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El mundo se ha conmovido por los atentados perpetrados por hombres armados contra las instalaciones de la revista semanal francesa Charlie Hebdo. Francia y la comunidad internacional han expresado su repudio por tan vil y despiadado acto que dejó un saldo de doce muertos.

Francia ve resucitar los espectros de su pasado con esta nueva versión del terror en su suelo. Su historia ha sido escrita con sangre desde su revolución. Tan sensibles son los franceses a estos eventos que se estima que más de dos millones de personas marcharon por las calles de París, como respuesta a los ataques terroristas en Charlie Hebdo. Presidentes y líderes de todas partes del mundo se hicieron presentes en solidaridad con el pueblo francés. Y no es para menos: el terrorismo, no importando su ideología o motivaciones, siempre será repudiado por seres humanos racionales, con sentido común y con algo de sensibilidad. Por eso, debemos dar nuestra solidaridad al pueblo francés y mostrar nuestro tajante rechazo a una de las manifestaciones más bajas de la crueldad humana.

Charlie Hebdo es satírico, polémico y no muy respetuoso de los credos de sus enemigos ideológicos, principalmente en materia de religión; pero todo esto no justifica ningún arrebato de violencia y muchos menos uno tan aberrante y despiadado como el que fue objeto. En virtud de esto, es impresionante la solidaridad que este medio y Francia han tenido a nivel mundial. Líderes  y personas famosas de distintas partes han manifestado su repudio a este hecho tan monstruoso. Pero en estas protestas veo algunas incongruencias que llaman mi atención. La primera de ella es ver cómo estos que protestan a favor de Charlie Hebdo guardan silencio contra la matanzas de miles de cristianos en los países donde opera el Estado Islámico, o donde hay sistemas represivos como Corea del Norte o la misma China. Tristemente, eso que también es atroz, inhumano y escandaloso no recibe ni la cobertura mediática ni el apoyo de los organismos internacionales.

En segundo lugar, muchos que a nivel internacional se solidarizan con Charlie Hebdo, en sus propios países no lo tolerarían, porque ellos mismos son intolerantes. Como escribió
-paradójicamente- el New York Times y publicado por El País de España:

“La reacción pública al atentado en París ha puesto de manifiesto que hay mucha gente que se apresura a idolatrar a quienes arremeten contra las opiniones de los terroristas islámicos en Francia, pero que es mucho menos tolerante con quienes arremeten contra sus propias opiniones en su país. Fíjense si no en todas las personas que han reaccionado de manera exagerada a las micro agresiones en los campus universitarios. La Universidad de Illinois despidió a un catedrático que explicaba la postura de la Iglesia Católica respecto a la homosexualidad. La Universidad de Kansas expulsó a un catedrático por arremeter en Twitter contra la Asociación Nacional del Rifle. La Universidad de Vanderbilt retiró el reconocimiento a un grupo cristiano que insistía en que estuviese dirigida por cristianos”.

Estas incongruencias revelan la hipocresía de mucha gente que pide tolerancia y respeto cuando ellos son intolerantes e irrespetuosos; que expresan solidaridad a todo el que es “oprimido” cuando ellos oprimen y son indiferentes a otros que están siendo marginados, perseguidos y viven en un riesgo social extremo. A los cristianos nos ha tocado vivir un tramo muy difícil de la historia donde vemos un mundo tolerante a todo menos al cristianismo y solidario con todo menos con los cristianos.

Charlie Hebdo ha sido mordaz, irrespetuoso, provocador, polémico y burlador de todo el que no piensa según su línea editorial. Por cosas como estas, no puedo decir que “yo soy Charlie Hebdo”. Sin embargo, rechazamos la violencia de la que ellos han sido objetos. Aunque yo no “soy Charlie Hebdo”, estoy en contra de lo que le han hecho, aunque Charlie Hebdo esté en contra mía y ridiculice a Cristo. Y pienso así porque el Cristo de quien se burlan ellos me manda a amarlos y a serviles si fuera necesario. Hay que ser tolerantes aunque no lo sean con uno. como decía el famoso tribuno romano Cicerón: “no estoy de acuerdo con lo que dices, pero pagaría con mi vida el derecho que tiene de decirlo”. A esa cita de Cicerón le añadiría que lo que se dice debe ser en un marco de respeto hacia los que no piensan como uno.

El evangelio y Charlie Hebdo

A pesar de todos los atropellos contra los creyentes, como insultos, torturas, encarcelamientos y muertes, el mensaje de Cristo sigue haciéndose eco a través de los tiempos y nos recuerda amar a nuestros enemigos, a vencer el mal con el bien, a servir al prójimo no importando quién sea. Ese mensaje, de amor, tolerancia y respeto debe proclamarse desde los púlpitos, y así marcar claramente la diferencia como pueblo de Dios.

El evangelio marca un claro contraste con Charlie Hebdo porque por revelación bíblica estamos llamados a divulgar la verdad tal como lo hizo Pedro ante el tribunal supremo de los judíos por el bien hecho al paralítico de la puerta la Hermosa. Esta verdad debe ser expresada tomando en cuenta las siguientes características:

  • Con respeto. Pedro reconoce las funciones de estos líderes y los llama por sus respectivos títulos.

“Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes y ancianos del pueblo…”, Hechos 4:8.

  • Con verdad. La cortesía y los buenos modales no anulan la proclamación de la verdad.

“Sabed todos vosotros, y todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos”, Hechos 4:10.

  • Con valentía. Tanto Pedro como Juan estaban siendo amenazados con palizas y encarcelamiento, por lo tanto sus vidas corrían peligros. Sin embargo, sus respuestas nos revelan el valor y coraje que por la causa de Cristo habían sido investidos.

“Mas respondiendo Pedro y Juan, les dijeron: Vosotros mismos juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”, Hechos 4:19-20.

El evangelio marca también una diferencia abismal con el fundamentalismo islámico, no solo en sus doctrinas, sino también en su modus operandi. No hay religión o credo en la historia de la humanidad donde sus creyentes hayan sido más perseguidos, ultrajados, ridiculizados, torturados, encarcelados o asesinados que los cristianos. Sin embargo, las Escrituras nos dan pautas claras de cómo debemos reaccionar antes todas estas hostilidades. Cristo nos da el privilegio de sufrir por Él. Puede parecer ser duro (y lo es) padecer por Cristo, pero Él mismo señala que es una bendición y una dicha. El nombre de Cristo siempre ha sido blasfemado por sus críticos hostiles, sin embargo, la respuesta de los hijos de Dios es responder conforme a lo que él mismo nos revela en las Escrituras:

  • “Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen”,  Mateo 5:44.
  • “Bendecid a los que os maldicen; orad por los que os vituperan”, Lucas 6:28.
  • “Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis”, Romanos 12:14

​No soy Charlie Hebdo, pero tampoco justifico la violencia de la que han sido objeto. Soy cristiano, y como cristiano busco incansablemente ser como Cristo, con todos los tropiezos que en esa búsqueda pueda encontrar. El creyente ha sufrido, sufre y sufrirá persecuciones; y hasta que no estemos frente a frente a Cristo, su mensaje será el mismo: ama a tu prójimo como a ti mismo.

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