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Espinas en medio de la siembra: Cómo lidiar con el acoso sexual en el trabajo

Nota del editor: 

El propósito de este artículo es proveer algunos consejos en situaciones de acoso sexual. No pretende ser exhaustivo. Es importante que cualquier persona que esté en esta situación acuda inmediatamente a recibir ayuda de un profesional o consejero capacitado.

“El nombre del Señor es torre fuerte,
A ella corre el justo y está a salvo”, Proverbios 18:10.

El trabajo precede a la caída del hombre. Dios trabaja incansablemente, y creó al hombre a su imagen y semejanza, con la capacidad para ser creativo, fructífero, y con habilidades para trabajar y producir (Gn. 1:26-28).

Sin embargo, con la entrada del pecado en el mundo, nos vemos en medio de un ambiente de trabajo contaminado y corrompido. Nuestras condiciones han sido modificadas, y el reto de trabajar implica aprender a manejar las espinas y malas hierbas en medio de la siembra.

Estas espinas tienen muchas caras, y una de ellas es el acoso sexual en el ambiente laboral.

¿Qué es el acoso sexual?

Ante todo, definamos el concepto. El acoso sexual se conoce como “cualquier tipo de acercamiento o presión de naturaleza sexual tanto física como verbal, no deseada por quien la sufre, que surge de la relación de empleo y que da por resultado un ambiente de trabajo hostil, un impedimento para hacer las tareas y un condicionamiento de las oportunidades de ocupación de la persona perseguida”.[1]

Esta definición incluye aspectos muy objetivos, como el uso por parte del abusador del chantaje, el manoseo, o el uso de fuerza o coerción para lograr un acercamiento o intimidad sexual. También incluye aspectos subjetivos y más difíciles de valorar, como las insinuaciones, los toques inapropiados, gestos, y piropos, que serán experimentados como acoso muchas veces en función del grado de malestar e incomodidad que crean en la víctima, sin ser con claridad identificables por terceros.

Esta vivencia afecta negativamente a la víctima no solo en sus emociones y seguridad, sino también en su nivel de eficacia en el trabajo. Suele provocar ansiedad, depresión, escasa motivación para las tareas, e incluso ausencias reiteradas. Las personas que son testigos o están al tanto de la situación también se encuentran dentro del radio de impacto negativo.

A pesar de que tanto hombres como mujeres pueden ser víctimas del acoso sexual, las mujeres suelen ser las afectadas más frecuentemente. Aunque puede darse en todos los ámbitos laborales y estratos jerárquicos de las empresas, es común que la persona que ejerce el acoso disponga de poder sobre la víctima en cuanto a roles o funciones laborales.

¿Cómo enfrentar esta situación?

El primer paso debe ser preventivo. En las empresas, debe existir una política de cero tolerancia al acoso sexual, y un énfasis en el respeto hacia la dignidad del ser humano y los buenos tratos. La Palabra nos enseña:

“Por eso, todo cuanto quieran que los hombres les hagan, así también hagan ustedes con ellos, porque ésta es la Ley y los Profetas”, Mateo 7:12.

“El amor no hace mal al prójimo. Por tanto, el amor es el cumplimiento de la ley”, Romanos 13:10.

Además, dentro del entorno laboral, debe existir un mecanismo de canalización de quejas, donde la víctima pueda ser escuchada bajo la protección de la empresa, y donde la falta al respeto por la dignidad humana sea debidamente castigada con consecuencias conocidas por todos los empleados y con un grado de severidad que permita erradicar este comportamiento del espacio de trabajo. Muchas veces esta medida deberá marcar una distancia física clara de protección donde el acosador no tenga acceso a la víctima.

Dios nos instruye a protegernos de los malvados y marcar límites de naturaleza física, como la distancia, cuando no es posible el arrepentimiento y la reconciliación (comp. 1 Co. 5:13). Como parte de la prevención, se hace necesario reforzar los límites adecuados, sanos, y bíblicos en el entorno laboral.

Un límite es una barrera que delimita propiedad y responsabilidad. Puede ser una barrera física, como las áreas en una oficina y los baños separados para hombres y mujeres, o invisibles como las que nos permiten diferenciarnos de los demás.

Dentro del entorno laboral, estos son algunos límites que pueden ser reforzados y tomados en cuenta de manera preventiva:

Horarios:

El tiempo destinado al trabajo debe ser equilibrado, que tome en cuenta las prioridades que Dios ha establecido para el ser humano. Específicamente en este tema, trabajar hasta tarde en la noche en proyectos donde hombre y mujer no casados deben compartir tiempo por muchas horas y permanecer en la oficina o espacios laborales sin la compañía de terceros, puede, en algunos casos, constituirse en un factor de vulnerabilidad o riesgo.

Por tanto, se sugiere evitar situaciones donde la víctima y un posible acosador puedan estar a solas y sin la posibilidad de ayuda o intervención de terceros. Para realizar proyectos que requieran permanecer comunicados o tomar decisiones en conjunto, es recomendable utilizar medios tecnológicos como conferencias vía online. Así puede realizarse el trabajo desde espacios seguros y de forma eficiente evitando el riesgo.

Vestimenta:

En el contexto laboral, establecer un código de vestimenta que promueva la ética y el respeto a la dignidad de cada persona se hace necesario para, de forma preventiva, marcar límites de protección entre la víctima y un posible acosador.

En la mayoría de las situaciones reportadas, quien recibe el abuso es una mujer. Por tanto, como cristianas, debemos colocar un mayor énfasis en este aspecto que no solo nos protege en situaciones de riesgo, sino también refleja la condición de nuestro corazón (1 Ti. 2: 9-10).

Código de conducta:

Es importante establecer un código de conducta, sobre qué podemos decir y hacer, y cómo podemos decirlo y hacerlo. Definir qué toques o palabras son apropiadas en el ambiente laboral y cuáles no, qué chistes son adecuados y cuáles no, por ejemplo. Esto se debe hacer desde la gerencia y debe informarse a todo el personal.

Aunque estas recomendaciones deberían ser tomadas desde la perspectiva gerencial o empresarial, aplican para ser consideradas de forma individual y personal, como forma de permanecer protegidos.

Otro elemento a considerar tanto para mujeres como para hombres es permanecer atentos a “pequeñas licencias”, pequeños pasos casi imperceptibles que abren la puerta al pecado y nos colocan en situaciones de riesgo. Por ejemplo, aceptar de un compañero de trabajo piropos inapropiados, o reírnos de chistes inadecuados por temor a la crítica, son “pequeñas licencias” que damos.

Hasta ahora hemos visto algunos elementos para prevenir el acoso sexual en el trabajo, pero ¿qué puede hacer una persona si ya se está en medio de una situación de este tipo?

Cómo lidiar con el acoso sexual en el trabajo

Inicialmente, revisa dónde han estado los límites difusos y, en lo que dependa de ti, marca límites de protección. En el caso de situaciones de acoso donde hay un desequilibrio de poder y un componente de mayor agresión, es posible que no se deba buscarse una confrontación directa o reconciliación, sino marcar distancia física y pasar directamente a externar una queja formal buscando la seguridad e integridad emocional y física. En importante seguir los canales formales establecidos por la empresa, ser intencional en buscar un cambio de ambiente o contexto de trabajo lejos del agresor, y buscar asesoría legal.

Ante todo, sea cual sea la circunstancia en que te encuentres, lleva tu situación ante el trono de Dios y busca su dirección y sabiduría. Él está en control y prometió acudir en nuestro auxilio: “De manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” (Heb. 13:6).

También te animo a buscar consejo bíblico y figuras de autoridad en tu familia natural y la iglesia (la familia de Dios) que puedan apoyarte y acompañarte en este proceso. Puedes buscar una red de apoyo dentro de la iglesia, o con otros creyentes maduros en la fe que puedan cuidar de tu alma, apoyarte en trabajar en el perdón y la restauración de la seguridad emocional y espiritual, y ayudarte a guardar tu corazón (Pr. 4:23).

Sabemos que cada aflicción y prueba puede ser vivida a la manera de Dios si nuestra brújula es su Palabra y nuestro norte es su gloria. Tenemos la certeza de que veremos la tierra restaurada y el trabajo redimido, por lo que nuestra confianza permanece en nuestro Salvador y en el Padre Celestial que ha prometido acompañarnos hasta el fin. No desmayemos.

“Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado”, Apocalipsis 21:4.


[1] Fernando Mansilla Izquierdo, Acoso sexual en el trabajo en la Administración Pública.


Imagen: Unsplash.
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