¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

Una de las cosas que más disfruto es el comienzo del año. Tengo nuevas metas y deseos que espero Dios me dé gracia para cumplir en sus fuerzas. Ya han pasado poco más de tres meses desde que me hice la siguiente pregunta: ¿Qué es lo que más anhelo espiritualmente este nuevo año?

Personal y pastoralmente, deseo crecer en la disciplina y el deleite de la oración.

Uso estas palabras a propósito. He aprendido que la oración es algo en lo que tengo que trabajar; es decir, tengo que esforzarme para que sea una disciplina continua. Pero quizá lo que ha estado fallando en mi caso —y posiblemente en el tuyo— es que la oración es vista solamente como una disciplina.

Sin embargo, brotando de esta disciplina hay un fruto precioso: el deleite en Dios y la oración es el medio que nos lleva a deleitarnos en la presencia de Dios. Quizás la persona que más me ha ayudado a ver la oración como un deleite es el pastor John Piper. En su libro Sed de Dios dice, “En el acto de la oración se reúnen de manera especial dos metas: la búsgueda de la gloria de Dios y la búsqueda de nuestro gozo” (p. 188). Más adelante escribe, “La oración es la forma que Dios ha señalado para que nuestro gozo sea cumplido, porque es el aire que produce el calor interior de nuestro corazón hacia Cristo” (p. 183).

Es por esto que pienso que la oración es el deleite de escuchar, hablar, y meditar en Dios. Es una negación a mi dependencia de mí mismo; es el arma para matar mi orgullo y pecado. Es venir ante mi Dios en Cristo y guiado por el Espíritu, entendiendo que aun en las cosas que no sé ni conozco el Espíritu intercede por mí ante el Padre.

En lo que sigue, quiero explicar mi definición de la oración con relación a la trinidad.

1. El fundamento de la oración: La santificación del nombre de Dios.

En Mateo 6:5-13, Jesús nos muestra que la oración bíblica es expresada por un corazón dependiente que busca y ama que Dios sea santificado. En otras palabras: la oración está centrada en Dios y no en mí. El creyente debe entender que la oración busca que —de principio a fin— toda la atención sea dada al buen y soberano Dios que escucha la oración.

Muchas veces el centro de la oración es el creyente: Lo que yo quiero; Cómo yo me siento; Cuándo quiero mi respuesta. Pero Jesús nos enseña que el centro de la oración es Dios. Orar es una comunicación de intimidad y amor como la de un padre con sus hijos. Al venir delante del Padre eterno y soberano con nuestras peticiones, buscamos que la primera de ellas sea que su nombre sea glorificado. Buscamos que, de la manera en que Él decida contestar nuestra oración, su nombre sea atesorado y proclamado.

Dios siempre va a contestar nuestra oración con el propósito de que confiemos en que lo más precioso para nosotros es Dios, no lo que Él da.

2. La Confianza en la Oración: Cristo.

1 Juan 5:12-15 nos muestra que la oración del creyente es expresada con confianza en Cristo, por Cristo, y para Cristo. Esta confianza radica en quien nos salvó y en quien nos sostiene.

También podemos ver que la oración es un fruto de la fe salvífica que Dios nos dio por gracia. Una vez Cristo nos salvó para adopción a la familia de Dios, la oración es la expresión de nuestra fe en Dios. Esta salvación tan segura en Cristo nos lleva a una plena confianza de venir ante Dios con un deleite mayor día a día para conocer más a nuestro Salvador.

La oración busca intensificar la relación existente entre el creyente y Jesús. Por lo tanto, la oración del creyente es una muestra de que ha nacido de nuevo, que tiene a Cristo como salvador y que confía plenamente en que va a contestar su oración. En la oración expresamos para qué hemos sido creados: conocer, adorar, y glorificar a Dios. Nosotros venimos a Dios en oración no porque nos portemos bien o solo cuando nos portamos mal, sino que venimos a Dios en todo tiempo, porque venimos ante Él en el nombre y la justicia de Cristo.  

3. La ayuda en la oración: El Espíritu Santo.

La oración no es una disciplina para que el creyente crezca en independencia de Dios. Todo lo contrario: es una disciplina para fortalecer al creyente en su dependencia del Señor.

En Romanos 8:26-27 encontramos la maravillosa verdad de la intercesión del Espíritu Santo para con los hijos de Dios. En este pasaje, Pablo habla acerca de la debilidad del creyente que no sabe qué orar. No sabe qué pedir, no sabe cómo entender la voluntad de Dios, no sabe por qué Dios permite esto o lo otro.

Cuando estamos en esta situación, el Espíritu Santo toma nuestro lugar y va al Padre representándonos y pidiéndole lo que nosotros necesitamos.

El Padre escudriña y sabe lo que hay en nuestro corazón, ese nuevo corazón que busca y anhela por gracia obedecer y glorificar a Dios. Cristo hizo todo lo necesario para que nos acerquemos ante Dios con confianza. El Espíritu Santo intercede para que el Señor haga con nosotros lo que es conforme a su santa voluntad.

¡Qué privilegio tan grande! Que Dios nos conceda su gracia para crecer en la disciplina del deleite de la oración.

Un modelo de oración basado en Efesios 1:15-23

Gracias Dios por darnos salvación en Cristo y unirnos a Él para conocerte y amarte, porque Tú nos conociste y nos amaste desde la eternidad.

Qué gozo poder venir delante de ti confiando no en mis obras sino en las obras y justicia de Cristo.

Perdóname por mis pecados y por muchas veces no tener el gozo y la disciplina para orar. Gracias de nuevo por tu eterno amor en Cristo para conmigo.

Te pido que tanto a mí como a otros hermanos y hermanas nos des mas de tu Espíritu para conocerte más y más.

Que este conocimiento, Padre, traiga fruto en mi vida espiritual, mi familia, mi iglesia, y mi comunidad. Que por medio de tu poder en Cristo pueda vivir conforme a tu voluntad y para tu gloria.

Confío en ti porque Tú eres mi Dios en Cristo y porque tu presencia reside en mí por medio del Espíritu Santo.   

En el nombre sobre todo nombre, Cristo Jesús, Amén.


Imagen: Lightstock
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando