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Nota del editor: 

Este es un fragmento adaptado de la clase de Hermenéutica, del Instituto Integridad y Sabiduría. Para conocer más acerca del II&S, visite su página web.

Cada género literario tiene una intención. Cuando digo que escribiré un poema, eso es diferente a decir que escribiré una historia, una novela, un libro científico, o un ensayo. El género afectará cómo la obra debe ser leída e interpretada.

Es por eso que cada narración, poesía, proverbio, profecía, o parábola en la Biblia debe ser examinada e interpretada de manera distintiva. El género nos ayuda a descubrir la intención del pasaje, y así entender correctamente la Palabra. En este momento, consideremos las epístolas en la Biblia.

Entendemos que las epístolas no fueron escritas como tratados teológicos sistemáticos, sino como respuestas pastorales prácticas en una época determinada para enfrentar situaciones en específico.

Lo primero que debo saber sobre este género es que las epístolas son conocidas como documentos “ocasionales”. Esto se refiere a que fueron escritas con una ocasión en mente; es decir, que tienen la intención de tratar temas para un público particular, por razones y circunstancias específicas. Por ejemplo, 1 Corintios 1:10-11 nos habla de una situación en la iglesia de Corinto que el apóstol Pablo aborda, en la que se estaban formando divisiones en la iglesia. En la epístola hay una ocasión, una necesidad, y un momento para el cual se escribe.

Así entendemos que las epístolas no fueron escritas como tratados teológicos sistemáticos, sino como respuestas pastorales prácticas en una época determinada para enfrentar situaciones en específico.

Algunas ideas prácticas sobre cómo interpretarlas:

1. Familiarízate con el contexto.

La siguiente es una pregunta indispensable: ¿Cuál es la historia que rodea la epístola y cuál es su audiencia original?

Por ejemplo, al estudiar las cartas de Pablo a los corintios, necesitamos saber que Corinto era una ciudad conocida por su libertinaje. Si luego vemos la ciudad de Tesalónica, encontraremos un perfil distinto en las cartas porque la iglesia estaba en otra localidad y vivía otra realidad.

La iglesia de Tesalónica era virtuosa, pero se equivocaba en cuanto a la realidad de la venida del Señor, por eso actuaba con desorden. El apóstol Pablo les habla de la venida de Cristo de una manera clara, y toca temas que no menciona con los corintios. La razón es sencilla: las diferentes iglesias tenían necesidades diferentes.

Es importante que aprendamos acerca del contexto de cada una de las iglesias a las que los autores bíblicos escriben. Así entenderemos mejor la naturaleza de las localidades y las razones por las que los apóstoles escriben de ciertas maneras.

2. Lee la carta de principio a fin.

Por su naturaleza, una carta debe leerse de principio a fin. Esa es la única manera de saber exactamente qué está diciendo.

Los autores de las epístolas querían que ellas fuesen leídas así. No son muy extensas. Podemos leerlas de corrido, y es importante que lo hagamos de esa forma para luego marcar los detalles.

Al leer las epístolas de principio a fin, usted se deleitará y tendrá una visión de ellas distinta a la que tenía antes.

Por su naturaleza, una carta debe leerse de principio a fin. Esa es la única manera de saber exactamente qué está diciendo.

3. Encuentra las características de la epístola.

Al estudiar una epístola necesitamos responder a las siguientes preguntas como estas:

  • ¿A quién está dirigida la carta?
  • ¿Cuáles son las características de los personajes descritos en la cartas?
  • ¿Cuáles son las circunstancias descritas en el texto?

Cuando descubro para quién fue escrita una carta, entenderé mejor la naturaleza y el mensaje de ella. También podré conocer su propósito determinado. Por ejemplo, a veces el autor dice cosas como: “Te escribo por tal razón”; o “te escribo para advertirte lo siguiente”.

Debemos descubrir las divisiones naturales de la carta y las diferentes conclusiones a las que el escritor va arribando. Por ejemplo, en 1 Pedro hay una serie de: “Por tanto”; “por consiguiente”; “en conclusión”. Esas palabras nos ayudan a ver las conclusiones de la enseñanza apostólica, las razones por las cuales el Señor nos presenta sus mandamientos, y cuál debe ser el efecto de la Palabra en nosotros.

4. Estudia lo difícil.

Al estudiar las epístolas, los puntos que pueden parecernos oscuros o difíciles no deben tratarse con ligereza, sino con humildad, analizando diferentes opciones y estudiando cuidadosamente las alternativas que proponen los expertos.

Habrán lugares en las cartas en donde la interpretación se hará más complicada. En esos momentos debemos recurrir al contexto, otros lugares en la Biblia que hablen del mismo tema, y ¿por qué no?, preguntar a otros hermanos, maestros, y pastores con mayor experiencia y entendimiento. Pero no digamos simplemente: “No estudiaré esta parte”. Necesitamos una convicción interpretativa sobre cada uno de los textos de las Escrituras.

5. Considera la audiencia original.

La interpretación correcta de un pasaje no puede ser diferente a la que los autores y lectores originales hubieran aceptado. Si ellos estuvieran aquí y nos escuchan interpretar una carta de Pablo, ellos deberían poder decirnos: “Lo que estás diciendo es aquello que el apóstol Pablo intentó enseñarnos”.

También es crucial comparar entre cartas para encontrar consistencia y armonía que confirme enseñanzas universales en la epístola que estudiemos. Por ejemplo: ¿Cómo se refiere el apóstol Pablo a los esclavos en Efesios? ¿Y en Colosenses? ¿De qué manera lo entiende Pedro? ¿Vivían todos bajo el mismo contexto social? ¿Sus enseñanzas, al compararlas, nos pueden dar una teología sistemática sobre cómo era el trato hacia los esclavos? A través de la comparación de la cartas podemos obtener un mejor significado de qué enseñar sobre diferentes temas teológicos, doctrinales, y de carácter práctico.

6. Aplica con cuidado.

En relación a la aplicación de las epístolas, necesitamos examinar cuáles circunstancias de hoy son similares a las que ocurrían en el tiempo en que se escribió la carta. Por ejemplo, cuando Pablo habla de las mujeres que deben usar el velo, ¿cómo analizamos eso con nuestra realidad contemporánea? ¿Podemos traer el Imperio romano del primer siglo a la sociedad secular del siglo XXI, y decir que son lo mismo? Por supuesto que no. Debemos tomar el principio bíblico que subyace detrás de la enseñanza sobre cualquier tema para poder aplicarlo correctamente a nuestras vidas. Así que mantengamos una actitud de alerta al interpretar principios bíblicos y aplicarlos a nuestra cultura.

Debemos tomar el principio bíblico que subyace detrás de la enseñanza sobre cualquier tema para poder aplicarlo correctamente a nuestras vidas.

En los pasajes que parecen distantes para nosotros, hay principios que tenemos que rescatar, aun para nuestros tiempos. Cuando algo de lo que leemos parece apartado de nuestra cultura, no vamos a ver el pasaje y decir que de allí no hay nada que sacar, porque la Palabra de Dios es eterna. Más bien debemos preguntarnos: ¿Cuál es el principio de ese pasaje?

Interpretar las epístolas en las Escrituras es una tarea emocionante para todo creyente y para todo predicador. La responsabilidad es grande, ya que las cartas de la Biblia se escribieron hace 2,000 años, y por lo tanto es menester tomarse el tiempo para interpretarlas correctamente. De esa manera se podrán aplicar los principios bíblicos a nuestra propia vida y a la de la iglesia.


Imagen: Lightstock.
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