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“Estén alerta, permanezcan firmes en la fe, pórtense varonilmente, sean fuertes. Todas sus cosas sean hechas con amor”. 1 Corintios 16:13-14

A veces es fácil para mí caer en la rutina, vivir sin inspiración, sin motivación, y sin dirección. Me resulta muy fácil quedar atrapado sin pensar en el flujo de la vida. Durante estos tiempos, rara vez hago las cosas que sé en mi corazón que quiero hacer y para las cuales fui creado como hombre para hacer. Dar liderazgo espiritual a mi familia. Iniciar discusiones significativas acerca de Dios con mis amigos. Hacer discípulos en mi barrio. Sacrificar mi agenda por el bien de mi esposa. Servir a los menos afortunados en nuestra comunidad. Sé que debo hacer estas cosas, pero no las hago. Necesito ser llamado regularmente para ofrecerme a una hombría que dé vida. Un hombría que rechace la pasividad que me viene tan naturalmente.

¿Alguna vez te has sentido como yo? ¿Atascado? ¿Pasivo? ¿Pesaroso? ¿O ya estás haciendo todo lo que sabes que debes hacer como un hombre? Si es así, impresionante. Gracias a Dios por Su gracia que te da poder. Otros de ustedes son probablemente más como yo, en necesidad continua de ser llamados a ofrecerse a la hombría.

Puedo relacionarme con los hombres que vivían en Corinto en los días de Pablo. En 1 Corintios 16:13-14, Pablo les llamó la atención: “Estén alerta, permanezcan firmes en la fe, pórtense varonilmente, sean fuertes. Todas sus cosas sean hechas con amor”. Una cosa que me llama la atención es que mientras que Pablo animaba a estos hombres a que dieran un paso adelante y actuaran como hombres, él no dice cómo se supone que debe actuar un hombre. Pablo simplemente asume que ellos ya lo saben. Lamentablemente, en nuestra cultura, no creo que podemos asumir que los hombres saben cómo actuar como hombres. No hay un camino muy usado, probado y verdadero que nos conduzca desde la niñez a la edad adulta en nuestra cultura. Y hasta que podamos ver el camino, no podemos hacer el viaje.

Afortunadamente, algunos están tratando de aclarar el camino hacia la auténtica hombría en nuestra cultura. Daniel Levinson, en “Las estaciones de la vida de un hombre”, establece cuatro pasos desde la infancia hasta los últimos años de una verdadera hombría. El Pastor Reb Bradley sugiere cinco pasos desde la infancia a los años como soltero, luego a ser un esposo y padre y en última instancia dirigirse hacia el ministerio. Dennis Rainey, líder de “Vida Familiar” ha establecido cinco pasos desde la niñez a la adolescencia, a la edad adulta, a ser un mentor y finalmente un patriarca.

Todos estos caminos comparten un rasgo común: la necesidad absoluta de separarse de la adolescencia a fin de llegar con éxito a la edad adulta. Mientras que eso se produce de forma automática en el plano físico no es automático en los planos emocional y espiritual, donde realmente importa. De hecho, muchos hombres adultos permanecen en la adolescencia toda su vida.

¿Has llegado conscientemente a la edad adulta? ¿Puedes identificar el año y el lugar en que lo hiciste?

Hombres, la hombría no es automática. Esto se puede concluir de 1 Corintios 13:11: “Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; pero cuando llegué a ser hombre, dejé las cosas de niño”. Debe hacerse una decisión para terminar con las cosas de niño. ¿Has hecho esa decisión?

Aquí hay dos citas que han sacudido mi mundo en los últimos meses acerca de este tema:

Dennis Rainey dijo: “Nuestras iglesias están llenas de hombres iguales a lo que yo era… con un pie en la adolescencia y un pie en la edad adulta, que no han dado la espalda a la lujuria, al egoísmo, a la pasividad y a la rebelión de los años de la adolescencia para convertirse en lo que Dios los llama a que sean”.

¿Le has dado la espalda intencional y agresivamente a la vida egoísta que marca al adolescente promedio por algo más noble?

