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James Innell Packer, conocido en sus escritos como J.I. Packer y por sus amigos como Jim, aprendió hoy por experiencia lo que el apóstol quiso decir cuando dijo que estar ausente del cuerpo es estar presente con el Señor, lo cual es mucho mejor.

Su influencia en el evangelicalismo mundial, especialmente a través de sus escritos, aunque menos a través de sus extensas exposiciones orales, apenas se puede medir.

La vida de Jim Packer

Nacido en Twyning, Gloucestershire, el 22 de julio de 1926, Packer ganó una beca para el Corpus Christi College, Oxford, donde obtuvo una licenciatura en 1948. Esto fue seguido por una maestría y un doctorado en filosofía en 1954. Influenciado por C. S. Lewis (aunque los dos nunca se conocieron) y por la Unión Cristiana Intercolegial de Oxford (OICCU), Packer se convirtió en un firme creyente en Jesucristo. Después de un breve período enseñando griego en Oak Hill College, Londres, comenzó su entrenamiento formal para el ministerio en Wycliffe Hall (1948), un instituto de entrenamiento de la Iglesia de Inglaterra. Fue ordenado diácono en 1952 y sacerdote en 1953, sirviendo como asistente desde 1952 hasta 1954.

Posteriormente, el ministerio de Packer giró en torno a varias universidades teológicas. Dio clases en Tyndale Hall, Bristol (1955 – 1961). Se convirtió en bibliotecario (1961 – 62) y luego en director de Latimer House, Oxford (1962 – 68), regresando a Tyndale Hall en Bristol para servir como director (1970). Tyndale Hall se fusionó con Clifton College y Dalton-House-St Michaels para convertirse en Tyndale College, donde Packer se desempeñó como director asociado (1971 – 1978). Luego vino el cambio a Regent College, Vancouver, Canadá, una universidad de teología evangélica, no denominacional. Aquí se convirtió en el primer profesor de teología Sangwoo Youtong Chee, puesto al que renunció en 1996 cuando se convirtió en profesor de teología del Board of Governors. Además de estos nombramientos académicos, sin mencionar sus muchos roles en el anglicanismo en Inglaterra y Canadá, Packer se desempeñó como editor ejecutivo de Christianity Today, como editor general de la English Standard Version, y en el consejo asesor del Consejo Sobre la Masculinidad y Feminidad Bíblica (CBMW).

Escritos de Jim Packer

Sin duda, el tiempo demostrará que la influencia más duradera del pensamiento de Packer ha sido transmitida por sus voluminosos escritos. La lista de sus publicaciones es demasiado larga para incluirla aquí, y mucho menos un resumen adecuado de lo que abarcan. Pero quizás podamos mencionar un puñado de trabajos representativos e indicar qué influencia ejercieron y, en algunos casos, qué controversias suscitaron.

Sin duda, el tiempo demostrará que la influencia más duradera del pensamiento de Packer ha sido transmitida por sus voluminosos escritos

Defendiendo la Palabra de Dios

El primer libro popular de Packer, y durante muchos años uno de los más influyentes, es “El fundamentalismo y la Palabra de Dios” (1958). Aún hasta nuestros días, la palabra “fundamentalismo” en Inglaterra no tiene exactamente el mismo referente y las mismas connotaciones que la palabra tiene en los Estados Unidos. En el Reino Unido, comúnmente se refiere al evangelicalismo conservador (confesional). Packer argumenta que una alta consideración de las Escrituras, incluyendo una afirmación de su inerrancia, no es del dominio de un estrecho núcleo del cristianismo de derecha, sino la herencia común de los cristianos en todas partes a lo largo de los siglos hasta que la fe fue saqueada por el liberalismo teológico. La Biblia es la Palabra de Dios, argumenta Packer; una postura justificada por la exégesis, el razonamiento teológico sólido, y el testimonio de la historia.

Escrito en un momento anterior a la multiplicación de libros serios sobre las Escrituras que han surgido durante el último medio siglo, “El fundamentalismo” ejerció una influencia desproporcionada en comparación a su extensión. Fue el primero de muchos golpes que Packer ha dado en contra del liberalismo teológico. Su postura sobre este tema a algunos nos recuerda la insistencia anterior de J. Gresham Machen: el liberalismo teológico no es un ala del verdadero cristianismo, sino una religión diferente. Al comparar el crecimiento del liberalismo teológico en su época (a principios de la década de 1970) con lo que C.H. Spurgeon había encontrado 90 años antes, Packer señaló que Spurgeon: “describió los tambaleos que él vio entre los bautistas sobre las Escrituras, la expiación, y el destino humano como ‘el declive’. Si pudiera estudiar el pensamiento protestante actual sobre Dios, supongo que hablaría de ‘la caída en picada’”. No es de extrañar que en 1978 firmara la Declaración de Chicago sobre la Inerrancia Bíblica. Siguió presionando sobre este tema en “Dios habla al hombre: revelación y la Biblia” (1965) y en “Dios ha hablado” (1979).

