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¿Estás haciendo demasiadas cosas buenas? En mi experiencia ayudando iglesias que quieren ser revitalizadas con el evangelio, este es uno de los problemas más prevalentes. Sí, leíste bien. Están haciendo demasiadas cosas buenas. Las actividades buenas son a menudo enemigas de las actividades estratégicas. Hay un sinnúmero de cosas buenas que una iglesia puede estar haciendo en un momento dado, pero solo hay un par de cosas que son las más estratégicas.
En Gálatas 2:14 el apóstol Pablo dice de Pedro y de los demás “vi que su conducta no estaba en sintonía con la verdad del evangelio”. La frase se refiere a caminar en línea recta con la verdad del evangelio, sin desviarse del camino del evangelio. Pablo tenía mucho que decir acerca de la importancia del caminar cristiano (Efe. 4:1,17; Col. 1:10; 2:6; Rom. 13:13). Cada comunidad cristiana legítima tiene formas en que está caminando en línea con el evangelio, y formas en que está caminando fuera de línea con el evangelio. Es responsabilidad del pastor dirigir la comunidad de la iglesia a caminar en línea con el evangelio, abrazando prioridades estratégicas.

Prioridades estratégicas evangélicas

Una estrategia es un plan de acción o método utilizado en un intento de obtener un objetivo o resultado específico. El origen de la palabra es el griego strategia, utilizado en planificaciones militares, maniobras y operaciones. Un comandante militar con tropas en el campo de batalla tiene un sinnúmero de maneras en que pudiera proceder, pero la victoria consiste en elegir la más estratégica de las acciones en un momento determinado. ¿Qué pasaría si el comandante envía todas sus tropas de forma individual e independiente y les dice que hagan todo lo que ellos piensan que es bueno y útil? Los resultados serían desastrosos. El comandante militar tiene que cultivar un plan estratégico y de acción unificado. En un conflicto militar, no identificar lo estratégico a menudo significa la derrota, y potencialmente la muerte.
El ajetreo no es una estrategia. La planificación estratégica es estratégica porque se niega a ser desviada o distraída al centrarse en un objetivo primordial. Las estrategias siempre tienen una idea panorámica, pero incorporan tácticas que incluyen hasta los mas pequeños detalles para lograr la meta acordada. La implementación de una estrategia consiste en trabajar juntos y construir una comunidad dispuesta a sacrificarse por un objetivo mayor. En la iglesia, nuestro objetivo es la gloria de Dios en Cristo y el avance del evangelio de Jesús. El plan estratégico para conseguir este objetivo implica que consideremos las personas, la geografía, los recursos, los bienes, y así sucesivamente. En otras palabras, una estrategia en un entorno especifico, no se vería exactamente igual en otro lugar y tiempo y lo mismo es cierto para las tácticas.

Haz más haciendo menos

Uno de los factores en la determinación de una estrategia, es que solo se pueden hacer cierta cantidad de cosas en un momento determinado manteniendo la excelencia. Esta realidad significa que decidir sobre qué cosas buenas la congregación no va a estar enfocada es tan importante como decidir las cosas que serán una prioridad congregacional. Un pastor no debe convertirse en una víctima de las cosas buenas. Algunos pastores actúan como si ellos no pueden decir “no” a una idea si es algo bueno o lleva a algo bueno, pero esta forma de pensar es errónea e inevitablemente dará lugar a ocupaciones desenfocadas que no lograrán dar forma a la comunidad, ni llevarán a una identidad congregacional cohesiva.
En la mayoría de las situaciones de la iglesia, se va a lograr más haciendo menos. Es decir, una vez que la estrategia para caminar con mayor fidelidad en línea con el evangelio sea clara, esas prioridades deben enfocar y moldear todo lo que hace la congregación. Todo lo que se hace debe ser evaluado consistentemente por la manera en que esté llevando estratégicamente hacia la meta. El trauma de cambiar el foco de una congregación, mediante la eliminación de ministerios y tácticas en que la iglesia se había concentrado previamente, se disminuye con una visión clara y un enfoque estratégico. Estos sustituyen lo anterior con una nueva manera de servir y contribuir. El objetivo de la reducción en la cantidad de cosas que una congregación hace es ampliar el enfoque y la excelencia de lo que decide perseguir como una comunidad de fe.

Cristianos, no consumidores

Uno de los beneficios de este enfoque es que muchas de las cosas buenas que antes eran actividades formales de la iglesia ahora se convertirán en maneras informales en que las personas vivirán como cristianos en su comunidad. Muchas de estas actividades tendrán más fruto evangelístico y de poder si se llevan a cabo en los hogares y la comunidad. Los pastores deben alentar esto y exhortar a los cristianos a que se involucran creativamente en el ministerio informal. Las actividades de la congregación deben reflejar las prioridades del evangelio, las cuales se convierten en un catalizador para el ministerio informal. Una congregación que hace cada cosa buena como una función formal de la iglesia está cultivando una mentalidad consumista, que puede ir en contra de que los miembros de la iglesia vivan distintivamente sus vidas como cristianos.
Cuando algo es reconocido como una actividad formal de la iglesia, los pastores tienen la responsabilidad de supervisar y controlar con más intensidad lo que está pasando en ese ministerio. A veces esto sirve para sofocar lo que podría lograrse si los miembros de la iglesia simplemente llevaran a cabo la idea del ministerio por su cuenta, dándole forma de acuerdo con los dictados de sus conciencias que está informada por el evangelio. Los pastores deben intentar garantizar que las prioridades estratégicas de la congregación sean acciones en las que todos los cristianos deben estar involucrados. Por lo tanto, las prioridades congregacionales estratégicas sirven para dar forma cruciforme a la identidad y energía congregacional. Del mismo modo, animamos a que las cosas buenas que no son necesariamente algo que toda la congregación deba abrazar tengan lugar de manera informal en la vida de los cristianos.

Preguntas para pensar:

¿De qué manera nuestra congregación esta caminando fuera de línea con el evangelio?
¿Qué nos inhibe cultural y congregacionalmente a caminar en línea con el evangelio en estas áreas?
¿Cuáles son los recursos culturales y congregacionales sin explotar que nos ayudarían a caminar en línea con el evangelio en estas áreas?
En nuestra localidad, en este momento particular ¿cuáles son las cosas con las que queremos que todos los miembros de esta congregación estén comprometidos y tengan como meta? ¿Cómo se alinean nuestros ministerios y actividades con las prioridades estratégicas?
¿Está nuestro vocabulario —la forma en que hablamos de las cosas que hacemos y valoramos— aportando a la creación de la cultura que decimos querer, o está levantando barreras?
¿Qué debe ser ser eliminado? Y, ¿cómo va a ser reemplazado?
¿De qué manera podemos animar el ministerio informal que toma lugar en los hogares y las comunidades?

Publicado originalmente en davidprince.com. Traducido por Adielene Perez.

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