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Ver fotografías de los días de nuestra juventud nos puede llenar de humildad. (Tengo una vieja foto mía con el pelo puntiagudo y medias fluorescentes de colores extraños). Resulta que lo mismo puede ser cierto al repasar sermones pasados.

Hace poco me pidieron que predicara sobre un pasaje de Hechos y me di cuenta de que lo había predicado antes, así que saqué el antiguo sermón para echarle un vistazo. Bueno, no fue un completo desastre, habían algunas buenas ideas del pasaje. Pero me sentí muy inquieto al respecto. Repasé algunos otros sermones de la misma época para ver si sentía lo mismo y llegué a la misma conclusión incómoda: demasiada exégesis, muy poco Jesús. Ouch.

Cristo estaba predicando a Cristo a los hombres y mujeres en Éfeso

En ese momento, nunca hubiese afirmado que estos eran sermones modelo. Pero tampoco hubiese pensado que fueran particularmente malos. Hubiese sido muy feliz con ellos: estaba enseñando el texto y lo estaba haciendo bien. Trataba de dirigir a las personas a Cristo y ver cómo la Palabra podía cambiar sus vidas. Sin embargo, solo sonaban como nada más que comentarios cálidos y amistosos, con los cuales hubiese sido feliz en ese momento. 

Eso fue antes de ser golpeado por Efesios 2.

Cuando Cristo vino a Éfeso

Estaba leyendo Efesios hace un par de años, ocupándome de mis propios asuntos. No soy particularmente sistemático en lo que respecta a la lectura de la Biblia, pero supongo que he leído esta carta unas cuantas docenas de veces a lo largo de los años. Pero esta vez, un versículo de repente llamó mi atención: «Y [Cristo] vino y anunció paz a ustedes que estaban lejos, y paz a los que estaban cerca».

Pablo está hablando de cómo el mensaje del evangelio llegó por primera vez a sus lectores en Éfeso. «Ustedes que estaban lejos» es la forma en que Pablo se refiere a los gentiles, mientras que «los que estaban cerca» son los judíos. El evangelio de paz llegó de una forma maravillosa a ambos grupos. De hecho, el punto más amplio de Pablo aquí es que este mismo evangelio ha hecho de estos dos grupos distintos una nueva humanidad. Jesús ha creado un nuevo tipo de comunidad.

Una exégesis competente y cuidadosa es esencial, pero no es suficiente

Sin embargo, lo que me impresionó fue quién vino y predicó: «Y [Cristo] vino y anunció paz a ustedes». Cristo vino y predicó a los efesios. Así que la gran pregunta es: ¿cuándo sucedió esto? ¿Hubo un momento en el ministerio terrenal de Jesús, no registrado en los cuatro Evangelios, donde Él cruzó el Mediterráneo para una rápida visita de predicación a Asia Menor?

No. Cristo vino y predicó cuando el evangelio llegó por primera vez a Éfeso. Cuando Pablo y sus colegas comenzaron a proclamar el mensaje cristiano, Cristo mismo vino y predicó. Él estaba predicando la paz a estos efesios.

Lo que Cristo estaba predicando

Pero hay más: Pablo acaba de decirnos que «Él (Cristo) mismo es nuestra paz» (Ef 2:14). En Él está toda la plenitud que trae toda la armonía del shalom de Dios. Él es el tema de predicación; el contenido del mensaje del evangelio.

Entonces Cristo estaba predicando a Cristo a los hombres y mujeres en Éfeso. A través de sus servidores humanos falibles, Jesús puede estar predicando a Jesús a los corazones de los que escuchan. Resulta que ahora eso se vuelve un problema. Ahora que sé que lo es, ¿cómo pudiera querer menos de ahí cuando estoy predicando? ¿O cuando estoy recibiendo el sermón? ¿Cómo pudiéramos conformarnos con menos? ¿Cómo pudiéramos querer menos?

Aprendiendo a predicar a Cristo

Solía ​​pensar que predicar era solo enseñar, transferir información bíblica de mi cabeza a la tuya. Fui entrenado para entender bien el texto y por siempre estaré agradecido por ese entrenamiento. Pablo recomienda manejar con precisión el texto bíblico (2 Ti 2:15), precisamente porque existe un mal manejo. Una exégesis competente y cuidadosa es esencial, pero no es suficiente.

Cuando abrimos la Palabra de Dios al pueblo de Dios, nuestro anhelo es que Cristo mismo venga y se dé a conocer a los corazones de los que escuchan

El conocimiento no es suficiente, así como tampoco comprender el texto es suficiente. Todos son vitales; ninguno son suficiente. Santiago nos advierte que aun los demonios pueden entender bien la doctrina (Stg 2:19).

Cuando abrimos la Palabra de Dios al pueblo de Dios, nuestro anhelo es que Cristo mismo venga y se dé a conocer a los corazones de los que escuchan; que Él sea el que esté predicando y que sea Él lo que las personas recuerden.

Solía ​​pensar que la buena retroalimentación del sermón era cuando alguien me agradecía en la puerta y decía: «Ese fue un gran sermón», o aun mejor, «Ese fue un gran pasaje». Pero ahora, la respuesta que más anhelo escuchar es: «¿No es Él un gran Salvador?».


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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