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“Jesús lo miró con amor y añadió: —Una sola cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme”, Marcos 10:21.
Vemos aquí la historia del joven rico quien en primer lugar se acerca a Jesús refiriéndose a El, como “Maestro bueno” (v. 17). En Su respuesta Jesús le hace notar que El mismo es Dios y que aunque el joven se crea bueno, solo hay Uno bueno. Y es que su justicia propia y los ídolos del corazón (riquezas) le tenían cegado a estas dos importantes realidades.
Jesús contesta a su pregunta, “qué tengo que hacer…” (v. 17) con una respuesta en “sus términos” diciéndolo que “una cosa le falta”. Esto es siempre aplastante ya que cuando vivimos por nuestra propia justicia “algo más” nos faltará.
“Vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres” es “soltar” aquellas cosas que atan nuestro corazón (creer que en nosotros está la respuesta: nuestros recursos
materiales o propios esfuerzos).
“Luego ven y sígueme” es, por otro lado, reconocer que Jesús es la respuesta para ambas, nuestro sentido de justicia propia y la autosuficiencia.
Esta invitación a “venir y seguirlo’ es a encontrar en El el descanso y confianza en esa búsqueda de nuestra alma por seguridad, satisfacción y significado.
Solamente Dios puede obrar abriendo los ojos y nuestro corazón a esto y las Buenas Noticias para ti y para mí son que precisamente lo que es imposible para los hombres, para Dios no lo es (v. 27). Con amor, Su Espíritu nos lleva a reconocer a Jesús como Dios, como el único bueno, y por Quien somos justificados. Por último, también nos apunta a Su provisión para encontrar solo en El la libertad de las cosas que atan nuestro corazón.
Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.

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