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Una de las labores esenciales de la Gran Comisión dada por Cristo es su mandamiento de discipular a los creyentes de todas las naciones (Mt 28:19-20). El discipulado cristiano es ayudar a otros a seguir a Cristo de acuerdo con las instrucciones que establecen las Escrituras. Implica ser un instrumento en las manos de Dios que busca ver la vida de Cristo reproducida —por el poder del Espíritu Santo— en la vida de otro creyente. Sobre lo anterior, el apóstol Pablo escribió: “Hijos míos, por quienes de nuevo sufro dolores de parto hasta que Cristo sea formado en ustedes” (Gá 4:19).

El apóstol Pablo escribió su carta a los gálatas con un tono tanto de preocupación y amor como de advertencia e indignación. Esto se debía a que los falsos maestros estaban persuadiendo a los cristianos nuevos —convertidos bajo el ministerio de Pablo— a abandonar el evangelio de la gracia por un mensaje falso de salvación por fe más obras. Como veremos, Pablo tiene una pasión genuina por el bienestar espiritual de los gálatas al igual que la meta de que Cristo sea formado en ellos. Observemos cuatro verdades que nos enseña este pasaje acerca del discipulado.

1) El discipulado implica una crianza espiritual

Pablo comienza diciendo “hijos” (Gá 4:19). Él usa esta palabra en otro contexto, por ejemplo, para hablar de su verdadero hijo en la fe, Timoteo, y también para describir la relación esencial que él tuvo en el desarrollo de la madurez de su discípulo (1 Ti 1:2). De la misma manera, el apóstol llevó el evangelio a los gálatas y ellos se convirtieron a través de su predicación. Eran sus hijos desde la conversión (Gá 4:19).

Dios ha diseñado que el crecimiento de otros cristianos ocurra a través de Su Palabra, tanto predicada como modelada. El mismo amor, cuidado, preocupación e intimidad que los padres deben tener hacia sus hijos es el que nosotros debemos tener hacia quienes buscamos discipular. Pablo sentía el peso corporal del bienestar espiritual de todos estos creyentes.

Dios ha diseñado que el crecimiento de otros cristianos ocurra a través de Su Palabra, tanto predicada como modelada

Si eres pastor, tienes un llamado a capacitar obreros que ayuden con la carga ministerial (2 Ti 2:2). También es verdad que nos debe pesar la salud de todos los creyentes que Dios ha puesto bajo nuestro cuidado, tanto de los fieles como de los difíciles. Pero si no eres pastor, tú también tienes una responsabilidad que va más allá de unos pocos, en quienes puedes invertir más tiempo de amor, cuidado y enseñanza, como tú mismo recibiste de otro discípulo fiel (He 3:12-13).

El discipulado bíblico no debe estar divorciado de la iglesia local. Nuestra relación con nuestro Señor Jesucristo es personal, pero no es ni privada ni individual. Mi relación con Cristo es personal y corporal. No existe en el Nuevo Testamento la idea de una relación personal con Jesús divorciada de mi relación con Su cuerpo (1 Jn 4:20). La iglesia local es el lugar donde se manifiestan (o no) los frutos genuinos de esa fe (1 Ts 5:14).

2) El discipulado implica una mayordomía personal

“Míos” es la segunda palabra que vemos en Gálatas 4:19. Quisiera empezar diciendo lo que esto no significa. Las ovejas no son nuestras sino del Señor, quien las compró. Cuídate de tener una actitud posesiva y pecaminosa sobre aquellos a quienes servimos en el discipulado. Cuando discipulamos a otras personas no buscamos que ellas nos admiren, sino que admiren a Cristo.

Así como en la crianza nuestros hijos copian tanto nuestras virtudes como nuestros defectos, puede ocurrir lo mismo cuando discipulamos a otros. De ahí viene la importancia que nuestro discipulado sea en el contexto del cuerpo y que nosotros no seamos los únicos que les impartan enseñanza. Ahí radicará el equilibro en el discipulado.

Evitemos usar el discipulado para nuestro propio beneficio. Busquemos lo que es mejor para nuestros discipulos a la luz de la Palabra y no lo “más conveniente” para nosotros. Si Pablo no está buscando en el discipulado aquello que es para beneficio propio, ¿a qué se refiere cuando dice “hijos míos”?

La misma devoción, amor, cuidado y preocupación que los padres tienen hacia sus hijos es la que nosotros debemos tener hacia quienes buscamos discipular

Los pastores debemos velar por las personas que Dios ha puesto bajo nuestro cuidado: les enseñamos todo el consejo de Dios, modelamos la vida cristiana delante de ellos, aconsejamos de manera privada cuando la situación lo requiere. También corregimos, amamos, pasamos tiempo con ellos, buscamos conocerlos y saber dónde están en su caminar con el Señor. Reprendemos, y oramos antes, durante y después de nuestros esfuerzos (He 13:17).

