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La intimidad insidiosa y falsa de los algoritmos

La red social es como un bullicioso mercado de opiniones y entretenimiento. Como tiendas en un centro comercial, varias aplicaciones como Facebook, Instagram o TikTok, prometen satisfacer nuestra hambre insaciable por más información, inspiración o entretenimiento. Cada aplicación tiene su propio sabor, pero todas comparten un componente central que las hace funcionar: «el algoritmo».

Sin importar la plataforma de redes sociales, los algoritmos que determinan lo que ves en tu tablero están diseñados para brindarte contenido que mantenga tu atención para que así te quedes desplazándote allí, en lugar de acceder a otra aplicación o plataforma. Las razones por las que los algoritmos están diseñados para mantener tu atención son muchas, pero en última instancia, cuanto más tiempo una aplicación de redes sociales mantiene la atención de los usuarios, más participación crea, más aprende sobre sus usuarios y más valiosas se vuelven sus oportunidades publicitarias.

¿Por qué los algoritmos se sienten escalofriantes?

El periódico The Wall Street Journal publicó recientemente un video que investiga cómo TikTok, una plataforma de redes sociales con uno de los algoritmos más avanzados, puede detectar nuestros deseos más profundos. El periódico creó una serie de cuentas «falsas» administradas por inteligencia artificial, programadas para tener ciertos intereses.

En un ejemplo de una cuenta que fue diseñada para estar interesada en contenido triste y deprimente, a TikTok solo le tomó 36 minutos de tiempo de visualización para reconocer los intereses de la cuenta. Poco tiempo después de observar las acciones tomadas por la cuenta falsa (cada video visto y que el usuario le dio un «me gusta»), el 93% del contenido que TikTok le mostraba a la cuenta estaba relacionado con la depresión o la tristeza.

En este ejemplo (desafortunadamente bastante común), un usuario deprimido podría caer aún más en la depresión porque el algoritmo está más preocupado por mantener al usuario interesado, que por aliviar los pensamientos depresivos. Los algoritmos no están interesados ​​en ayudarnos a sanar o mejorar. Están más que felices por descubrir exactamente cómo estamos dañados y qué contenido nuestro ser dañado puede encontrar irresistible.

Un algoritmo promete servirnos, pero en realidad existe para servirse a sí mismo

La razón principal por la que se siente escalofriante cuando los algoritmos nos conocen demasiado bien es que no nos gusta cómo funcionan como un espejo de nuestras almas. Cuando nos perturba lo que vemos en nuestros tableros, puede ser porque nos enfrentamos a las profundidades más oscuras de nuestros deseos, que intentamos ocultar aun de nosotros mismos.

Los algoritmos revelan y gobiernan nuestros corazones 

Los algoritmos hacen incursiones idólatras en nuestros corazones porque pasamos más tiempo navegando por las redes sociales que probando las Escrituras. No es demasiado escandaloso decir que, en cierto sentido, adoramos los algoritmos de las redes sociales. Puede que no cantemos canciones de alabanza a Instagram, pero ¿le dedicamos el doble de tiempo del que le dedicamos a Dios? ¿Dejamos que las ideas de un youtuber triunfen sobre la verdad de la Palabra de Dios?

Una razón por la que podemos llegar a «adorar» los algoritmos es que parecen conocer nuestros miedos y deseos más profundos tanto como Dios pudiera hacerlo. Dios escudriña y conoce nuestros corazones (Sal 139:23; Jer 12:3; Hch 15:8; Ap 2:23), pero también lo hacen los algoritmos. En nuestros amados algoritmos encontramos una intimidad perversa, una que usa nuestros miedos y vulnerabilidades más profundos para sí mismos. Pero en Dios encontramos verdadera intimidad, una que satisface nuestros mayores anhelos.

Aún así, los algoritmos pueden engañarnos haciéndonos creer que se preocupan por nosotros. Los algoritmos parecen servirnos. Nos hacen sentir bien o mal, lo que nosotros prefiramos. Pensamos que ellos no nos piden nada, solo nuestro tiempo y atención. Nos convierten en el héroe de nuestra historia, permitiendo que toda la realidad se doblegue ante nuestros deseos.

Un algoritmo promete servirnos, pero en realidad existe para servirse a sí mismo. Dios envió a su Hijo, Jesucristo, para salvarnos de nuestro pecado y restaurar nuestra relación con Él por la eternidad. Nuestro algoritmo puede conocernos de manera íntima, pero no nos ama así. Nunca se sacrificará por nosotros.

El algoritmo se apodera de nuestros corazones para su bien, pero Dios busca nuestros corazones para nuestro bien. Cuando nos damos cuenta de la enorme percepción e influencia que los algoritmos tienen en nuestros corazones y mentes, debemos huir de estos mediadores matemáticos de la realidad y buscar la intimidad con las personas que nos señalan la vida en Cristo.

Huye de los algoritmos, busca a las personas

¿Qué tan abierto eres con las personas que te rodean?

¿Le dices a tu grupo pequeño que siempre tienes miedo irracional de perder tu trabajo o simplemente sonríes y hablas de que todo en el trabajo está bien? Cuando vas a tomar un café con un amigo, ¿compartes tus luchas respecto a la crianza de tus adolescentes o simplemente charlas sobre el comienzo de un nuevo año escolar? ¿Tu cónyuge sabe que luchas con la lujuria? El algoritmo de Instagram lo sabe.

¿Tu cónyuge sabe que luchas con la lujuria? El algoritmo de Instagram lo sabe

Muchos de nosotros tenemos relaciones más profundas con los algoritmos que con las personas de nuestras iglesias. Esto no es de extrañar. Cuando pasamos más tiempo en nuestras pantallas que hablando con nuestros amigos, nuestros algoritmos nos conocerán mejor que nuestros seres queridos.

Pero a través del entorno seguro de la amistad, fundada en el amor sacrificado de Jesús, podemos ganar mucho más que ser conocidos. Podemos crecer. Los algoritmos quieren que creamos la mentira de que la plenitud se encuentra sumergiéndonos en nuestros deseos en lugar de ser liberados de ellos. Los algoritmos quieren que creamos que lo que más necesitamos es que nos conozcan. La verdad es que necesitamos ser conocidos y crecer.

No te dejes engañar por la falsa intimidad y las falsas promesas de los algoritmos. Busca la intimidad real con amigos y familiares en persona. No dejes que los algoritmos moldeen tu corazón y te roben tu adoración. Pasa menos tiempo desplazándote y haciendo clic sin rumbo fijo, susceptible a lo que el algoritmo quiera mostrarte, y más tiempo siendo intencional en buscar a Dios en oración, estudio bíblico y adoración.

Reconoce esta verdad sobre la vida en línea de hoy: si bien podrías pensar que eres tú quien consumes contenido en las redes sociales, en realidad, el contenido te está consumiendo a ti.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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