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Recuerdo cuando atravesaba una situación injusta y cruel, consecuencia del pecado de otras personas que me hicieron daño. En mi frustración, al meditar en los libros proféticos, su mensaje y contexto resultó relevante para mí, llamándome a fijar mis ojos en el Dios incambiable que se reveló a profetas en situaciones peores que la mía.

Mi perspectiva del carácter de Dios se acrecentó a través de estos libros. Al entender el período histórico, comprender los personajes presentados y entenderlos a la luz de los eventos posteriores —lo que el Dios soberano, omnisciente y omnipotente advirtió y cumplió—, mi corazón se llenó con un gran sentido de seguridad en sus manos.

Sin embargo, cuando estudiamos los libros de la Biblia en nuestros grupos de estudio, generalmente nos enfocamos en los libros “sencillos” o fáciles de entender, ignorando a los proféticos. No obstante, la madurez cristiana requiere obediencia y exposición a toda la Palabra. Evitar los libros “difíciles” y solo leer, por ejemplo, pasajes de un tema específico que nos interese, nos deja con un déficit espiritual como discípulos de Cristo.

Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para que el creyente sea perfecto y preparado para toda buena obra (2 Ti 3:16-17). Cristo mismo explicó a sus discípulos cómo la ley y los profetas hablan de Él (Lc 24:25-27), citando extensamente durante su ministerio la literatura profética.

Con esto en mente, te comparto tres razones para estudiar los libros proféticos:

1. Los libros proféticos son entendibles

Los profetas proclamaban al Mesías futuro, infundiendo esperanza a los que esperaban en Él

Leer estos libros no tiene nada que ver con alegorizar o encontrar un código o mensaje oculto en la profecía. Tampoco se trata de ver eventos contemporáneos (como la caída de las Torres Gemelas) o algún líder mundial actual como el cumplimiento de las profecías.

Estos son errores comunes que denotan desconocimiento de los cumplimientos históricos y en Cristo que caracterizan a la mayor parte del contenido de los libros proféticos.

En realidad, estas profecías tienen tres propósitos claros:

  1. Convencer y confrontar al pueblo con su pecado y necesidad de arrepentimiento.
  2. Revelarles el juicio de Dios que vendría como consecuencia del pecado. Las aplicaciones de esto no son muy distintas para nosotros porque reconocemos que hoy también vivimos en medio de una generación torcida y perversa (Fil 2:15).
  3. Brindar un mensaje de restauración espiritual y física futura que les daría esperanza para que fueran fieles en medio del sufrimiento.

Por lo tanto, estos libros pueden ser entendidos por todo creyente. En el futuro, y vistas en retrospectiva, estas profecías servirían para ver la fidelidad, el poder y la soberanía de Dios.

2. Los libros proféticos revelan el carácter de Dios

A diferencia de lo que muchos creen, el énfasis y la idea central del mensaje de los profetas no era predecir el futuro. Una lectura correcta de los profetas nos enseña que sus largos discursos y predicciones presentan su tema en tres ejes centrales: denuncia del pecado, advertencia y declaración de juicio y restauración.

A través de estos tres ejes centrales aprendemos mucho sobre el carácter de Dios. Estos libros amplifican Su gracia y misericordia. Ante el pacto quebrantado por parte del pueblo, ante tanta rebeldía e idolatría, ante tanta opresión de los unos contra los otros (al punto de ofrecer a sus hijos y quemarlos a los ídolos), ¡Dios persiste en enviar a sus siervos para llamar al arrepentimiento a un pueblo rebelde!

Su omnisciencia y poder se revela al proteger al remanente y, ante el juicio inminente, Él prometía esperanza a aquellos que permanecían fieles en medio de tanta corrupción. Su presencia con sus siervos los profetas y con su pueblo revelan la fidelidad inmerecida e insondable de un Dios fiel, en contraste a un pueblo infiel. Esto no ha cambiado para su iglesia hoy.

3. Los libros proféticos apuntan a Cristo

Nuestro Dios defiende y protege a aquellos que son suyos, aún en medio del exilio y una generación corrupta

Cada uno de los libros proféticos tiene un rol importante en la historia de la redención. No habría esperanza ni un camino claro de restauración y reconciliación con Dios sin estas profecías. No habría esperanza futura para el pueblo de Dios en el Antiguo Testamento, ni del Mesías redentor y su obra como Rey Eterno para ninguno de nosotros.

Estas son algunas de las formas en que estos libros nos apuntan a Cristo:

  • Él es el cumplimiento encarnado de todas las demandas de Dios que su pueblo no pudo cumplir, y cada promesa de restauración eterna es cumplida en la vida, muerte, resurrección y reinado de Cristo (Mt 5:17).
  • Los profetas revelan cómo los creyentes debemos relacionarnos con el prójimo de manera justa, amorosa, sacrificial y que honre a Dios (Mt 7:12).
  • Los profetas nos proveen ejemplos claros, consecuencias reales de la obediencia o la desobediencia, y el fundamento del cumplimiento o del quebrantamiento de los dos grandes mandamientos: amar a Dios y amar al prójimo (Mt 22:40).
  • Los profetas proclamaban al Mesías futuro, infundiendo esperanza a los que esperaban en Él.
  • En los profetas vemos la justicia de Dios que más adelante sería manifestada plenamente en Jesús (Ro 3:21).
  • Varios profetas hablan de la necesidad de tener la ley de Dios escrita en corazones de carne a través de un nuevo pacto (Jer 31:31), cuando veían que el pacto mosaico era constantemente quebrantado. Cristo es el mediador de ese nuevo pacto (Heb 8).

El valor de los libros proféticos

La vida de los profetas y el remanente en sus tiempos nos recuerda que no somos la primera generación de creyentes que debe enfrentarse a la corrupción, el desvío y las falsas enseñanzas, aun dentro del pueblo de Dios. Al mismo tiempo, nos recuerdan que Dios no cambia y que nuestra esperanza futura es la de un reino que no tendrá fin, donde no hay maldad y nos espera la restauración eterna.

Estos libros nos animan a vivir como los profetas: siendo fieles a la Palabra, predicando el evangelio de arrepentimiento, examinando nuestros caminos, y reconociendo al Dios cuyo brazo no se ha acortado para obrar en nuestras vidas. Nuestro Dios defiende y protege a aquellos que son suyos, aún en medio del exilio y una generación corrupta. Dios permanece fiel, poderoso, soberano y en control por todas las edades. Todo esto lo vemos en la literatura profética y nos trae una esperanza inmensa.

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