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La semana después de que las fuerzas rusas invadieran Ucrania, el plantador de iglesias evangélico Ben Layer recibió una llamada en su casa de Siedlce (Polonia). Un pastor polaco cercano a la frontera estaba organizando la atención a los refugiados ucranianos en la puerta de su iglesia y batallando por encontrar ayuda: «¿Podría alguien venir a predicar por él ese domingo?»

Un anciano de la iglesia de Layer hizo el viaje y predicó en dos servicios de adoración cerca de la frontera, donde los miembros de la iglesia dispusieron colchones y suministros en un edificio repleto de refugiados. Mientras el anciano predicaba en polaco, otros traducían su sermón al ucraniano, al bielorruso y al inglés para un puñado de estadounidenses presentes en el lugar. «Es abrumador», dice Layer al referirse a la labor ministerial durante el agravamiento de la crisis. «Todo el mundo está al límite».

Las iglesias polacas conocen los límites. Los cristianos evangélicos constituyen una fracción ínfima de la población en esta nación predominantemente católica. Layer cree que está en torno al 0,2% (un poco menos que algunas estimaciones). A menudo tiene que explicar a otros evangélicos: «No es el 2%, es el 0,2%».

Esta es una cifra baja incluso en Europa, donde los evangélicos son una pequeña minoría en la mayoría de los países. (Los evangélicos ucranianos representan menos del 4% de la población de su país). Las cifras de Operation World [Operación Mundo] ofrecen una dura comparación con una nación de Oriente Medio: Arabia Saudita tiene un número de evangélicos similar al de Polonia.

«Aquí, en el este de Polonia, puedes conducir 80 o 100 kilómetros entre iglesias evangélicas», dice Layer. «Estas suelen estar formadas por veinte o treinta miembros». Layer, un estadounidense que ha servido en el país durante veintiún años, dice que tener pocas manos para el trabajo es «la realidad del cristianismo evangélico en Polonia del este».

Esa realidad hace que el ministerio sea un reto en tiempos de paz: siempre hay una necesidad desesperada de más pastores y misioneros en el país. Pero Layer afirma que nuevos desafíos se han acumulado en tiempos de guerra. Las iglesias de Polonia atienden a los refugiados que huyen de Ucrania, pero al igual que muchas otras en el continente están tratando de discernir la mejor manera de estirar los limitados recursos y ayudar a los necesitados.

Ministerio en marcha

En el caos de las últimas dos semanas, más de dos millones de ucranianos y otras personas han huido de Ucrania en la crisis de refugiados que más rápido ha crecido en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. El éxodo representa casi el 5% de la población de Ucrania. Más de un millón de esos refugiados han cruzado a Polonia.

Otro millón de personas están desplazadas internamente en Ucrania. Muchos de ellos han ido a parar a la ciudad occidental de Lviv (Leópolis), donde los ciudadanos se están preparando para posibles ataques de Rusia. Mientras tanto, las iglesias cristianas, las escuelas y los grupos misioneros están dando refugio a los que huyen de sus ciudades.

Yaroslav Pyzh, presidente del Seminario Teológico Bautista Ucraniano de Lviv, dijo que el seminario pasó de impartir clases a acoger a los evacuados durante la noche. «En cinco días, nos hemos hecho mucho mayores», dijo. Al final de la primera semana, el seminario había acogido a más de 700 refugiados. «Estamos orando por un gran milagro», dijo en un video que describe la crisis. «Para que la guerra se detenga».

Tras dos semanas de guerra no se vislumbra el fin de los bombardeos, los cuales son cada vez más espeluznantes. El 9 de marzo, las autoridades ucranianas informaron del brutal bombardeo de un hospital de maternidad en la ciudad de Mariupol.

Los ataques contra objetivos civiles y el temor a una mayor devastación han llevado a muchos refugiados a abandonar los refugios de ciudades como Lviv y unirse a la kilométrica línea fronteriza con la vecina Polonia.

Cuando una familia de siete ucranianos llegó a la iglesia de Layer, a unos 100 kilómetros al oeste de la frontera, llevaban 36 horas de viaje, incluidas 20 horas en el paso fronterizo: Una mujer llamada Anya huía con sus cuatro hijos pequeños y sus padres. Su marido, diácono en una iglesia ucraniana, se quedó atrás, junto con otros millones de hombres de entre dieciocho y sesenta años, a los que se les prohibió legalmente salir de Ucrania. (Están obligados a quedarse para defender el país si es necesario).

El padre de Anya logró salir: tiene sesenta y un años. Pero el creciente número de refugiados que llenan Europa del Este en las últimas dos semanas son en su inmensa mayoría mujeres, niños y ancianos. Desde que empezó la crisis, Layer dice que no se ha encontrado con ningún ucraniano menor de sesenta años: «Solo he tenido contacto con mujeres, niños y hombres mayores».

Dado que muchos refugiados se desplazan a través de Polonia hacia otros destinos, algunas iglesias encuentran familias que se quedan por períodos cortos y se van. Otras se instalan y esperan a ver qué pasa en Ucrania.

Futuro incierto

En Piotrków Trybunalski, el pastor evangélico Daniel Kryston dijo que su iglesia se enfrentó a un dilema cuando empezó a prepararse para recibir a los refugiados. Con el aumento de los precios del gas natural, su pequeña congregación ya estaba atrasada en el pago de la enorme factura de la calefacción durante los fríos meses de invierno.

Se preguntaba: «¿Debemos aceptar a los refugiados ucranianos, calentar el edificio y luego no tener forma de pagar la factura?». El pastor polaco, que trabaja en la Iglesia de los Cristianos Evangélicos desde 1993, dice que hasta ahora su enfoque ha sido «ayudarlos y preocuparse por los gastos después».

Una de las familias a las que la iglesia ha ayudado es una madre soltera que huyó de Ucrania con su hijo de doce años. La iglesia se ha comprometido a cuidar de la pequeña familia en una de sus cinco habitaciones para huéspedes durante al menos un mes. La mayoría de los refugiados que albergan proceden de contactos de miembros de la iglesia ucraniana que ya viven en Polonia. Unos cuantos se alojan en casas de miembros de la iglesia. La mayoría espera volver pronto a Ucrania, pero Kryston dice: «No tenemos ni idea de lo que va a pasar».

Por ahora siguen sirviendo y adorando junto a los ucranianos. «Ayer tuvimos tantos ucranianos como polacos en el servicio», dice. «La iglesia estaba llena».

Dios ha enviado esto por una razón, y tal vez sea para enviarnos a otros países

Esperanza presente

El pastor Layer, de Siedlce, cree que la presencia de los cristianos ucranianos animará a las pequeñas iglesias del este de Polonia, donde no es habitual encontrarse con otros cristianos evangélicos. Está conmovido por las respuestas ucranianas al mal que se ha desarrollado: «Escuché a una señora ucraniana decir: “Dios ha enviado esto por una razón, y tal vez sea para enviarnos a otros países”».

El pastor también tiene la esperanza de que la crisis lleve a más polacos a buscar a Cristo. Los aviones de combate de una base militar cercana sobrevuelan la ciudad constantemente, y la gente está preocupada porque la guerra se extienda a su propio país. Dice que su iglesia estaba llena el domingo, «y eso no es normal para nosotros».

Layer sabe que las cosas pueden no volver a ser normales durante mucho tiempo. Se dio cuenta al principio de la guerra: «Creo que nuestro ministerio ahora mismo está cambiando para siempre».


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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