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Fragmento adaptado de ¿Soy llamado? La convocatoria al ministerio pastoral, de Dave Harvey. B&H Español.

Miscellaneous Thoughts [Reflexiones varias] y Enquires Upon an Important Subject [Preguntas sobre un tema importante]… Parecen un ensayo que le encargaron a alguien en la universidad, uno aburrido, por cierto. Pero no eran ideas casuales de una mente inquisitiva sobre temas teóricos. Era un diario de seis semanas de un serio y exhaustivo análisis interno, un autoexamen de un hombre desesperado por escuchar a Dios.

John Newton tenía 33 años. Ya había vivido una vida plena, había enfrentado la muerte en varias ocasiones y había hecho cosas atrevidas y viles que la mayoría de la gente ni siquiera imagina. Y ahora, había llegado a este punto. Convertido hacía unos pocos años y recién retirado de la abominación de la venta de esclavos, Newton no podía evitar preguntarse si estaba siendo llamado al ministerio.

Luego de un periodo sabático de seis semanas, Newton emergió completamente convencido de que había sido llamado al ministerio del evangelio. Las únicas preguntas eran dónde y cómo. Newton era bastante mayor que la mayoría de los aspirantes, muchos de los cuales habían llegado al clero directamente de la escuela. Además, la forma tradicional de ser pastor era postularse para los diversos puestos en la iglesia en Inglaterra. Sin embargo, había nuevas oportunidades fuera de la iglesia establecida: trabajos independientes y emocionantes, pero riesgosos.

Desde el principio, el camino de Newton hacia el ministerio estuvo lleno de obstáculos. El primero fue complicado. La gente a la que Newton pensó que debía unirse (los anglicanos) no lo quería; y Newton no se sentía llamado hacia las personas que sí lo querían (los independientes).

La respuesta de Newton a su llamado resultó en seis años de incertidumbre y oposición. Buscó consejo en quienes mejor lo conocían, incluyendo su familia y esposa. Estos consejeros lo convencieron de que su visión para el ministerio funcionaría mejor en la iglesia establecida. Trabajó diligentemente en las diversas pruebas y requisitos que necesitaba para obtener un nombramiento. Pero fue rechazado una y otra vez, y luego una vez más. Las razones eran desconcertantes: no había ido a las escuelas correctas, era demasiado entusiasta, su pasado pecaminoso no era adecuado para un hombre de clero.

A Newton lo rechazaron seis veces del ministerio. Tuvo que esperar. Tenía su confianza puesta en Dios y contaba con la resistencia de un hombre que ha enfrentado la peor de la discriminación. Entonces, decidió prepararse: “Por ahora, debo permanecer en mi condición y tratar de ser tan útil como pueda en la vida privada hasta que pueda ver más allá”.

Dios usó este tiempo de espera para fortalecer a un hombre que no era tan sólido como pensaba cuando salió de su periodo sabático de seis semanas, convencido de que había sido llamado. Años después, Newton reveló el valor de esperar en una carta que escribió a un joven con un problema similar:

“Es muy difícil mantenernos dentro de los límites de la prudencia cuando nuestro celo es fuerte y cuando amamos a Dios con todo el corazón y tenemos una compasión por los pecadores que nos incita a empezar demasiado rápido. Sin embargo, ‘todo el que cree no debe apresurarse’.

Yo estuve cinco años en esta situación. Algunas veces, pensé que debía predicar, aunque fuera en las calles. Consideraba todas las oportunidades que parecían razonables, y muchas que no lo eran. Pero el Señor, con su gracia, casi insensiblemente cubrió mi camino de obstáculos; de otro modo, si hubiera hecho mi voluntad, no estaría en la posición de ser tan útil como, a su tiempo, Él me hizo.

Y ahora puedo ver claramente que, si hubiera empezado antes de tiempo, aunque mi intención era buena, me habría sobrestimado y no habría contado con el juicio y la experiencia espiritual necesarios para el servicio”.

El tiempo de espera preparó a Newton para un gran servicio. Comprendió que el periodo de espera es parte del tiempo perfecto de Dios.


Imagen: Lightstock
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