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Iglesia en las trincheras: 6 meses de ministerio en tiempos de guerra en Ucrania

El momento más difícil de la vida de Sergey Nakul ocurrió en una estación de tren repleta en Kiev, poco después de que Rusia invadiera Ucrania. El pastor estaba enviando a su esposa, sus dos hijos y un grupo de miembros de su iglesia local a un lugar seguro fuera de la nación que estaba bajo ataque.

Unas semanas antes, la esposa de Nakul insistió en quedarse con su esposo y la iglesia que aman, pero a medida que los asaltos rusos se hacían más feroces y la toma de Kiev parecía posible, Nakul se impuso con suavidad: «Amada mía, es hora de que te vayas».

Permaneció en el abarrotado andén del tren, sosteniendo la mano de su esposa y preguntándose cuándo volvería a verla, a sus hijos y a los miembros de su iglesia. «Fue el momento más terrible para mí como padre y pastor responsable de estas personas», dice. Cuando más tarde llegaron noticias de que el grupo se había puesto a salvo en un país fronterizo, Nakul sintió alivio. «Alabado sea el Señor», recuerda haber pensado. Ahora podía servir sin miedo.

Si soy un pastor a imagen y semejanza de Jesús, ¿cómo podría dejar a mi gente?

Las normas ucranianas exigían que el pastor de cuarenta y cinco años se quedara, junto con la mayoría de los hombres de entre dieciocho y sesenta años. Pero Nakul se sintió obligado a quedarse a pesar de la ley de guerra. ¿Por qué? «Soy un pastor, esa es la respuesta básica», dijo en una llamada reciente desde su casa en Kiev. Consideró que Jesús es un pastor que nunca dejaría a Sus ovejas: «Entonces, si soy un pastor a imagen y semejanza de Jesús, ¿cómo podría dejar a mi gente?».

Seis meses después, Nakul continúa sirviendo a la iglesia en Ucrania y espera que sus seres queridos puedan reunirse pronto con él. Servir sin su familia es solo una de las formas en que Nakul y otros se han adaptado al ministerio cristiano durante medio año de guerra inesperada. Los bombardeos, el desplazamiento de doce millones de personas y la incertidumbre sobre el futuro exigen que los líderes del ministerio se adapten a una situación cambiante mientras mantienen la esperanza del evangelio que no cambia.

Nakul dice que el evangelio le ha mantenido anclado. «He experimentado la fidelidad asombrosa del Señor», dice. «Esto es muy valioso».

Mensajeros inesperados

Para Nakul, la fidelidad del Señor comenzó mucho antes de conocer a Jesús. Cuando era un niño que vivía bajo el control soviético en Ucrania, tuvo poco contacto con la Biblia, pero sentía curiosidad. Pasaba el tiempo en la biblioteca leyendo libros ateos porque contenían porciones de las Escrituras que los autores intentaban refutar. Era la única manera en que Nakul podía encontrar lo que él llama «trozos del evangelio». Cuando mira atrás, ve su inexplicable interés como «pura gracia en [su] vida».

Tras la independencia de Ucrania en 1991, el colapso soviético dejó a los antiguos estados soviéticos en una espiral económica. Los tiempos eran sombríos y a menudo desesperados, pero una tarde de 1994, Nakul se encontró con dos jóvenes en la calle que le hicieron una pregunta sencilla: «¿Te gustaría hablar de Jesús?».

Los dos hombres, que asistían a una iglesia evangélica, le explicaron los fundamentos de la fe cristiana. También le dieron a Nakul un ejemplar del Nuevo Testamento. «No puedes ni imaginar lo que significaba en aquel tiempo recibir un Nuevo Testamento gratis», cuenta Nakul.

Cuando lo leyó, el mensaje que encontró en su interior «fue como aire fresco». «Fue como una luz», recuerda. «Fue como una puerta abierta al cielo». Unos meses después, Nakul abrazó la fe salvadora en Cristo y dedicó su vida al ministerio.

El ministerio en tiempos de guerra

El ministerio de Nakul ha incluido nueve años como pastor de la Iglesia Reformada de la Gracia en Kiev. Cuando comenzó la invasión rusa el 24 de febrero, Nakul convirtió el sótano de la iglesia en un refugio antibombas, donde siguieron celebrando servicios, incluso cuando el número de asistentes se redujo brevemente a cuatro.

Sergey Nakul mostrando la destrucción en Kiev. Imagen cortesía de FEBC.

El pastor se adaptó a los números fluctuantes, ya que algunos miembros evacuaron el país y otros fueron llamados al servicio militar en Ucrania. El propio Nakul se presentó en una base de entrenamiento militar, pero los funcionarios le enviaron a casa para que sirviera a su congregación. Un amigo que es pastor de una iglesia bautista cercana se presentó recientemente para servir como soldado.

Mientras tanto, Nakul documentó la destrucción causada por la guerra en su papel de locutor principal de la Far East Broadcasting Company [Compañía de Radiodifusión del Lejano Oriente] (FEBC), una red internacional de radio cristiana. En los primeros días de la invasión, grabó videos de los edificios destruidos en su barrio e informó sobre las terribles condiciones de los habitantes de Kiev que permanecían en la ciudad.

