados no creen que la fe se haya fortalecido por la pandemia, incluyendo al 68% de los adultos estadounidenses que dicen que su fe no ha cambiado mucho y el 47% que dice que la fe de sus compatriotas es casi la misma. La presencia de evangélicos blancos parece haber reforzado los resultados estadounidenses.

Como señala Pew, los evangélicos blancos se encuentran entre los grupos más religiosos del país, según una variedad de medidas estándar. (Es frustrante que Pew continúe usando “evangélicos blancos” como un subgrupo en situaciones como esta que se aplicaría por igual a todos los grupos raciales y étnicos dentro del cristianismo evangélico. Si Pew ampliara la pregunta a todos los evangélicos, los resultados serían casi con certeza lo mismo).

Casi la mitad (49%) de los evangélicos blancos dicen que su fe religiosa ha crecido, mientras que el 43% dice lo mismo sobre la fe de los estadounidenses en general.

En comparación, solo tres de cada diez católicos y dos de cada diez protestantes no evangélicos dicen que su fe se ha profundizado.

¿Qué significa esto? Las cosas frágiles se rompen cuando están bajo estrés y las que son resistentes se recuperan del estrés. Pero, ¿cómo llamamos a las cosas que se fortalecen bajo estrés? Como no existía una palabra para ese concepto, Nassim Nicholas Taleb acuñó la palabra antifrágil para describir a las personas, organizaciones o sistemas que se benefician de obstáculos, eventos inesperados y cambios. Un ejemplo es el antiguo mito griego de la Hidra, un monstruo acuático parecido a una serpiente con múltiples cabezas. Si cortas una de las cabezas de la Hidra, dos volverían a crecer en su lugar, haciendo que la criatura sea más fuerte que antes.

La fe cristiana es otro ejemplo de un sistema diseñado para ser antifrágil. Varios pasajes de las Escrituras muestran cómo Dios usa las pruebas, como la pandemia, para fortalecer nuestra fe. Por ejemplo, Santiago nos dice: “Tengan por sumo gozo, hermanos míos, cuando se hallen en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia, y que la paciencia tenga su perfecto resultado, para que sean perfectos y completos, sin que nada les falte” (Stg 1:2-4).

La fe cristiana es un ejemplo de un sistema diseñado para ser antifrágil. Varios pasajes de las Escrituras muestran cómo Dios usa las pruebas, como la pandemia, para fortalecer nuestra fe

Pedro dice esto: “En lo cual ustedes se regocijan grandemente, aunque ahora, por un poco de tiempo si es necesario, sean afligidos con diversas pruebas, para que la prueba de la fe de ustedes, más preciosa que el oro que perece, aunque probado por fuego, sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo” (1 P 1:6-7).

Pablo dice nuevamente: “Nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza” (Ro 5:3-4).

Puede parecer contradictorio que Dios use las pruebas para fortalecernos. Pero así es como diseñó a los cristianos para que respondieran. “Por extraño que parezca”, dice John Piper, “uno de los propósitos principales de ser sacudidos por el sufrimiento es hacer que nuestra fe sea más inquebrantable”.

Por lo tanto, no debería sorprendernos que los evangélicos, que tienden a creer que lo que dice la Biblia es una verdad infalible, tengan una fe que probablemente crecerá en tiempos de tribulación. Pero la fe no se vuelve antifrágil simplemente por creer en la Palabra de Dios. Entonces, ¿cómo funciona? En una palabra: obediencia.

Podemos definir la obediencia como la respuesta agradecida a la Palabra de Dios que nos lleva a someternos a su autoridad y hacer su voluntad. La obediencia es la principal forma en que llegamos a disfrutar de Dios. Obedecemos a Dios para que podamos encontrar sus ritmos y glorificarlo al disfrutarlo para siempre. Pero para disfrutar de Dios, tenemos que conocerlo. ¿Cómo conocemos a Dios? En la primera carta de Juan encontramos la sorprendente respuesta: “sabemos que lo hemos llegado a conocer: si guardamos Sus mandamientos” (1 Jn 2:3).

