“[A] quien sin haber visto, ustedes lo aman, y a quien ahora no ven, pero creen en Él, y se regocijan grandemente con gozo inefable y lleno de gloria”, 1 Pedro 1:8.
¡Qué asombrosa descripción del resultado de la obra de Dios en los suyos!
La expresión “regocijarse grandemente” implica un gozo extra o que es mayor de lo normal. Seguidamente, el apóstol Pedro agrega que se trata de un “gozo inefable”, es decir, que no puede ser expresado en palabras. Y por si fuera poco, concluye diciendo que también es “lleno de gloria”. ¡Increíble!, ¿no es cierto?
Pero, ¿qué es lo que le lleva a Pedro a usar términos superlativos? Bueno, el apóstol dice que ya los profetas habían indagado acerca de esa “gracia” (v. 10), y aún los mismos ángeles anhelaban saber detalles de la provisión de Dios en el evangelio (v. 12).
Así que, Pedro resalta la obra de Dios en la vida de sus hijos, al afirmar que hemos sido elegidos (v. 1), y que su Espíritu nos ayuda a vivir en obediencia a Dios (v. 2). Este entendimiento nos prepara “para la acción” (v. 13), y para vivir las implicaciones de esta verdad.
Pero no solo eso, sino que también nos dice que nuestro futuro está totalmente asegurado, y que Dios nos llevará a casa al final del día, sanos y salvos (v. 4). Todo esto, aun a pesar de reconocer la realidad de encontrarnos en momentos de aflicción por pruebas y tentaciones (v. 6). Confiamos en la verdad de que somos “protegidos por el poder de Dios” (v. 5).
Pablo lo dijo también de esta manera: “Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no negó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también junto con Él todas las cosas?” (Ro. 8:31-32).
Al contemplar este maravilloso panorama de la obra de Dios, no debemos sorprendernos al ver las palabras que Pedro usó en nuestro versículo de hoy. Más bien deberíamos preguntarnos: ¿cómo nos sentimos frente a la obra de Dios? ¿Este “gozo inefable” describe lo que hay en nosotros?
Las buenas noticias para ti y para mí son que Dios produce esto en nosotros cuando reconocemos y valoramos cada vez más su provisión en la obra de su Hijo en la cruz, a nuestro favor y en nuestro lugar.
Pablo escribió a los Gálatas, preguntando: “¿quién los ha fascinado a ustedes?” (Gá. 3:1), porque solo un corazón fascinado por la verdad del evangelio, y que atesora no solo el mensaje sino también a la persona Jesucristo, experimenta este tipo de “gozo inefable” como una evidencia de su gracia.
Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.
