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¿Cuál es el futuro del evangelicalismo? Dejemos que J. I. Packer nos indique el camino

Cuando J. I. Packer murió en 2020, al evangelicalismo de posguerra le quedaban muy pocos representantes de sus primeros días. Él vivió tres olas de eclesiología y erudición evangélicas y también ayudó a lanzar una cuarta. ¿Pueden su vida y su ministerio indicarnos el camino a seguir?

Para que haya una próxima ola saludable de evangelicalismo, será necesario colocar las piedras fundacionales en su sitio, o quizá simplemente limpiarlas y volver a utilizarlas. Packer ha dejado al menos cuatro de estas piedras. Cada una es bíblica y con frecuencia se pasan por alto.

1. Familia fuerte

Packer dejó la piedra fundacional de una familia fuerte. Packer estuvo casado 65 años con Kit. Tuvieron tres hijos. Se establecieron en Vancouver, siguiendo el llamado de Dios en un momento de la vida en que muchas personas se niegan a hacer semejante cambio. Ellos habían ganado poco dinero en Inglaterra, pero confiaron en Dios para que les proveyera en un entorno nuevo y caro. Kit se ocupó sola de la casa durante las numerosas ausencias de Jim. Su compañerismo honraba a Dios y servía a Su pueblo.

2. Servicio humilde

Él fue un modelo de servicio humilde. Enseñó en pequeñas universidades que no gozaban de reputación académica internacional. Cada una de esas universidades necesitaba ser edificada o reconstruida. Él y sus colegas compartían una visión de la teología evangélica, la formación de pastores para el pueblo de Dios y la escritura académica y popular de alta calidad. Muchos de sus colegas son recordados, pero la mayoría no. La disposición de Packer de servir en esos lugares y de esa manera demuestra su compromiso de hacer lo que creía que Dios le pedía, sin importar las circunstancias.

3. Escritos fieles

Packer escribió los libros y artículos que le fueron llegando. No calculaba, maquinaba ni soñaba con lo que era «estratégico» para su carrera o «la causa evangélica». Más bien, hizo hincapié en la teología sólida y sus implicaciones pastorales. Escribía porque creía que Dios le había extendido un «llamado a la autoría». Aunque con el tiempo tuvo una carga docente favorable, seguía escribiendo en horas poco habituales que le quitaban el sueño y la compañía. Packer sabía que, en última instancia, sus escritos no eran suyos. Lo mismo ocurría con sus ventas. En una ocasión me dijo que entendía que las cifras extraordinarias de ventas de su libro El Conocimiento del Dios santo eran un regalo de Dios único en la vida.

4. Relaciones amplias

Imitó a los reformadores ingleses que admiraba. Creía que habían plantado semillas de renovación que él debía cultivar. William Tyndale tradujo la Biblia al inglés. Thomas Cranmer, Hugh Latimer, Nicholas Ridley y otros dejaron el Libro de Oración Común y el Libro de Homilías. Packer quería ser como ellos, y lo fue. Además, trató de entablar relaciones con anglicanos liberales, una amplia franja de protestantes y católicos romanos, y aceptó la presión que suponía tratar de reconstruir estas relaciones rotas desde hacía mucho tiempo.

Apoyarse en el pasado para alcanzar el futuro

La renovación exige creer firmemente en la Palabra de Dios y en el señorío de Jesucristo

La primera ola del evangelicalismo (1944-54) demostró que las semillas de un evangelicalismo renovado no residen en alcanzar grandes cifras, construir instituciones impresionantes, controlar los centros de influencia o mantener el poder político. No residen en la venta de libros, la notoriedad en Internet, los prestigiosos discursos o los nuevos sistemas educativos. Algunas de estas cosas tienen su lugar, pero no son lo principal.

La segunda (1954-79) y tercera (1979-99) olas del evangelicalismo mostraron que la renovación reside en las semillas del compromiso absoluto con Cristo el Señor, con la Palabra de Dios, con el pueblo de Dios y con el ministerio de Dios para la gloria de Dios y el beneficio de los creados a imagen de Dios. Yace en una vida de adoración con otros que forma a las personas para el servicio de Dios y de los demás.

La cuarta ola del evangelicalismo (1999-2020) demostró que se puede hacer un trabajo fiel en medio de circunstancias que deberían hacer humilde al evangelicalismo.

El compromiso con la Biblia y con una teología sólida en un entorno confesional o interconfesional puede dejar semillas para una futura renovación. La fidelidad hasta la muerte sigue siendo el principal testimonio para las generaciones venideras. La vida de Packer demuestra que la renovación comienza con la edificación de hogares y el trabajo personal en lugares pequeños. La renovación exige creer firmemente en la Palabra de Dios y en el señorío de Jesucristo. La renovación requiere aceptar el costoso discipulado vocacional y manifestar carácter.

Si el evangelicalismo quiere ayudar de nuevo a renovar personas, lugares, iglesias y comunidades, debe recuperar el compromiso con estos medios pequeños y marginales, no por el bien de un movimiento, sino porque son lo que hay que hacer según las Escrituras.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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