Otros locutores de la FEBC celebraron reuniones de oración en línea y dirigieron a los oyentes al centro de consejería del ministerio para obtener ayuda espiritual. Durante una reunión de oración en junio, una oyente escribió diciendo que el edificio de al lado acababa de ser alcanzado por un cohete. «Puedo oír a la gente gritando», escribió. La locutora oró por la asustada oyente y recibió una respuesta unos minutos después: «Tus oraciones me están ayudando a no tener tanto miedo. Están dando paz a mi corazón».

Ayuda a los heridos

Aunque la paz es especialmente escasa en algunas partes de Ucrania, los ciudadanos de la mayoría de los lugares se enfrentan al trauma de vivir en un país desgarrado por la guerra. Las tensiones han creado una necesidad de atención espiritual que Nakul y otros pastores consideran tan urgente como las necesidades físicas.

Las iglesias en Ucrania están resurgiendo de las cenizas de la destrucción

Fedya Minakov dice que eso es cierto también en los seminarios.

El profesor de hebreo y Antiguo Testamento del Seminario Evangélico Reformado de Ucrania huyó de su casa en Kiev cuando comenzaron los bombardeos en febrero, y se instaló cerca de la frontera occidental del país. (Desde entonces se ha reunido con su familia, quienes se han vuelto a juntar con él después de haber sido evacuados inicialmente hacia Holanda).

El seminario se ha adaptado a las condiciones de la guerra impartiendo clases en línea para un cuerpo de estudiantes dispersos por Ucrania y Europa, y se están preparando para un semestre de otoño que incluirá un nuevo curso ya casi completo: la capellanía.

Tiene sentido en una nación con muchos hombres llamados repentinamente a la guerra, pero Minakov dice que la formación de capellanes no es solo para los soldados. Los pastores piden una formación más especializada sobre cómo ayudar a los feligreses y a otras personas de la comunidad que sufren problemas como el trastorno de estrés postraumático tras meses de bombardeos, muertes, destrucción, separaciones familiares y desplazamientos. «Necesitan ayuda para ser pastores en un país en el que todo el mundo sufre por la guerra», dice.

Los pastores también necesitan formación para continuar la labor ordinaria de plantación de iglesias, incluso en circunstancias extraordinarias. Minakov afirma que los pastores y los estudiantes repartidos por Ucrania y Europa ven la necesidad de más iglesias con una predicación fiel en zonas donde la gente es cada vez más receptiva espiritualmente. «Sus vidas están siendo amenazadas, y por eso hacen preguntas importantes», dice de las personas de las comunidades locales. «Podemos decirles que la Biblia y Cristo tienen las únicas respuestas verdaderas a estas preguntas».

El tiempo de guerra como campo de cosecha

Sergey Rakhuba se siente animado por la respuesta de las iglesias locales que ha visto como presidente de Mission Eurasia, un ministerio evangélico que forma y moviliza a los líderes de las iglesias de toda la región, incluida la Ucrania natal de Rakhuba.

Sergey Rakhuba, inspeccionando la sede del ministerio de Misión Eurasia en Irpin, Ucrania. Imagen cortesía de Mission Eurasia.

Aunque el ministerio no es una organización humanitaria, ha respondido a muchas necesidades en los últimos seis meses. En colaboración con las iglesias locales, el grupo apoya centros de refugiados y campamentos para miles de niños desplazados. Dentro de Ucrania, el grupo también ha enviado algunos de los primeros voluntarios para ayudar a los ciudadanos de las zonas tomadas por Rusia y liberadas de nuevo por los soldados ucranianos.

Rakhuba dijo que un equipo del ministerio llegó recientemente a un pueblo de unas quinientas personas en una región que había caído bajo control ruso durante dos o tres meses antes de que las fuerzas ucranianas expulsaran a los rusos. El equipo informó que los residentes estaban hambrientos y desesperados, diciendo que los soldados rusos habían sacrificado todo el ganado de su pequeño pueblo. El equipo distribuyó paquetes de alimentos y biblias a los residentes, un ministerio que sigue en marcha también en otras regiones.

La única seguridad que puedes tener como hijo de Dios es confiar en las preciosas promesas de Dios encarnadas en Cristo

Rakhuba está agradecido por las numerosas iglesias evangélicas que se han mantenido flexibles y a la cabeza del servicio a sus comunidades. «Las iglesias están resurgiendo de las cenizas de la destrucción», afirma.

Esperanza para el futuro

De vuelta a Kiev, el pastor Sergey Nakul sigue adaptándose y continúa viendo el valor de seguir teniendo una presencia estable con su congregación en Kiev, así como su trabajo en la red de radio FEBC. Espera que su familia pueda reunirse pronto con él, pero dice que se sintió animado por una reciente visita de su esposa, la primera vez que la veía desde su evacuación. «Fue como si tuviéramos una luna de miel», dice. «Fueron seis días totalmente reconfortantes».

Hasta que la pareja vuelva a estar unida, el pastor dice que sigue siendo refrescado por la gracia de Dios que le ha seguido desde sus primeros días. «Le digo a la gente que no sé lo que pasará después», dice. «Pero la única seguridad que puedes tener como hijo de Dios es confiar en las preciosas promesas de Dios encarnadas en Cristo». Nakul dice que el mensaje que enfatizó al principio de la guerra es el que sigue proclamando ahora: «Dios está con nosotros».


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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