Por otro lado, esta tarea es tan grande que debemos orar y trabajar siempre por tener una pluralidad de pastores, si es que todavía no la tenemos. Así es el diseño sabio de Dios para el liderazgo eclesiástico en el Nuevo Testamento. El trabajo de cuidar almas no es solamente para los pastores, sino para todos los miembros del cuerpo que también deben hacer su parte en discipular a otros. El privilegio y la responsabilidad de todo creyente es reproducirse en la vida de otro.

Reflexiona en estas preguntas de aplicación:

Pastor, ¿ves tu responsabilidad hacia todo el cuerpo? ¿Estás discipulando a otros de cerca para que un día puedan aliviar tu carga? ¿Estás orando y trabajando en pos de tener más pastores en tu iglesia para ayudarte con la enorme tarea que Dios te ha encomendado?

El trabajo de cuidar almas no es solamente para los pastores sino para todos los miembros del cuerpo que también deben hacer su parte en discipular a otros

Cristiano, ¿ves tu responsabilidad de ser discipulado y discipular a otros en el contexto de la iglesia local? ¿A quiénes estás discipulando? ¿Buscas aprender de cerca de personas que están a unos pasos más adelante en su crecimiento?

El formato puede ser tan sencillo como juntarse con uno o dos cristianos de tu iglesia con un buen libro que enfatice verdades bíblicas que contribuyen a nuestro crecimiento.

3) El discipulado implica un gran esfuerzo

El discipulado no es algo pasivo o que viene automáticamente. Dios es el que produce el crecimiento y los cambios en el corazón humano, pero lo hace a través de los medios que Él mismo designó.

Pablo describe una imagen que implica el dolor y esfuerzo de una madre (Gá 4:19). Las palabras “dolores de parto” traducen del griego una sola palabra que significa “sufrir terriblemente”. Como explica en Gálatas, Pablo está sufriendo terriblemente por ellos debido a que están siendo engañados y desviados del evangelio por falsos maestros. El apóstol teme que su esfuerzo haya sido en vano. Como Pablo lo expresa en otras cartas (1 Ts 2:9). Pero todo este esfuerzo tiene una meta preciosa y esto me lleva a mi último punto.

4) La meta del discipulado es que Cristo sea formado en otros

“Que Cristo sea formado en ustedes” (Gá 4:19), esta es la meta en la vida cristiana, primeramente para ti mismo. Mi meta principal no debe ser simplemente ser un mejor predicador, un mejor pastor o ser un mejor esposo o padre. La meta suprema de todo cristiano es que la vida de Cristo sea reproducida en su propia vida por el poder del Espíritu Santo.

La meta suprema de todo cristiano es que la vida de Cristo sea reproducida en su propia vida por el poder del Espíritu Santo

La meta en el discipulado no es simplemente que los creyentes tengan más conocimiento, sirvan en ciertas posiciones, tengan ciertas habilidades o estudien en un seminario. Con esto no digo que todas esas cosas no sean importantes, sino que estas no constituyen la meta suprema. Todas esas cosas pueden ser importantes para llegar a la meta. Pero debemos tener siempre presente que la meta final del discipulado es que la persona del Cristo crucificado y resucitado sea formada en nosotros como está revelado en las Escrituras.

La meta de la crianza espiritual es llevar a los creyentes hacia la madurez cristiana como lo define la Biblia. Toda la responsabilidad particular que el Señor nos dé sobre otras vidas es para llevarlas a la madurez a través de los medios que Él ha designado. El ministerio público y privado de la Palabra de Dios es para esto. La oración privada y pública es para esto.  

Termino con unas preguntas de aplicación: ¿Te preocupas por el bienestar espiritual de otros en tu iglesia local? ¿Tienes pasión para discipular a otros? ¿Estás comprometido con pedirle al Señor e ir en pos de tener hijos espirituales? Pastor, ¿sientes el peso de la responsabilidad del cuidado de las ovejas? ¿Te estás esforzando en la gracia de Dios para hacer discípulos empezando en tu hogar? ¿Estás discipulando en conexión y bajo la supervisión de tu iglesia?

Todo esto vale la pena porque honra a Dios. ¡Que el Señor nos de Su pasión por ser y hacer discípulos! ¡Que el Señor nos ayude a ser instrumentos en Sus manos para que Cristo sea formado en otros! ¡No hay mejor meta!

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