Tendemos a pensar en el conocimiento como una actividad puramente intelectual, pero en las Escrituras, el conocimiento a menudo se obtiene a través de la experiencia. Es la diferencia entre saber acerca de algo y conocerlo porque hemos ganado comprensión a través de un encuentro experiencial.

La obediencia es la respuesta agradecida a la Palabra de Dios que nos lleva a someternos a su autoridad y hacer su voluntad

Piensa en la manera en que podemos obtener conocimiento sobre la natación a través de los libros, pero no sabemos realmente cómo es la natación hasta que nos sumergimos en el agua y agitamos nuestras extremidades en un intento por mantenernos a flote. Solo nadando adquirimos un conocimiento completo de la natación.

De manera similar, no llegamos a conocer a Dios a través de especulaciones abstractas, sino viviendo de la manera que el Señor requiere. Específicamente, llegamos a conocer a Dios al comprender y luego hacer lo que Él ordena.

La primera parte, la comprensión, la obtenemos a través de disciplinas espirituales como la lectura y el estudio de la Biblia. Buscamos en la Biblia para entender exactamente lo que Dios espera de nosotros. Una vez que entendemos lo que Dios quiere que hagamos, llegamos a conocer a Dios al hacer lo que Él quiere que hagamos.

Un excelente ejemplo de este patrón de creer hasta llegar a conocer es el de un oficial del rey en Caná que había oído hablar del poder sanador de Jesús (Jn 4:46). Debido a que su hijo se estaba muriendo, le rogó a Jesús que viniera y lo sanara. Pero en lugar de ir hacia el niño, Jesús le da al funcionario una orden que obedecer: “Puedes irte, tu hijo vive” (Jn 4:50).

También obtenemos conocimiento bíblico cuando seguimos el mismo patrón que el funcionario de Caná:

Creer: Tomamos cautivos los pensamientos al creer que un mandamiento o principio bíblico es verdadero.

Acción: obedecemos a Cristo actuando sobre la base de lo que creemos.

Conocimiento: debido a que Cristo siempre es veraz, nuestra obediencia confirma la verdad de lo que creemos, lo que nos hace creer aún más.

Debemos actuar sobre lo que decimos que creemos para conocer en el sentido bíblico. Lo que eso significa, a la luz de 1 Juan 2:3, es que conocemos a Dios a través de lo que yo llamo el ciclo de la obediencia:

  1. Aprendemos lo que Dios requiere al leer y meditar en su Palabra.
  2. Fortalecidos por la gracia de Dios, obedecemos y guardamos sus mandamientos. (A menudo necesitamos ser empujados a este paso a través de varias pruebas y sufrimientos, como la pandemia).
  3. Al guardar los mandamientos de Dios, aunque a nuestra manera defectuosa, obtenemos un conocimiento experiencial de Jesús, quien guardó los mandamientos perfectamente.
  4. Al aumentar nuestro conocimiento de Cristo, crecemos en comunión con el Padre.
  5. Este conocimiento, adquirido a través de la experiencia de guardar los mandamientos de Dios, nos da la seguridad, como escribió Juan, de que “sabemos que lo hemos llegado a conocer”.
  6. Este conocimiento revela la belleza y la gloria de Dios, motivándonos a profundizar en las Escrituras para que podamos comprender mejor cómo obedecerle aún más.

Esto nos lleva de regreso al primer paso y los ciclos se repiten indefinidamente.

La obediencia se convierte así no solo en nuestro medio para conocer a Dios, sino en una motivación que nos impulsa a conocerlo más. Cuanto más conocemos a Dios, más lo disfrutamos, lo que nos hace querer obedecerlo más para poder conocerlo más y disfrutarlo más, y así sucesivamente.

Por tanto, las pruebas pueden ayudarnos a ser más antifrágiles: como diría Santiago, “la prueba de su fe produce paciencia” (Stg 1:3). Pero no tenemos que esperar a que el sufrimiento produzca paciencia. En cambio, debemos seguir el consejo del antiguo himno: “Obedecer y confiar en Jesús, es la regla marcada para andar en la luz”.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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