¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

“¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?”, Jonás‬ ‭4:11‬ ‭RVR1960‬‬.

El libro de Jonás nos recuerda la realidad de que quizá algunos de nosotros no terminaremos bien la carrera de la vida. Esto no significa que perdamos nuestra salvación, o que la dirección y la obra de Dios en nuestra vida sea incompleta o inefectiva. Tampoco significa que no debamos esforzarnos y ser intencionales en nuestra lucha contra el pecado.

Sin embargo, es una realidad que en la vida de fe y en nuestro servicio a Dios, aun con los recursos espirituales que Él nos ha dado, nuestras luchas diarias pueden vencernos. El movernos de un lugar a otro, de una iglesia o de un ministerio a otro, no significa deshacernos de nuestras luchas, pues nuestro corazón es el problema y él va con nosotros.

Jonás, a pesar de haber estado en el ministerio y ser usado por Dios poderosamente para traer arrepentimiento a una nación pagana, continuamente luchó en su corazón con la forma en que Dios estaba obrando en su vida y en la de otros.

Primero, Jonás va en dirección opuesta a lo que el Señor le había pedido que hiciera. El profeta no creía que los de Nínive fueran merecedores del perdón de Dios. Y luego, después de que Dios mostrara gracia y misericordia hacia ellos, Jonás se enfada una vez más al ver cómo Dios trata “injustamente” con él.

Lamentablemente, este libro no termina con un arrepentimiento o con un “vivió feliz y caminó con Dios el resto de su vida”, sino que termina con una pregunta que hace Dios a Jonás. Hasta ahora, no tenemos la respuesta del profeta.

¿Qué pasó entonces con Jonás? ¿Continuó siendo usado por Dios en su ministerio? ¿Se apartó de los caminos de Dios? ¿Se dedicó a otra cosa? No lo sabemos, pero esto no es lo importante, ya que lo que sí tenemos seguro es ver hasta dónde está Dios dispuesto a llegar para completar su obra en nosotros, a través de nosotros, y a pesar de nosotros.

Dice el pasaje en Jonás 1:17, que el Señor había preparado un gran pez para salvar al profeta. Dice también que Dios había preparado una calabacera para su provisión (4:6). Y luego que Dios preparó un gusanillo (4:7) y un recio viento solano (4:8). Dios no solo estaba salvando a los miles de habitantes de Nínive y a los marineros que iban en el mismo barco que Jonás, sino que también salvando a Jonás de sí mismo.

Al final, aún en medio de su enojo, Jonás puede reconocer las evidencias de la gracia de Dios obrando en su propia vida: “…porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal” (‭4:2).

Esas son las buenas noticias para ti y para mí. Gracias a la obra de nuestro Señor Jesucristo, en nuestro lugar y en nuestro favor, podemos estar seguros de que, a pesar de nosotros mismos, Él nos ama, nos creó con un propósito, y nos llevará un día a casa sanos y salvos.

Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.


IMAGEN: LIGHTSTOCK.
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando