¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

¿Es realmente necesaria la membresía de la iglesia?

Este mes será la inducción de nuevos miembros en el cuerpo más honrado que el mundo jamás ha conocido: la iglesia de Jesucristo. La cuota de inscripción para este club es tan alta que ningún ser humano la puede pagar; Dios mismo tuvo que asumir esa responsabilidad. Los beneficios del grupo nunca expiran. La comunión del grupo es inigualable; recibes acceso íntimo al Señor mismo (Jn. 17:23).

Con estos beneficios, uno pensaría que la membresía de la iglesia se celebraría en muy alta estima. Pero por muchas razones los cristianos parecen pensar de ella en menor estima. Si eres de los que mira la membresía de la iglesia a la ligera, entonces te invito a que reconsideres.

Cuando escuchamos la palabra membresía, muchos pensamos inmediatamente en un “club”. Un miembro paga las cuotas, asiste a las reuniones, y cumple con las obligaciones de un miembro del club. Al mudarte, o cuando ya no tienes tiempo para el club, solo tienes que retirar tu membresía y seguir adelante.

La Biblia dice que la membresía en la iglesia es algo mucho más íntimo. “Porque nadie aborreció jamás su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida, así como también Cristo a la iglesia; porque somos miembros de Su cuerpo” (Ef. 5:29-30).

Ser un miembro de la iglesia significa que somos un miembro del cuerpo de Cristo —tal como tu dedo es un miembro de tu cuerpo—. Su sangre corre a través de nosotros. Su Espíritu nos anima. Su voluntad nos mueve. Él siente nuestro dolor, nos limpia cuando nos ensuciamos, cura nuestras heridas, y nos cuida con orgullo.

Dejar la iglesia no es simplemente dejar un club. Cuando usted se va, se desmiembra a sí mismo del cuerpo. Jesús y el resto del cuerpo dolorido te extrañan y sangran después de tu salida. Te apartas de tu única fuente de vida y alimento. Al igual que una mano amputada, vas a desangrarte lentamente, te vas a marchitar y morirás.

No es posible, bíblico, ni saludable

Ahora puede ser que pienses que esté siendo un poco dramático. Puede ser que pienses, “Soy un miembro de Cristo, solo que no  puedo encontrar una iglesia local que me guste. Yo soy un miembro de la iglesia universal, solo no de ninguna en particular”.

Quiero que entiendas que ser parte de la iglesia universal sin someterse a una iglesia local no es posible, bíblico, o saludable

En primer lugar, simplemente no es posible. Implicar que puedes ser parte de la comunidad mayor sin ser primero parte de la más menor no es lógico. No se puede ser parte de la familia humana universal sin ser primero parte de una pequeña familia inmediata.

En segundo lugar, no es bíblico. Cada carta en el Nuevo Testamento asume que los cristianos son miembros de iglesias locales. Las cartas mismas son dirigidas a iglesias locales. Nos enseñan cómo llevarnos bien con los demás miembros, cómo animar a los débiles dentro de la iglesia, cómo comportarnos en la iglesia, y qué hacer con los pecadores que no se arrepienten en la iglesia. Nos mandan a obedecer a nuestros ancianos, y nos animan a ir a los ancianos para orar. Todas estas cosas son imposibles si no eres un miembro de una iglesia local. (Véase 1 y 2 Corintios, Santiago, Efesios, 1 y 2 de Timoteo, y 1 Pedro para referencias).

Preguntar donde la Biblia nos manda a ser un miembro de la iglesia es como preguntar dónde el libro de reglas de la NBA insiste en que seamos humanos para jugar Basketball. Es que toda la Biblia está dirigida a la iglesia.

Finalmente, vivir sin membresía de la iglesia no es saludable. La independencia —el deseo de elegir por sí mismo lo que es bueno y lo malo— está en el corazón del pecado. Necesitamos la lección de humildad de someternos a ancianos defectuosos. Necesitamos el estímulo de compartir victorias con nuestras iglesia. Necesitamos la comunión de compartir sufrimientos con nuestras iglesia.

Necesitas saber que estamos todos juntos en esta vida, y que no nos vamos a alejar de ti solo porque nos defraudes o porque no estamos de acuerdo. Juntos nos edificamos los unos a los otros a la imagen de Cristo; nadie puede hacerlo por sí solo. Te animo a reconsiderar la importancia de la membresía de la iglesia. Nuestra comunión puede ser una aflicción, pero es una aflicción gloriosa. Y vamos a entrar en la gloria juntos.


Este artículo fue publicado originalmente el 27 de marzo 2014 para The Gospel Coalition. Traducido por Kevin Lara.
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando