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Nota del editor: 

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La Sociedad Bíblica está cercana a cumplir doscientos años de trabajo en Argentina. En el marco del mes de la Biblia, conversamos con Ruben Del Ré (Director general de la Sociedad Bíblica Argentina) y Rodrigo Guerra (Director de proyectos) sobre los trabajos que están llevando adelante, en especial en materia de traducción bíblica.

Aunque tienen una larga trayectoria, hay personas que no conocen sobre la institución. ¿Podrías comentarnos qué es la Sociedad Bíblica Argentina (SBA)?

Ruben Del Ré: Podemos decir que la SBA es una entidad misionera que tiene como propósito servir a las iglesias con el objetivo de que todas las personas puedan tener acceso a la Palabra de Dios. Nosotros expresamos nuestra visión de la siguiente manera: «Queremos que toda la gente, en todo lugar, se encuentre con Dios y Su hijo Jesucristo a través de la Biblia, en el idioma en el que piensan y sienten, en formatos que favorezcan el entendimiento y sin que el dinero sea un impedimento».

Por esto, nuestra misión es servir a las iglesias traduciendo, publicando, difundiendo y exaltando la Palabra de Dios.

La SBA tiene una historia muy larga. Vamos a cumplir doscientos años de trabajo en Argentina desde que se fundó como una Sociedad Bíblica Auxiliar en 1822. Finalmente se constituyó como una asociación civil íntegramente nacional en marzo de 1966, fundada por las iglesias para servir a las iglesias.

A la vez, somos parte de las Sociedades Bíblicas Unidas (SBU), una fraternidad de 150 sociedades nacionales que trabajan en más de 240 países y territorios. Después de la UNESCO, la SBU es la ONG de mayor presencia mundial. Esto es así porque existe la firme convicción de que la Palabra de Dios debe llegar a todas las naciones.

En Argentina y otros países de América latina aún quedan muchas comunidades nativas que no tienen la Biblia en su idioma. ¿Por qué consideran importante la traducción, en vez de simplemente esperar que aquellas culturas asimilen el español?

Ruben Del Ré: La traducción es muy importante para la SBA. Nuestros trabajos comienzan poniendo por escrito lenguas que, en su mayoría, no tenían escritura; eran ágrafas. Esto hace que sea un proceso realmente largo que demanda mucho esfuerzo.

Las primera traducciones se remontan al año 1881, con los evangelios de Lucas y Juan al ya extinguido idioma yahgán. Luego tradujimos la Biblia completa al idioma wichí (2002) y al toba qom (2014), después de muchos años de trabajo en cooperación con las iglesias y misioneros. También hemos traducido el Nuevo Testamento (NT) en lenguas mocoví, pilagá, chorote, además de porciones bíblicas en quichua santiagueño, una variante local del quechua.

Cuando me preguntan por qué traducimos la Biblia e invertimos tantos recursos, tiempo y dinero en esto, yo respondo que hay, al menos, cuatro motivaciones.

Por un lado, existe una motivación antropológica: Preservar las lenguas y las culturas del mundo. Por ejemplo, las comunidades wichí nos decían que ahora no solo tienen la Biblia en su idioma, sino que tienen su idioma gracias a la Biblia. La traducción tiene un gran impacto tanto espiritual como cultural.

La segunda motivación podríamos llamarla sociológica. La traducción bíblica coopera en que estos pueblos eliminen sentimientos de inferioridad y postergación contra los que luchan. Muchas de estas comunidades tenían vergüenza de hablar su lengua hace treinta años. Hoy están orgullosos de su idioma gracias a la traducción de la Biblia.

Es muy importante que el mensaje de evangelio pueda llegar en la lengua «del corazón», aquella en la que las personas piensan y sienten

La tercera motivación es misionológica. Es muy importante que el mensaje de evangelio pueda llegar en la lengua «del corazón», aquella en la que las personas piensan y sienten. La frase que ellos utilizan es «Dios habla nuestro idioma».

Finalmente, hay una cuarta motivación que yo llamaría «teológica». La traducción no es solamente un recurso para que todos los pueblos del mundo conozcan el evangelio, sino que la traducción es, por decirlo de alguna forma, un componente central del evangelio. El historiador Andrew Walls escribió: «la fe cristiana se basa en un acto divino de traducción». El verbo se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn 1:14). La encarnación se puede entender como una traducción; cuando Dios se hizo hombre en Cristo, la divinidad fue traducida a humanidad.

¿Están trabajando en más traducciones en la actualidad?

Rodrigo Guerra: Estamos trabajando con tres proyectos de traducción: Al toba del oeste, al wichí del Bermejo y a la Lengua de Señas Argentina. Cada proyecto está en etapas diferentes.

Con el toba del oeste estamos traduciendo el Antiguo Testamento (AT) y, de esa manera, tendremos la Biblia completa. Con el wichí del Bermejo estamos recién comenzando la traducción del Nuevo Testamento (NT).

Por otro lado, la traducción a la Lengua de Señas Argentina es un proyecto complejo que requiere años de trabajo y muchas personas involucradas. Actualmente, estamos traduciendo el Evangelio de Marcos, además de algunos textos del AT y NT. La idea es que la comunidad sorda vaya recibiendo diferentes porciones bíblicas, a medida que nosotros trabajamos en la traducción completa.

¿Han podido medir el impacto de la recepción de la Biblia en idiomas nativos en esas comunidades e iglesias locales

Rodrigo Guerra: Medir el impacto no es fácil. Pero tenemos testimonios y videos que lo representan.

Ha sido muy importante el impacto en la eclesiología. En lugar de importar una cultura eclesial, estas comunidades nativas pueden tener su experiencia propia con la Escritura y así permitir que sea el Señor quien construya la iglesia en su comunidad y no estén simplemente copiando modelos ajenos.

También notamos un gran impacto en el entusiasmo individual por profundizar en la Escritura. Desean conocer más sus biblias y nos están pidiendo recursos de estudio en su lengua. La interacción con la Biblia ha aumentado gracias a la traducción, despertando un interés en las personas por capacitarse para servir y enseñar.

Nosotros soñamos con dar cursos de predicación expositiva en toba, wichí y en las demás lenguas nativas; o enseñarles el método inductivo de estudio en su idioma. Pero es un proceso largo que incluye cursos de alfabetización, porque hay muchas personas allí que no saben leer ni escribir, ni siquiera en su propia lengua. Por eso tenemos cursos de alfabetización, donde ellos se enfrentan por primera vez a la Biblia y a su propio idioma. Aprenden a leer con las Escrituras.

Además de la traducción, ¿en qué otros proyectos están trabajando?

Rodrigo Guerra: Todos los proyectos de la SBA se alinean con cada aspecto de nuestra misión: traducir, publicar, difundir y exaltar la Palabra de Dios. Siempre con el propósito de servir a la iglesia. Los proyectos de la SBA cubren una gama muy amplia.

Trabajamos en difundir la Biblia en braille para personas con discapacidad visual y también en audio, porque hay comunidades indígenas que requieren este formato para tener mayor alcance. También tenemos lo que llamamos «publicaciones inclusivas», que consisten en un solo material bíblico que pueden utilizar niños con y sin discapacidad. Este es un proyecto ambicioso que requiere de profesionales de distintas áreas. La idea es crear puentes en dos direcciones: entre las personas con discapacidad y Dios, y entre las personas con discapacidad y el resto de la iglesia.

También ofrecemos diferentes proyectos de interacción con la Biblia. Tenemos recursos para personas que se encuentran con las Escrituras por primera vez, material que sirve como herramienta de evangelismo. Tenemos cursos de griego y hebreo bíblico para cristianos que están en una etapa de mayor madurez. La SBA está comprometida a fomentar el uso de la Escritura en todos los niveles.

Por último, tenemos proyectos dedicados a mostrar el impacto de la Biblia en la sociedad. Esto significa que muchas veces vamos a interactuar con personas que ni siquiera son creyentes, pero sienten curiosidad por conocer la Biblia. Participamos en ámbitos de la sociedad y la cultura, aprovechando las oportunidades para presentar la Biblia. Por ejemplo, participamos de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, la tercera feria del libro más grande del mundo. También ofrecemos conferencias donde exponemos acerca del valor que ha tenido y sigue teniendo la Biblia para la cultura y la historia humana.

Muchos de estos proyectos nacen de la misma SBA, cuando identificamos una necesidad en la que podemos aportar. Pero muchos otros vienen de las mismas iglesias que nos presentan una oportunidad o necesidad, en la cual podamos participar.

Ruben Del Ré: Cubrimos mucho, pero siempre buscamos trabajar en asociación y en alianza con otros ministerios y, por supuesto, con las iglesias. Deseamos ser una verdadera entidad pro-eclesiástica que existe para servir a las iglesias.

Pensando ahora en la relación de la Biblia con la cultura y la sociedad: Durante un tiempo se pensaba que las personas dejarían de leer para volcarse a los medios audiovisuales, pero todo indica que la lectura sigue vigente. ¿Cuál ha sido la experiencia de la SBA ante los nuevos cambios y cómo afectaron a la tarea de distribución bíblica?

Ruben Del Ré: Hoy existe una complementación entre los diferentes formatos y soportes, pero la venta y distribución de la Biblia física no ha disminuido. Algo que sí ocurre con otros tipos de libros, pero no con la Biblia.

Estamos sorprendidos por la cantidad de ejemplares que se están distribuyendo. Se podría hacer más, pero en nuestro país a veces es complicada la importación de material. Con todo, la SBA distribuye aproximadamente cuatrocientas mil biblias impresas al año, sin contar a otras editoriales y ministerios que también están dedicados a esta misma labor, ni las plataformas digitales que distribuyen nuestras traducciones.

La Biblia debe estar en el centro de la vida y la misión de la iglesia

La realidad es que los diferentes formatos y soportes de la Biblia están conviviendo: en papel, digital y audio. Para nosotros (SBA), hablar de «formatos» incluye también el braille y la lengua de señas, porque nuestro propósito es que todos puedan acceder a la Palabra de Dios. Por este mismo propósito, la mayoría de las aplicaciones móviles para leer la Biblia utilizan traducciones que han sido desarrolladas por las SBU.

Al ser una entidad misionera sin fines de lucro, es importante que la gente sepa que, cuando adquiere una Biblia de la SBA, está colaborando para que personas la puedan recibir sin cargo en la cárcel, en un hospital, en braille o en su propio idioma. Los fondos se reinvierten en la misión.

Aun así, la Biblia y el cristianismo parecen estar perdiendo terreno en la cultura actual. ¿Cuál consideran que es el impacto actual de la Biblia en Argentina? ¿Qué propuesta tiene la SBA para recuperar la centralidad de la Biblia?

Ruben Del Ré: Hay visiones diferentes al respecto. Un libro que ya tiene muchos años, cuenta cómo la Biblia estuvo presente en nuestro país desde su fundación. Sin embargo, también argumenta que la Biblia no caló hondo en el pensamiento y la cultura, sino que fue moldeada más bien por las ideas humanistas que llegaban de Europa.

Hay otra perspectiva, gracias a una investigación más reciente, que asegura que la Biblia estuvo y está presente en la cultura del país. Es cierto que su presencia ha sido invisibilizada por corrientes de pensamiento secularistas, en especial durante los últimos años. De todos modos, la Biblia sigue presente en dichos populares, en la música popular, en los grandes escritores argentinos y en diferentes expresiones artísticas y culturales.

Pero ¿cuánto impactaron las Escrituras en la vida y la fe de la nación? Yo creo que en ese aspecto todavía hay una enorme tarea por delante. No solo hacia afuera de las iglesias, sino también hacia adentro.

Desde la SBA hacemos un fuerte énfasis en la centralidad de la Biblia, a partir de tres convicciones: La primera, que la Biblia debe estar en el centro de la vida y la misión de la iglesia. La segunda, que Cristo mismo es el centro de la Biblia. Por lo tanto, nuestra tercera convicción es que, cuando la Biblia está en el centro, Cristo está en el centro.

Todo cristiano evangélico estará de acuerdo con estas convicciones, porque son parte del resto de convicciones más profundas de nuestra fe. Entonces, la pregunta que sigue es: «Cómo manifestamos la centralidad de las Escrituras en nuestras iglesias?». En respuesta a esa interrogante es que presentamos siete propuestas, que surgen del diálogo con pastores, líderes, hermanos maduros en la fe, y una amplia cantidad creyentes de diferentes ámbitos; como así también, de diversas investigaciones que hemos realizado en los últimos años.

Las presentamos como un compromiso institucional con las iglesias, a las que queremos servir con ministerios especializados, proveyendo recursos editoriales, actividades de capacitación, materiales de apoyo e ideas para la implementación. 

1) Apartar un tiempo en todos nuestros cultos para la lectura pública de las Escrituras.

2) Promover la predicación expositiva, partiendo desde la pregunta «¿qué dice el texto?» y de esa manera, dejar que el texto gobierne el sermón. Como diría John Stott: «Cuanto menos el predicador interfiera entre la Palabra y sus oyentes, mejor».

3) Fomentar la memorización bíblica, y no solo para los niños de la escuela dominical, sino como disciplina espiritual para todo creyente. «Este libro de la ley no se apartará de tu boca» (Jos 1:8).

4) Ayudar a las nuevas generaciones a desarrollar una cosmovisión bíblica. No solo leer la Biblia, sino pensar desde la Biblia. Como dice John Piper: «Que la Biblia no sea simplemente el cuadro que observo en la pared, sino la ventana a través de la cual miro toda la realidad». Queremos que cada cristiano pueda relacionar el sermón del domingo con la universidad y la oficina del lunes, y cerrar así la brecha entre lo sagrado y lo secular.

5) Revitalizar la enseñanza de toda la Escritura para todas las edades.

6) Promover la lectura diaria de la Biblia en el seno del hogar. Que la Biblia se escuche en la familia y sea parte del sonido cotidiano de la casa. No solo pensando en la familia nuclear bien consolidada, sino también en los nuevos modelos como las familias de madres solas.

7) Finalmente, hacer visible el poder de la Palabra a través de vidas transformadas que vencen al pecado y sirven a su prójimo de manera práctica y sacrificial.

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