La soberanía de Dios

En 1961, Packer publicó otro pequeño libro con un poderoso golpe: “Evangelismo y la soberanía de Dios”. Las tensiones entre la forma en que se representan la soberanía divina y la responsabilidad humana en la Escritura han generado siglos de un debate filosófico / teológico altamente complejo. Por el contrario, la discusión de Packer es maravillosamente lúcida. Lo logra no solo por su elección de palabras, sino por trabajar sinceramente a través de cómo la Biblia trata asuntos prácticos relacionados entre sí: evangelismo, oración, respuesta al sufrimiento, y otras.

Packer prepara gentilmente al lector para reconocer lo que no sabemos acerca de Dios, y dónde los creyentes deben estar listos para humillarse en adoración ante un Dios cuyos caminos no son los nuestros. Me imagino que he regalado muchas copias de este libro, o lo he recomendado. Invariablemente, ayuda a los cristianos a tener una mayor claridad de pensamiento y, por lo tanto, una fe más fuerte. Packer volvió al tema en “La soberanía divina y la responsabilidad humana” (2002).

La expiación

La primera vez que conocí a Packer, yo era un estudiante de doctorado de primer año en la Universidad de Cambridge a principios de la década de 1970. Packer había tomado el tren desde Bristol para dar la Conferencia de Teología Bíblica de Tyndale. Había escrito el título: “¿Qué logró la cruz? La lógica de la sustitución penal”. Me senté allí hechizado. El poder de él no estaba en su jactancia, porque no había ninguna. El poder estaba en palabras bien elegidas y oraciones bellamente elaboradas, en el desarrollo de ideas, en el cuidado con el que se manejaba la Escritura, en la belleza teológica de argumentos bien construidos, en la prosa elegante y reflexiva, en la gloria dada al Señor Jesús, en la tranquila autoridad de la presentación, y la amplitud y competencia de las respuestas de Packer en el turno de preguntas.

Packer prepara gentilmente al lector para reconocer lo que no sabemos acerca de Dios, y dónde los creyentes deben estar listos para humillarse en adoración ante un Dios cuyos caminos no son los nuestros

Eventualmente aprendí que todas estas son marcas registradas de las exposiciones de Packer, pero en esta ocasión —mi primera exposición al hombre—, me atrajo sobre todo lo que la cruz logró. Hacia el final de la noche, mientras servían té y café, me deslicé entre la multitud hacia el podio: quería ver las notas de Packer que aún estaban en el podio sin tocar. Para mi sorpresa, encontré un bosquejo rayado en el reverso de un sobre grande, aparentemente escrito en el viaje en tren desde Bristol. Las notas hablaban de una mente bien surtida y ordenada que ya conocía profundamente su tema y no necesitaba más que algunos recordatorios para mantener el flujo intacto.

Cuando la conferencia apareció impresa (primero en el Tyndale Bulletin en 1973, y luego como un folleto separado de 45 páginas a principios de 1974), devoré el escrito impreso y descubrí (hasta donde podía recordar) el mismo bosquejo y muchas de las mismas expresiones y argumentos, ahora algo expandidos y magníficamente registrados al pie de página. Muchos son los libros y ensayos publicados sobre la cruz desde entonces, pero ninguno lo ha superado en su breve claridad y fidelidad.

Conociendo a Dios

El libro más ampliamente asociado con Packer es “El conocimiento del Dios Santo (1973). Las dos primeras frases del prefacio de Packer son autocríticas y desarmadoras: “Como los payasos anhelan jugar a Hamlet, yo he deseado escribir un tratado sobre Dios. No obstante, este libro no es dicho tratado”. Packer continúa explicando que los capítulos del libro son mensajes cortos sobre grandes temas, la mayoría escritos originalmente como ensayos independientes para los lectores de Evangelical Magazine. Como era de esperar, los capítulos se caracterizan, a nivel literario, por la elegancia lúcida y, a nivel de tema, por grandes pensamientos sobre Dios y pequeños pensamientos sobre nosotros.

