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Fragmento de Cinco Puntos: Hacia una experiencia más profunda de la gracia de Dios. John Piper. 2015. Poiema Publicaciones, 112 pp. ReseñaPuedes descargar una muestra gratuita visitando este enlace.


Los cristianos aman a Dios. Él es nuestro gran Tesoro. Nada se puede comparar con Él. Uno de los antiguos catecismos mayores dice: “Dios es Espíritu, infinito, eterno e inmutable en Su ser, sabiduría, poder, santidad, bondad, justicia y verdad”. Este es Aquel a quien amamos. Amamos toda la plenitud de Sus perfecciones. Conocerlo, ser amado por Él y llegar a ser como Él es la meta de la búsqueda de nuestra alma. Él es nuestra “alegría y deleite” (Sal 43:4).

Él es infinito—y esto responde a nuestro anhelo de plenitud. Él es eterno—y esto contesta a nuestro anhelo de permanencia. Él es inmutable—y esto satisface nuestro anhelo de estabilidad y de seguridad. No hay nada como Dios. Nada se puede comparar con Él. La riqueza, el sexo, el poder, la popularidad, el triunfo, la productividad, los grandes logros… Nada se puede comparar con Dios.

Cuando la niebla se disipa

Entre más conoces a Dios, más deseas conocerlo. Mientras más degustas de Su comunión, más hambre te da de tener una comunión más profunda y más rica con Él. Entre más satisfacción sintamos, más anhelamos ese momento en el que tendremos el mismísimo poder de Dios para amar a Dios.

Así es que Jesús ora por nosotros a Su Padre: “Para que el amor con que me has amado esté en ellos” (Jn 17:26). Eso es nuestro anhelo: que el mismo amor que el Padre tiene por el Hijo nos llene y nos dé la facultad para amar al Hijo con la magnitud y pureza del amor del Padre. Para entonces las frustraciones de nuestro amor deiciente habrán terminado.

Sí; entre más lo conoces y lo amas y confías en Él, más añoras conocerlo. […] Yo anhelo conocer a Dios y gozar de Él. Y quiero lo mismo para ti. El catecismo mayor pregunta: “¿Cuál es el in principal del hombre?”, y responde: “El fin principal del hombre es glorificar a Dios y gozar de Él para siempre”. Gozar de Dios es la manera de gloriicar a Dios porque Dios se glorifica más en nosotros cuando nosotros estamos más satisfechos en Él.

Pero para gozarlo debemos conocerlo. Verlo es apreciarlo. Si Él se queda detrás de una niebla difusa y vaga, puede que sintamos curiosidad por un tiempo. Pero cuando la niebla se disipe nos maravillaremos con gozo al darnos cuenta que estamos al borde de un inmenso precipicio.

La lucha que vale la pena

Mi experiencia es que tener un claro conocimiento de Dios que proceda de la Biblia es la leña que conserva el fuego del amor por Dios. Y probablemente el tipo de conocimiento más crucial es el conocimiento de cómo obra Dios en la salvación. De esto se tratan los cinco puntos del calvinismo. No del poder y la soberanía de Dios en general, sino de Su poder y Su soberanía en la manera en la que Él salva a las personas. Es por esto que a estos puntos se les conoce a veces como las doctrinas de la gracia. Para experimentar a Dios en Su totalidad tenemos que saber no solo cómo actúa Él en general, sino cómo específicamente nos salva a nosotros, ¿cómo fue que me salvó? […]

Toda esta lucha por entender lo que la Biblia enseña sobre Dios vale la pena. Dios es una roca de poder en un mundo de arenas movedizas. Conocerlo en Su soberanía es como ser un roble en medio del viento de la adversidad y de la confusión. Y además del poder están la dulzura y la ternura que sobrepasan nuestro entendimiento. El soberano León de Judá es el dulce Cordero de Dios.

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