La segunda cita es de Carl Trueman, “Una de las tendencias más extrañas de los últimos años ha sido sin duda la extensión de los años de adolescencia del hombre occidental”.  El comentario de Trueman fue motivado por una encuesta reciente que mostró que la edad promedio de los video jugadores ya está en algún lugar de la mitad de los 30 años. Esta “adolescencia ampliada” es una tendencia cultural miedosa.

Hombres, la hombría no es automática.

Hombres, Dios nos está llamando a dar la espalda a las cosas de niño.

Hombres, creo que debemos preguntarnos continuamente algunas preguntas difíciles:

  • ¿Estamos gastando nuestra vida en actividades de adolescentes o en las obras más nobles de nuestro Creador?
  • ¿Somos expertos en nuestros equipos deportivos más que en la Palabra de Dios eternamente relevante?
  • ¿Estamos menos absortos en nosotros mismos de lo que estábamos cuando teníamos 16?
  • ¿Invertimos mucho tiempo en el fútbol o más bien somos fanáticos por ver a nuestro Glorioso Dios en el Cielo?
  • ¿Somos menos pasivos que hace cinco años en aceptar la responsabilidad por el bienestar espiritual de nuestra esposa y de nuestros hijos?
  • ¿Manejamos nuestro dinero de una forma que complace al Dios que nos lo ha dado o simplemente lo usamos para comprar juguetes más grandes?
  • ¿Tomamos una posición por los derechos de los menos afortunados mejor que la que teníamos en nuestra etapa como adolescentes?
  • ¿Estamos todavía tratando de “encajar” como si estuviéramos todavía en los años de pre-adolescencia o estamos seguros de nuestra identidad como hijos amados de Dios?
  • ¿Aún estamos siendo rebeldes a la autoridad de Dios sobre nosotros como cuando éramos niños?
  • ¿Seguimos posponiendo más y más una búsqueda seria de Dios?

Hombres, así es como el evangelio nos invita a ver esta ley que Pablo establece cuando él nos llama a “Estad alerta, permaneced firmes en la fe, portaos varonilmente, sed fuertes que todas nuestras cosas sean hechas con amor”. Los hombres están destinados a morir a sí mismos y vivir para los demás.

En primer lugar, estamos hechos para ver las demandas de Dios como algo asombroso. Estamos destinados a anhelar a ser este tipo de hombre. A estar alerta, a permanecer firmes, a ser fuertes,  a ser masculinos, a amar.

En segundo lugar, el evangelio nos muestra que nos falta para llegar a esto. Ninguno de nosotros ha cumplido los requisitos de la ley con la cual Pablo nos llama a ser hombres. Ninguno de nosotros puede decir: “Todo lo que he hecho ha sido hecho por los demás en amor”. Todos estamos aplastados bajo este peso. Culpables. Inadecuados. Egoístas. Pasivos. Débiles. Condenados.

En tercer lugar, las noticias empeoran. No solo la ley nos condena sino que tampoco levanta ni un dedo para ayudarnos a obedecer. La ley es impotente para hacernos mejores hombres.

Afortunadamente, hay esperanza. Hay un héroe, un hombre que estaba perfectamente alerta, perfectamente se mantuvo firme en la fe, perfectamente actuó como un hombre, perfectamente siempre fue fuerte, perfectamente hizo todo lo que hizo en amor. Un hombre, Jesús, se negó a quedarse en la adolescencia. Intencionalmente se deshizo de las cosas de niño. Hizo una decisión. Escogió a Su Padre y la voluntad de Su Padre. Él te escogió a ti. Él escogió morir para que tú pudieras vivir.

Él quiere que escuches, “Te amo hijo”. El quiere que obtengas el crédito por Su perfecta y valiente hombría. Él quiere que sepas que si confías en Su muerte como pago por tu estilo de vida adolescente y egoísta, puedes morir a la ley y ser libre de ella para siempre. Eso es lo que dice Romanos 6:4. Así es. Libres. Perdonados. Amados. Queridos. Incluidos. Llenos por Él.

Él quiere que sepas que ahora hay nuevas posibilidades, Un nuevo poder. Nuevas aventuras. El quiere crear en ti el corazón de un tierno guerrero que morirá a sí mismo y vivirá por los demás. Este es el llamado para tu vida. Abrázalo. Abrázalo a Él.


Publicado originalmente para Soma. Traducido por Carlos A. Franco.
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