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Conocer la historia detrás de los acontecimientos actuales es una de las mejores maneras de obtener un panorama más claro sobre los eventos mundiales. Esto también aplica para lo que tiene que ver con los temas espirituales. De hecho, la única manera en que el ser humano puede conocer su origen, significado, moralidad y destino es entendiendo la maravillosa historia que nos cuentan las Escrituras.

Presentar el tema más relevante de todo el relato bíblico y la importancia de conocerlo es la idea central de un nuevo recurso del que te quiero hablar. Me refiero al libro Una gran historia: Cómo leer la Biblia para ver a Dios y no solo leer de Él (Editorial Bautista Independiente, 2022), escrito por Josué Ortiz, quien es doctor en predicación expositiva y pastor fundador de la iglesia Gracia Abundante en la ciudad de México.

El autor anima a sus lectores a acercarse de manera personal e intencional a la Biblia y deleitarse en sus maravillas. En Una gran historia, vemos una visión panorámica de la Escritura y encontramos a Jesús como el centro del relato. Aprendemos algunas verdades cruciales que hablan sobre Su papel en la historia bíblica, y de las cuáles quiero hablarte a continuación.

1) Jesucristo es el cumplimiento del Antiguo Testamento

Una de las primeras maravillas descritas en las Escrituras es la creación del hombre a la imagen de Dios, lo cual nos habla de una distinción que Dios dio a la humanidad de entre toda Su creación. Este privilegio incluía una responsabilidad de particular importancia, puesto que demandaba vivir conforme a la voluntad del Creador. Sin embargo, el ser humano no ha logrado nunca por sus medios vivir conforme a la imagen de su Hacedor, como testifica la Biblia desde el primero hasta el último de sus libros.

Adán y Eva recibieron una instrucción de Dios, pero desobedecieron y quedaron afectados por las consecuencias de su pecado. Como resultado, el Creador sacrificó un animal inocente para cubrir la desnudez de la que ahora estaban conscientes (Gn 3:21). La promesa descrita en el protoevangelio —la primera promesa de que vendría un Salvador (Gn 3:15)— encuentra su cumplimiento en el sacrificio perfecto y suficiente de Jesucristo, quien murió en la cruz del calvario y entregó su sangre, no para cubrir momentáneamente el pecado sino para siempre (Heb 10:11-14).

Por medio de Adán, el pecado y la muerte entraron para afectar a toda la humanidad. Sin embargo, por medio de Cristo muchos serán constituidos justos (Ro 5:19). Esto se debe a que solo Jesús vivió, murió y resucitó conforme a la imagen de Dios. Él cumplió esa exigencia.

Como señala el pastor Ortiz: «Jesús es el sacrificio que Dios ilustró cuando vistió de pieles a Adán y Eva al principio de la historia humana en el Génesis» (p. 29). El Antiguo Testamento muestra al ser humano quedándose corto frente a la ley de Dios y profetizó que Cristo sería el único capaz de cumplir con cada una de estas exigencias de manera perfecta y gloriosa. Todo apuntaba a Cristo y todo encuentra una consumación excelsa en Él, como testifica todo el Nuevo Testamento.

2) Jesucristo es la «exégesis» del Padre

Esta historia no solo muestra a Jesús como el cumplimiento perfecto del Antiguo Testamento, sino que también muestra a Cristo como la exégesis del Padre. Es decir, entendemos que Jesús es quien explica lo que necesitamos conocer de Dios y Su plan: «Él es la interpretación del Padre». Es lo que Juan quiso decir en su Evangelio: «Nadie ha visto jamás a Dios; el unigénito Dios, que está en el seno del Padre, Él lo ha dado a conocer (gr. exegeomai o exégesis)» (Jn 1:18; cursiva añadida). El Nuevo Testamento presenta al Hijo de esta manera.

Esto es particularmente crucial puesto que hoy día muchos quieren vivir una vida de «fe» pero sin Cristo. Es el peligro de buscar gozarnos en las bendiciones y promesas que encontramos en las Escrituras y no en el dador de ellas. Lo cierto es que «la fe puesta en un “dios” que no tenga nada que ver con Jesús es una fe altamente engañosa» (p. 60).

Es una artimaña del enemigo pretender distorsionar la posición de Cristo como centro de las Escrituras. Su obra es tan relevante que es Jesús quien permite que conozcamos al Padre (Jn 14:6). Nadie jamás ha visto a Dios, es únicamente por medio de Cristo que podemos conocerle (Jn 1:18).

Esta historia tan importante no puede ser entendida sino es por medio de la revelación de Jesús, quien es la verdad y por medio de quien el Padre se dio a conocer (Heb 1:1; Jn 1:17). Jesús vino a la tierra para cumplir con todas las exigencias de Dios el Padre reveladas en el Antiguo Testamento y que ningún ser humano pudo ni podrá alcanzar. El pastor Ortiz lo resume de esta manera: «El cielo por fin había llegado a la tierra. Por fin había llegado uno que era la imagen perfecta de Dios en la tierra» (p. 30).

3) Jesucristo es el Salvador del mundo

La gran historia de la redención no solo muestra a Jesús cumpliendo con cada exigencia del Antiguo Testamento y como aquel que interpreta y enseña a Dios ante la humanidad, sino que también lo presenta como el Salvador que lleva a la plenitud el rescate del hombre perdido en sus pecados. «Desde el primer libro de la Biblia y hasta el último, cada texto, pasaje y versículo, nos apuntan al plan de rescate de Dios en Jesús» (p. 65).

Aunque este plan que busca rescatar a los seres humanos ha sido diseñado desde antes de la fundación del mundo, el ser humano siempre lo ha desechado y prefiere confiar en su propia obra en vez de la salvación que Cristo ofrece. Como afirma el pastor Ortiz: «La criatura que no puede vencer la muerte, explicar el origen de la vida o encontrar felicidad permanente en la tierra, ha dictado de forma arbitraria y necia que Dios no existe, que la Biblia no es verdad, que la fe es inútil» (p. 49).

A pesar de esta respuesta negativa por parte del ser humano, la Biblia presenta  a Aquel que es el centro de todo y el creador de todo, dando Su vida por Su creación para que esta pueda tener vida eterna. Esta es la muestra más grande de amor (Ro 5:8).

Es evidente, entonces, que no existe un relato con más trascendencia que la historia de las Escrituras. Su impacto en la vida del hombre no es solo en esta tierra, sino que trasciende la muerte. Conocer esta historia sobre Jesús, su obra, perfección y la salvación que solo se encuentra en Él debe ser una prioridad en la vida de cada creyente.

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