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Martín Lutero no estuvo solo hace 500 años. Y no está solo hoy. Para marcar los 500 años de la reforma, Desiring God preparó una serie con un artículo nuevo cada día por el mes de octubre a través de personajes claves de este evento.

En una época cuando el sacerdocio célibe se separaba de la gente demostrándolo en parte con un rostro sin afeitar, los reformadores protestantes se dejaban crecer la barba para realizar una protesta. Buscaban restaurar la masculinidad y la humanidad al liderazgo de la iglesia, y no temían escribir la protesta en sus rostros.

Se nos cuenta que Heinrich Bullinger, el ministro principal en Zúrich, la importante ciudad en Suiza, poseía la mejor barba de todos. Un historiador describe la barba de Bullinger como “majestuosamente poblada”, y su barba no estaba totalmente desconectada de la teología que acariciaba y ayudó a crecer después de la primera pérdida estremecedora de la Reforma.

Protestante y predicador

Bullinger, el hijo de un sacerdote católico, nació en el pueblo Suizo de Bremgarten en al año 1504. Fue al Universidad de Cologne en Alemania en 1519 para estudiar humanidades, y no teología medieval. Mientras estuvo allá, se topó con una quema de libros escritos por Martín Lutero, y se interesó en ellos. En este momento se determinó a leer los escritos de Lutero por sí mismo, y cuando lo hizo, su mundo se volteó de cabeza. Tenía 18 años, y ahora era un converso al protestantismo.

En el año 1523, un año después de su conversión, Bullinger conoció a Ulrico Zuinglio (1484-1531), quien se convirtió en 1519, más o menos al mismo tiempo que Lutero, y con rapidez se hizo el líder de la reforma suiza. Zuinglio tenía 20 años más que Bullinger, pero los dos se aliaron, y ocho años después sus vidas se conectaron cuando un desastre golpeó el movimiento reformado.

El sucesor en Zúrich

Zuinglio no era solamente pastor en Zúrich, sino también capellán del ejército. El 11 de octubre de 1531, el gran reformador se unió a la Batalla de Kappel para defender la ciudad en contra de las fuerzas católicas. Fue herido, encontrado por el ejército invasor, y ejecutado.

Después de esta pérdida protestante, el pueblo nativo de Bullinger, en donde pastoreaba una iglesia protestante, fue amenazado. Huyó a Zúrich. Allá recibió en su propio hogar a la esposa y dos hijos de su amigo que había muerto, y en dos semanas fue escogido para ser el sucesor de su amigo, convirtiéndose en el ministro principal en Zúrich, un papel que cumpliría por 44 años, desde la edad de 27 hasta su muerte a la edad de 71, en el año 1575.

De los primeros teólogos pactistas

A menudo la historia atribuye a los grandes hombres tanto fortalezas como debilidades. Una de las contribuciones más significativas de Bullinger fue su forma primitiva de la teología del pacto. En esto siguió en los pasos de Zuinglio, quien organizó su teología siguiendo el tema de los pactos, y no las categorías medievales.

El centro de la teología de Zuinglio se ubicó en el pacto de la creación que Dios hizo con Adán. Bullinger llevó el enfoque de aquella teología a un nivel más alto de madurez al enfocarse en Abraham, un paso correcto, pero así como dice el historiador David Steinmetz, los dos ubicaron el centro de su teología en el Antiguo Testamento en vez del Nuevo Testamento. El bien de esto fue leer la Biblia como una historia unificada; el mal fue una tendencia a disminuir (o rechazar) las discontinuidades reveladas en el Nuevo Testamento.

En resumen, Zuinglio y Bullinger leían la Biblia entera, pero todavía una Biblia plana. Lo que todavía no está claro es cúanto de su teología de pacto resultó en el maltrato de los que fueron llamados anabaptistas (los que se bautizaban otra vez al ser adultos) en Zúrich, y cúanto esa teología se desarrolló en respuesta a esos “radicales”. En 1525, Zuinglio y Bullinger se juntaron y defendieron el bautismo de infantes en una disputa pública contra los anabaptistas, y esto resultó en que unos de ellos fueran ahogados.

Bullinger también estaba de acuerdo con Zuinglio en su oposición a la música en la iglesia, a causa del peligro de que podía convertirse en un ídolo y entorpecer la alabanza verdadera. Bullinger hizo que los instintos de Zuinglio se materializaran, y la música no fue restaurada a la iglesia hasta casi 25 años después de la muerte de Bullinger.

Pacificador

Sin embargo, su vida y legado no es el de uno que causa división, sino de uno que trajo unidad. Debajo de su barba majestuosa estaba uno de las corazones más grandes de la época de la Reforma, y uno de los pacificadores más incansables. A pesar de que de rara vez se fue de Zurich, se involucraba en mucha correspondencia personal (aproximadamente 12,000 de sus cartas han sobrevivido) para aconsejar y construir coaliciones con los líderes reformados en toda Europa.

Más que por su predicación talentosa, se le conoce por su paciencia, sabiduría, y espíritu generoso. Estabilizó la iglesia de Zúrich, que era joven e influyente, no solamente después de su tragedia estremecedora, sino también por más de cuarenta años. La llevó a la madurez y crió lo que Zuinglio había comenzado. Según Steinmetz: “Sin Zuinglio no habría una reforma en Zúrich; sin Bullinger, no habría durado”.


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Scott Matson.
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