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En Hechos 4:27-28, la iglesia ora asombrada al Dios soberano que acaba de ordenar la muerte de su Hijo. Oran así:

“En verdad, en esta ciudad se unieron tanto Herodes como Poncio Pilato, junto con los Gentiles y los pueblos de Israel, para hacer cuanto tu mano y tu propósito habían predestinado que sucediera”.

Así que Herodes hizo lo que Dios predestinó que sucediera. Pilato hizo lo que Dios predestinó que sucediera. Las multitudes que gritaban: “Crucifícalo, crucifícalo”, hicieron lo que Dios predestinó que sucediera. Y los soldados gentiles que lo clavaron hicieron lo que Dios había predestinado que sucediera. La voluntad soberana de Dios se cumplió a las nueve en punto de la mañana del viernes, y todo lo sucedido era pecaminoso: lo que Pilato hizo por conveniencia, la burla de Herodes, los soldados y el sorteo de sus ropas, el odio de la turba provocada por los fariseos: “¡Crucifícalo!”. Todo eso fue pecado. Y todo fue planeado por Dios.

Este texto, Hechos 4:27-28, es una luz en una jungla teológica de problemas. “¿Estás diciendo que la soberana voluntad de Dios, la cual siempre se cumple, incluye el pecado?”. Sí, porque si Dios no pudiera planear el asesinato de su Hijo, no podríamos ser salvos. No es como si Jesús simplemente fuera a la cruz y muriera, y Dios dijera: “Bueno, no sabía que eso iba a suceder, pero lo usaré para salvar a la gente”. Sería una herejía decir eso.

Dios lo planeó para ti, y no podría haber sucedido sin pecado. No matas al Hijo de Dios sin que haya pecado. Entonces, cuando digo que la voluntad soberana de Dios significa que Dios ordena todo lo que sucede, realmente quiero decir que incluye todo.

Cuando digo que la voluntad soberana de Dios significa que Dios ordena todo lo que sucede, realmente quiero decir que incluye todo.

1 Pedro 3:17 dice: “Pues es mejor padecer por hacer el bien, si así es la voluntad de Dios, que por hacer el mal”. Es mejor que padezcas por hacer el bien. Imagínate que estás en el trabajo y se está discutiendo algo sobre una política. La política es malvada, pecaminosa. Te involucrará a ti y a otros en pecado. Y tú sabes que, si dices algo, tendrías grandes problemas. Podrías perder el empleo, pues expondrás al gerente como el malo. Él está tomando una mala decisión. Y si dices algo, quedará desenmascarado, y te humillará de una u otra manera. Pero decides hacer el bien, y lo haces. Dices la verdad y te despiden.

Ahora aplica este texto a la situación anterior: “Pues es mejor padecer por hacer el bien, si así es la voluntad de Dios, que por hacer el mal”. Ahora, ¿qué quiere decir eso? Quiere decir que cuando hablaste, Dios podría haber impedido que el gerente (quien ahora está en problemas porque acabas de exponer el mal que estaba por suceder) te despidiera, o Dios podría verlo y decir: “Permito que lo despidas”. Y entonces te despide. Dios podría impedirlo, y no perderías tu trabajo. Pero 1 Pedro 3:17 dice: “Es mejor padecer por hacer el bien, si así es la voluntad de Dios”. Si el gerente te despide, ¿hace el bien? No, está pecando. Y fue la voluntad de Dios que pecara.

Ahora, tienes que tener una categoría en la Biblia que diga: Dios puede ordenar que el pecado suceda, sin pecar Él mismo. Dios no es un pecador, tampoco malvado. Dios es santo, justo, verdadero, y bueno. Y dada la forma en que gobierna y dirige el mundo, este texto dice: puede ser la voluntad de Dios que sufras por hacer el bien, lo que implica que alguien pecará contra ti.

Puede ser la voluntad de Dios que sufras por hacer el bien.

Efesios 1:11 es la declaración más radical de todas con respecto a la voluntad soberana de Dios. Dice: “También en [Cristo] hemos obtenido herencia, habiendo sido predestinados según el propósito de Aquél que obra todas las cosas [esto es literal para mí] conforme al consejo de Su voluntad”.

Entonces “la voluntad de Dios” significa “todas las cosas que Dios hace”… todas las cosas. Él obra todas las cosas de acuerdo con el consejo de su voluntad, lo cual abarca los detalles de toda existencia.

  • Mateo 10:29: Ningún pajarillo “caerá a tierra sin permitirlo el Padre”.
  • Proverbios 16:33: “La suerte se echa en el regazo, pero del SEÑOR viene toda decisión”.

Creo con todo mi corazón que en todo dado lanzado, es Dios quien decide lo que pasa. Juego al Scrabble con mi esposa. No apostamos. Pero metemos la mano en la bolsa para sacar letras. Ahora, ¿orarías en ese momento? “Necesito una ‘z’ porque ella va a ganar”. Creo totalmente que Dios decide cuáles letras sacaré de la bolsa, así que de veras yo oro.

Y he pensado bien cómo debería orar. Se trata de una cuestión de matrimonio. No oro diciendo: “Déjame ganar”. Claro que no. Dios sabe quién necesita ganar. Entonces oro: “Por el Reino y por la familia. Quien necesite ganar, que gane para aprender humildad o para recibir ánimo”. Por lo tanto, no trato de hacer valer mi autoridad y orar para ganar. De ninguna manera.

Así de soberano es Dios. No cae ningún pajarillo, ni sale una letra de la bolsa, sin permitirlo Dios.


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Rachel Jobson.
Imagen: Lightstock.

 

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