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Sabemos que las palabras de la Escritura fueron escritas o recitadas por profetas o apóstoles humanos, pero ¿son también las palabras exactas que Dios quería que se escribieran?

Sí. Si miras el libro de Hebreos, el autor se refiere al salmo 95, por ejemplo, y aplica dos autores al salmo. Primero leemos: “David dijo”, luego: “dijo el Espíritu Santo”. Ambas cosas son verdad. Hebreos acentúa la doble autoría, o la autoría simultánea, de la Escritura.

Dios siempre dice perfectamente la verdad. No puede mentir. Todo lo que las Escrituras afirman es completamente veraz. Los cristianos reconocen esta verdad, y también entendemos que si se pusieran los cuatro Evangelios uno al lado del otro, encontraríamos algunas incongruencias superficialmente. Un lector perspicaz podría preguntar: “Bueno, ¿qué sucedió aquí? ¿Pasó esto así o no?”.

Pero esta aparente incongruencia es lo que esperaríamos de cualquier recuento histórico de un evento por parte de diferentes testigos oculares. Cada testimonio ocular incluirá resumen, informe parcial, parafraseo, o una reordenación del material cronológicamente. En Mateo, Marcos, Lucas, y Juan encontramos exactamente este tipo de testimonio de testigos oculares.

¿Contienen los Evangelios contradicciones?

La primera generación de cristianos reconoció que los Evangelios no tenían la intención de ser estrictamente cronológicos.

Papías de Hierápolis, un personaje de la iglesia del siglo I, nos da una idea de los orígenes de los Evangelios. Él recuerda, por ejemplo, que Marcos escribió en su Evangelio lo que oyó a Pedro predicar. Marcos no fue un seguidor de Jesús durante Su ministerio terrenal; sin embargo, Papías dijo que Marcos registró todo lo que Pedro predicó, pero no en orden cronológico. La falta notable del orden cronológico es significativa: la primera generación de cristianos reconoció que los Evangelios no tenían la intención de ser estrictamente cronológicos. Por lo tanto, cuando los lectores modernos asumen que los Evangelios son estrictamente cronológicos, perciben “errores” en los relatos de los Evangelios. Pero estos lectores están pidiendo algo de los Evangelios que los autores inspirados nunca tuvieron la intención de proporcionar.

Compara, por ejemplo, las narrativas de la tentación en Lucas 4 y Mateo 4. Las mismas tentaciones se presentan en ambos, pero en Mateo la tentación final ocurre cuando Satanás le ofrece a Jesús los reinos del mundo en una montaña alta, mientras que Lucas termina con Satanás tentando a Jesús a saltar desde el pináculo del templo. Al elegir dos presentaciones diferentes, los escritores de los Evangelios enfatizan diferentes hechos. Mateo usa los montes como tema prominente; su Evangelio narra el sermón del monte en los capítulos 5-7, y termina en la cima de un monte con Jesús diciendo: “Vayan, hagan discípulos a todas las naciones”. Por lo tanto, Mateo también presenta la tentación final en una montaña.

Los lectores modernos no deberían exigir algo que los autores inspirados no quisieron dar.

Por otro lado, como a Lucas le preocupa la relevancia del templo a la luz del cumplimiento del nuevo pacto en Jesús, hace de la tentación de Cristo en el templo la tentación final.

Mateo y Lucas simplemente enfatizan diferentes aspectos de la tentación de Jesús. Ninguno de los dos Evangelios afirma especificidad cronológica, por lo que los lectores modernos no deberían exigir algo que los autores inspirados no quisieron dar.

Verdad ≠ Precisión: Una ilustración

Hace un tiempo, la batería de la miniván de mi esposa dejó de funcionar en el estacionamiento del supermercado. Fui en mi auto Corolla para que pudiera irse a casa con nuestros tres hijos. Me quedé con la miniván y esperé al reparador. Ahora, al contar este evento al día siguiente, pueden suceder varias cosas. Podría escribir un correo electrónico y decir: “La miniván de mi esposa se descompuso en el estacionamiento”. Al hablar con alguien, podría decir: “Lo siento, no pude asistir a la reunión. Mi auto se descompuso ayer”. A otra persona podría explicarle: “Mi esposa condujo el Corolla porque su auto se averió”.

Cientos de años después, uno podría mirar este relato y pensar que estaba intentando engañar a alguien. “¿Su esposa tiene una miniván o un automóvil? ¿Era el automóvil de él o ella, y cuál se averió?”. Coloquialmente, la palabra “auto” puede usarse para referirse a cualquier vehículo que posea una familia. Además, estamos casados, entonces lo que me pertenece también le pertenece a ella. Mi nombre está en el título de su miniván. Técnicamente, la miniván me pertenece, pero ella la maneja todo el tiempo.

Cuando observas los detalles de esta historia, parece haber informes parciales, o diferentes énfasis. Pero nadie está intentando engañar.

Esto ilustra por qué tenemos diferentes detalles en los Evangelios.

Observa la genealogía de Mateo versus la de Lucas. Mateo 1 y Lucas 3 incluyen diferentes nombres en la genealogía de Jesús, especialmente comenzando con José y las generaciones posteriores a él. Los cristianos durante los primeros años de la Iglesia discutieron estas diferencias en detalle.

Eusebio, un famoso historiador de la Iglesia que escribió a principios de los años 300, discutió varios puntos de vista, y parece favorecer el de Julius Africanus. Julius nació alrededor del 160, y cita testimonios incluso anteriores de personas que visitaron Israel y realizaron entrevistas con los descendientes físicos de los medios hermanos de Jesús. Según Africanus, la razón de esta discrepancia en las genealogías se debe a un matrimonio levirato en el linaje de José. La ley del Antiguo Testamento preveía a las mujeres viudas, una realidad que parece extraña a los lectores modernos. Si un esposo moría, su hermano podía casarse con la viuda, y los hijos de ese matrimonio continuarían con el nombre del hermano fallecido. Esta disposición creó un linaje tanto legal como biológico. Julius Africanus argumenta que hay una discrepancia en las genealogías porque uno sigue el linaje legal y otro sigue el linaje biológico.

Mira más de cerca  

Las genealogías en Mateo y Lucas ilustran dos cosas. Primero, esta complejidad es lo que deberíamos esperar de la complejidad de la vida. No debería sorprendernos que las discrepancias a nivel de superficie se aclaren mediante un estudio más detallado. Segundo, los primeros cristianos no ocultaron estas aparentes incongruencias; más bien, formularon posibles soluciones y las pesaron sobre la base de la fiabilidad y la autoridad de la Escritura.

Si eres un lector escéptico de las Escrituras, sé honesto con tus preguntas. Ora por lo que te preocupa, estudia el texto cuidadosamente, y hazle preguntas a una fuente confiable. No temas hacer preguntas honestas sobre el texto y buscar ayuda si lo necesitas.

Recuerda: Dios es un amoroso Padre celestial. Él no está tratando de engañarte u ocultar cosas, sin que escucha cuando le llamas. Él nos ha dado un relato confiable de su revelación en la historia, principalmente al enviar a su Hijo a vivir una vida perfecta y a morir en lugar de pecadores como nosotros.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
Imagen: Lightstock.
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