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La esperanza que las madres no necesitan

“Será más fácil”.

“Estás haciendo el trabajo más difícil del mundo, pero es una vocación noble”.

“Esta es solo una temporada”.

Si eres madre, has escuchado estas palabras y exhortaciones similares una y otra vez. La maternidad nos obliga a cambiar y el cambio es doloroso. Requiere esperanza de que algo valioso está esperando del otro lado. Afortunadamente, Dios creó a las mujeres para ser ayuda. Escuchamos las luchas de los demás, y estamos conectadas para ofrecer esperanza a los corazones heridos.

Pero las madres tienden a poner sus esperanzas en las siestas largas (está bien, cortas), los niños obedientes, los hogares limpios, las metas exitosas, y el siempre escurridizo tiempo a solas. Estas esperanzas transitorias pueden alentar por un momento, pero se desmoronan ante el primer signo de presión. La maternidad es un campo de batalla físico, emocional, y espiritual; desafortunadamente, se ha vuelto muy común en las comunidades cristianas ofrecer a las madres esperanzas finitas y defectuosas para luchar sus batallas, en lugar de la esperanza inquebrantable del evangelio.

Ya sea que estés predicando esperanza a tu propio corazón o alentando a una amiga, las esperanzas no son suficientes para equiparte para la maternidad. La maternidad cambiará cada aspecto de tu vida; tu esperanza, entonces, debe estar anclada a algo estable y seguro. Aquí hay algunas cosas que debes y no debes hacer para asegurarte de estar firme en Jesucristo.

NO esperes encontrar la fuerza diaria a través de los dones físicos: No puedes poner tu mayor esperanza en los niños bien descansados, hacer ejercicio, comer de forma saludable, tomar siestas (para niños o mamás) o dormir sin interrupciones durante la noche. Pregúntale a cualquier madre; hay demasiados días en que alguna (o todas) estas buenas bendiciones físicas no ocurren.

SÍ haz que tu alma descanse solo en Dios: En lugar de esperar que las circunstancias satisfagan tus necesidades físicas, confía en el maná de la Palabra de Dios para obtener la fortaleza que necesitas. Tu Padre celestial sabe exactamente cómo satisfacer tus necesidades físicas. Él te equipa para la vida y la piedad, sin importar tus circunstancias. Incluso cuando tu cuerpo está agotado, tu alma puede estar en reposo (Sal. 62:1).

NO esperes bendiciones para solucionar tu problema actual: Cuando los buenos deseos no se cumplen, a menudo ponemos nuestra esperanza en futuras soluciones. Una madre cuyo hijo ha sido diagnosticado con necesidades especiales puede encontrar esperanza en las terapias y la posibilidad de una “vida normal”. Una mujer que lucha con infertilidad confía en la posibilidad de la adopción o en que Dios abra su matriz. Una mamá que quiere quedarse en casa pero necesita trabajar económicamente puede poner su esperanza en un excelente cuidado de niños o en horarios de trabajo flexibles. Una madre de hijos que esperaban tener una hija puede esperar la posibilidad de tener nueras o nietas. Estas esperanzas decepcionarán, porque se enfocan en recibir bendiciones de Dios, en lugar de recibir a Dios mismo.

SÍ pon tu esperanza en el sí de Dios: En lugar de retorcerte en la decepción de las bendiciones no recibidas, recuerda que todas las promesas de Dios siguen siendo sí en Cristo Jesús (2 Co. 1:20). Tu esperanza cuando Dios dice no a lo bueno no es que te bendiga con otras bendiciones terrenales, sino que Él te bendecirá con más de sí mismo. Solo más de Dios puede satisfacer los anhelos más profundos de tu corazón.

NO esperes que la próxima temporada sea un escape de los problemas de tu etapa actual: La esperanza de sobrevivir esta temporada y llegar a la siguiente no es suficiente. Cada temporada de maternidad ofrecerá nuevos desafíos. Si te enfocas en sobrevivir hasta la próxima temporada, te verás atrapada en un ciclo de constante desilusión. Ninguna temporada de maternidad será lo suficientemente fácil, suficientemente bendecida, o suficientemente satisfactoria para llenar tu alma.

SÍ pon tu esperanza en Dios: No estás caminando sola esta temporada. Dios anhela que te acerques a Él y descanses en su fidelidad y bondad durante las estaciones que se sienten imposibles. Casi parece demasiado simple, solo acercarse a Dios, pero cambiará tu corazón. Esperar en Dios creará contentamiento y gozo en tu alma, sin importar los desafíos que enfrentes.

Vendaje en un corazón sangrante

Entonces, cuando interpretes tus propias circunstancias o animes a una amiga durante su próxima cita de juegos, elige la esperanza del evangelio. Las presiones santificadoras de la maternidad siempre llevarán a las mamás al límite de sus habilidades. Pero Jesús siempre será más grande y mejor que las circunstancias más desafiantes.

Hermana, toda esperanza fuera de Dios es insuficiente. Las pequeñas esperanzas de este mundo son solo vendas en un corazón sangrante. En lugar de eso, sana las heridas de las insuficiencias, los deseos incumplidos, y las estaciones desafiantes con la esperanza perdurable de Jesucristo. Él vivió y murió y se levantó para convertirse en la piedra angular de tu esperanza diaria.


Publicado originalmente para The Gospel Coalition. Traducido por Patricia Namnún.
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