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Jacob fue hijo de Isaac y nieto de Abraham. El nombre Jacob significa «usurpador» o «suplantador». Moisés dedica buena cantidad de su contenido narrativo a este patriarca en Génesis. Dios cambió el nombre de Jacob a Israel (Gn 32:18), nombre con el cual llegó a ser conocido como el padre de los doce patriarcas de las tribus de la nación de Israel. En total, Israel tuvo doce hijos y una hija.

Jacob fue el segundo hijo de Isaac y Rebeca, y hermano gemelo de Esaú. Él fue una figura controvertida que se destacó por ser un hombre de hogar y pacífico en su personalidad, pero fue un engañador que perjudicó a su propia familia. Sin embargo, más adelante fue alcanzado por el favor de Dios.

La historia de Jacob alcanza notoriedad cuando este manipula su relación con su hermano, obteniendo ventaja en dos aspectos que eran significativos para la cultura de esa época: el derecho de la primogenitura y la bendición especial paterna. La primogenitura aseguraba a quien la poseía: (1) Un rango superior en su familia (Gn 49: 3); (2) una doble porción de la herencia paterna (Dt 21:17); (3) el oficio sacerdotal en la familia (Nm 8:17-19); y (4) la promesa de la Simiente en la cual todas las naciones de la tierra serían bendecidas (Gn 22:18).

Ante el menosprecio de Esaú por la primogenitura, Jacob aprovechó su hambre y cansancio de un día de trabajo infructuoso en el campo para pedirle: «Véndeme primero tu primogenitura». A lo cual Esaú accedió a cambio de una comida (Gn 25:31).

Después de esto, de acuerdo con el plan elaborado por su madre, Jacob engañó a su padre para recibir de él la bendición que, de hecho, le correspondía a su hermano, Esaú (Gn 27:27). El capítulo 27 de Génesis detalla la escena de este triste hecho y nos deja ver la reacción de su padre cuando se da cuenta del engaño por boca de Esaú:

«Isaac tembló con un estremecimiento muy grande, y dijo: “¿Quién fue entonces el que trajo caza, antes de que tú vinieras, y me la trajo y yo comí de todo, y lo bendije? Sí, y bendito será”» (Génesis 27:33).

Jacob se convirtió en el beneficiario, tanto de la bendición paterna como del derecho a la primogenitura. Ambos obtenidos mediante el engaño y la manipulación. El evento produjo una división significativa en la familia. Como resultado, Jacob se mudó presuroso a la tierra de la familia de su madre.

Él sale de Beerseba y se dispone a viajar unos 900 kilómetros hacia Mesopotamia (Padán Harám). En el camino tuvo un sueño usado por el Señor para confirmar que la promesa divina dada a Abraham sería cumplida a través de él. Un evento similar ocurrió cuando él retornó a Canaán tiempo después (Gn 32:22-32).

Cuando Jacob llega a Padán Harám, conoce a Raquel, una de las hijas de su tío Laban, por quién trabajaría durante siete años como pago de dote a su futuro suegro.

Sin embargo, Jacob es engañado cuando Laban cambia a Raquel por Lea, su otra hija, el día de su boda. Luego del conflicto esperado, Laban le requiere trabajar otros siete años porque los primeros fueron por Lea, quien era la hija mayor. A pesar de ser engañado, Jacob aceptó y trabajó siete años más porque amaba a Raquel (Gn 29:20). Luego decide dejar a su suegro y prácticamente huye de él.

Jacob regresa a Canaán y se reencuentra con su hermano Esaú (Gn 33). Dios le dió gracia y la experiencia, aunque generó temor al principio, fue satisfactoria al final. Ambos siguieron sus caminos después de hacer las paces.

Jacob entonces se establece en la tierra de Canaán, donde su familia crece y se multiplica. No obstante, la próxima amarga experiencia de engaño que vivió fue generada por sus propios hijos cuando le ocultan que vendieron a su hermano José (hijo de Jacob y Raquel) como esclavo a mercaderes que se dirigían a Egipto.

El patriarca no conocería el destino real de su hijo amado hasta más de 15 años después, cuando providencialmente Dios eleva a José de ser un esclavo preso a tomar el segundo lugar en autoridad, luego del Faraón.

Finalmente, bajo la guía del Señor, Jacob se muda a Egipto donde vuelve al lado de José y conoce al Faraón y se establece en la ciudad de Gosén (Gn 47:3, 6). Luego de bendecir a sus hijos e indicar el lugar donde debía ser su sepultura, Jacob «recogió sus pies en la cama y expiró, y fue reunido a su pueblo» (Gn 49:33).

De la descendencia de Jacob vendría posteriormente el Mesías (Mt 1:2, 16). El patriarca de Israel fue un instrumento elegido soberanamente por Dios para convertirse en el antecesor de Aquel que sería el medio para bendecir con la salvación del pecado a toda la humanidad. Esa bendición es la justificación por fe que recibe todo el que rinde su corazón al Cristo crucificado. Hoy los cristianos adoramos a ese Señor que nos salvó, dirige y sostiene nuestras vidas.

 

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