Unos 20 años después, Packer y yo estábamos hablando en la misma conferencia (no recuerdo cuál), y almorzamos juntos. Debido a que éramos solo nosotros dos, le pregunté por qué “El conocimiento del Dios Santo se había convertido en un éxito en ventas, ejerciendo una enorme influencia en los círculos cristianos de todo el mundo. Él respondió: “Porque es un libro sobre espiritualidad cristiana”. Me llevó un tiempo entender a qué se refería. Esto es definitivamente diferente a la mayoría de las obras contemporáneas que hablan sobre la experiencia espiritual cristiana. Es un libro sobre Dios; los temas tratan los atributos y caminos de Dios. Pero están puestos de tal manera que se detalla cuidadosamente la relevancia de cada tema para la vida cristiana. Nunca se siente que se habla de Dios porque Él existe para servirnos; más bien, se habla de Dios porque es Dios, y debemos conocerlo si queremos ser salvos. Si el Señor Jesús no cierra las cortinas de este mundo quebrantado por otros 200 años, vaticino alegremente que este libro aún será leído con gratitud por las nuevas generaciones de cristianos que, con Pablo, quieren conocer mejor a Dios. Hay muchos buenos libros; los clásicos cristianos son pocos. Este es uno de ellos.

El Espíritu Santo, los puritanos, y los escritos más cortos

Con la misma fortaleza que le caracteriza, pero con un nivel de logro técnico un poco más alto, Packer escribió libros tales como Caminar en sintonía con el Espíritu (1984, observa el enfoque en el Espíritu, pero con plena aplicación al caminar del cristiano) y su exposición de Los treinta y nueve artículos (1984).

Para vislumbrar el esplendor de su competencia técnica en la teología histórica que se centra en el período puritano, podemos ver especialmente “La redención y restauración del hombre en el pensamiento de Richard Baxter”, publicada en 2003, casi 50 años después de defender la tesis de Oxford en la que se basa (1954); o, más ampliamente, “Entre los gigantes de Dios: Aspectos del cristianismo puritano” (1991) y, principalmente, “Una búsqueda de la piedad: La visión puritana de la vida cristiana” (1984).

Si el Señor Jesús no cierra las cortinas de este mundo quebrantado por otros 200 años, vaticino alegremente que Hacia el conocimiento de Dios aún será leído con gratitud por las nuevas generaciones de cristianos

Y el mismo bolígrafo que creó tales volúmenes estelares fue capaz de escribir tratados punzantes para la época, como Una religión de baño caliente (1987). Gran parte de los escritos populares de Packer aparecieron por primera vez como breves artículos y ensayos en una amplia variedad de lugares, pero afortunadamente muchos de ellos se han reunido en los cuatro volúmenes de su Colección de escritos breves (1998–1999).

Legado fiel en medio de la controversia

Sería una injusticia hacia Packer no mencionar, aunque sea brevemente, las controversias en las que se involucró. Algunas principalmente tuvieron su impacto en los críticos: no les gustó Packer debido a su postura sobre un tema u otro, y por lo tanto se negaron a leerlo sobre cualquier otra cosa, incluso cuando sus escritos podrían haberlos enriquecido de manera inconmensurable. Tal es el castigo autoimpuesto de aquellos cuyas evaluaciones de un autor dependen de uno o dos temas. Algunos desestimaron a Packer por su complementariedad, otros por su apoyo (ligeramente ambiguo) a la evolución teísta. Pero para nuestros propósitos, se destacan tres controversias. Las tres surgen de su enfoque anglicano del ecumenismo, y las tres tuvieron su propio impacto en la vida y el ministerio de Packer.

1. Anglicanos ingleses y evangélicos confesionales

Mientras vivía en Inglaterra, Packer coescribió un libro con dos compañeros anglicanos, Colin O. Buchanan y E.L. Mascall, quienes, a diferencia de Packer, se adhirieron a la tradición anglo-católica. El título de su libro detalla su agenda: Creciendo en unidad: Propuestas para formar una iglesia unida en Inglaterra. Desde la perspectiva de Packer (y presumiblemente también desde la perspectiva de Buchanan y Mascall), el libro abogaba por un firme compromiso con el sobrenaturalismo en la Iglesia de Inglaterra, en contra de las voces crecientes del liberalismo teológico. Desde la perspectiva de las críticas evangélicas conservadoras de Packer, estaba diciendo demasiado. Ninguno dudaba de la profundidad del compromiso personal de Packer con las solas de la Reforma, pero aquí estaba abogando por una causa común con los anglicanos que rechazaban las solas. Se puso del lado de los anglicanos a expensas de los evangélicos confesionales, como si la única barrera para el evangelio fuera el liberalismo y no la matriz del dogma católico contra el cual había luchado la Reforma inglesa (¡sin mencionar los treinta y nueve artículos!).

Ninguno dudaba de la profundidad del compromiso personal de Packer con las solas de la Reforma, pero aquí estaba abogando por una causa común con los anglicanos que rechazaban las solas

La disputa condujo a una ruptura formal entre Packer y D. Martyn Lloyd-Jones, y con esa ruptura un fin a las Conferencias puritanas que, hasta ese momento, habían sido dirigidas conjuntamente por Lloyd-Jones y Packer. Algunos han argumentado plausiblemente que estos procesos jugaron algún papel en llevar a Packer y a su esposa Kitty a tomar la decisión de mudarse a Canadá. Encontrándose en la minoría dentro de la Iglesia de Inglaterra, y ahora un tanto distanciado de los evangélicos conservadores con quienes compartía los compromisos teológicos más fuertes, la invitación a mudarse a otro país y a una universidad joven y vibrante sin duda cayó como una lluvia refrescante del cielo. En la providencia de Dios, esto ciertamente condujo a esferas más amplias de influencia.

2. Evangélicos y católicos juntos

En un mismo tenor, muchos conservadores se acercaron a Packer cuando firmó el documento “Evangélicos y católicos juntos”. Algunas de las críticas eran simplemente un asunto de etiquetado, pero no se podía ignorar por completo a los críticos informados cuando argumentaban que el “acuerdo” entre católicos informados y evangélicos informados a veces se compraba a precio de encontrar palabras comunes que ambas partes pudieran reconocer como “suyas”, aun cuando ambas partes tuvieron que reconocer que cada uno de ellos entendió la forma de las palabras de manera diferente. En nombre de la búsqueda de la unidad, el acuerdo se logró a nivel formal mientras se perdía a nivel de sustancia.

3. Homosexualidad y anglo-católicos

Sin duda, la mayor sacudida personal fue provocada por los debates sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo. Cuando los Packers se mudaron a Vancouver, se convirtieron en parte de St. John’s Shaughnessy, una iglesia perteneciente a la Iglesia Anglicana de Canadá (ACC). Esa denominación era predominantemente liberal; St. John’s Shaughnessy fue una excepción extraordinaria. El ACC no solo aprobó el matrimonio homosexual, sino que a su debido tiempo insistió en que los nuevos ordenados tendrían que adoptar la misma postura. Después de años de discusión y debate, St. John’s Shaughnessy votó para abandonar el ACC, y la congregación se unió a la Red Anglicana en Canadá (ANIC), que al año siguiente (2009) se convirtió en parte de la Iglesia Anglicana en América del Norte (ACNA). Cuando St. John’s Shaughnessy votó para abandonar el ACC, perdieron su edificio y se constituyeron nuevamente como la Iglesia Anglicana de St. John’s Vancouver.

En la primavera de 2008, Packer entregó su licencia al obispo de New Westminster y se dedicó a nutrir y apoyar las nuevas estructuras anglicanas. Esto incluyó la preparación de Ser cristiano: un catecismo aglicano que fue adoptado por ACNA en 2014. En todo el continente, el ACNA es lo suficientemente amplio como para abarcar tanto a los evangélicos como a los anglocatólicos, pero los adherentes se encuentran predominantemente en el último campo. Los críticos evangélicos conservadores en general aplaudieron el coraje de Packer al abandonar la Iglesia Anglicana de Canadá, pero observaron con ironía que lo hizo por una cuestión moral, no doctrinal. ¿Pensaba que las Escrituras hablaban con claridad definitiva sobre el matrimonio homosexual pero no sobre las solas? Por el contrario, los partidarios de Packer observaron que estaba dibujando líneas en el mismo lugar donde las había dibujado en Creciendo en unidad, publicado casi 40 años antes.

Uno de los gigantes de Dios

Independientemente de cómo nos alineemos o no con los críticos, hay muy pocos cristianos que objetarían la afirmación de que Packer pertenece a la herencia del grupo de puritanos a quienes él mismo llamó “gigantes de Dios”.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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