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Tengo 33 años y soy soltera. He querido estar casada por más tiempo del que puedo recordar. Como he luchado para llegar a un acuerdo con la idea de ser soltera por el resto de mi vida, me he unido al coro de otros que desean casarse y se preguntan, “¿Si Dios quiere que sea soltera, por qué no me ha quitado el deseo de casarme?”.

‪Algunos podrían responder a la pregunta diciendo que Dios permite que este deseo persista porque Él quiere que me case. Sugieren que si ajusto mi idea a la clase de hombre con el que pudiera casarme o si tuviera citas a través del internet, Dios me daría un esposo. Esto puede no ser un mal consejo, aunque no creo que cualquier iniciativa o falta de iniciativa por mi parte está frustrando el buen plan de Dios para mi vida.

‪De hecho, es posible que Dios pueda querer para mi corazón que continúe deseando el matrimonio sin la intención de satisfacer ese deseo.

Imagen de desolación

A lo largo de las Escrituras, nos encontramos con imágenes de una novia sin un novio. En el mundo bíblico, no hay tal cosa como una vida de soltería auto-centrada, o al estilo de Sexo en la ciudad. Una novia sin un novio es un cuadro de desolación. Mira el ejemplo de Rut. Noemí de manera correcta discernió que no había futuro en el antiguo Israel para una moabita viuda. Dios en última instancia, le provee de un marido a Rut, pero antes de eso, su vida fue una de pobreza y vergüenza. Del mismo modo, en la extraña historia de la hija de Jefté (Jueces 11), el cual fue entregado a la muerte debido a la promesa irreflexiva de su padre, ella y sus amigos lloraron, no por el hecho de que iba a morir, sino  porque iba a morir virgen.

Estoy agradecida de que mi suerte no es lo que hubiera sido para una mujer soltera en la antigüedad. Puedo trabajar y mantenerme a mí misma. Puedo tener propiedades. No tengo que depender de hijos que me apoyen financieramente en la vejez.

Sin embargo, todavía hay tristeza en el pensamiento de que nunca voy a dar a luz, ni a conocer el amor de un esposo. Todavía hay vergüenza en una sociedad que se pregunta “¿Qué hay de malo en ti?”, si nunca encajas con otra persona. A pesar del hecho de que estos aspectos de la soltería son dolorosos, creo que Dios tiene un propósito en ese dolor.

Cuando viene el novio

Hay otra imagen en la Biblia de una novia sin novio. Aquellos que ven a su alrededor, a su difícil situación, juzgan su abandono. Esa novia fue Israel. En el exilio, ella estaba tan desolada como una mujer sin marido y sin hijos. Pero el profeta Isaías profetizó un futuro de esperanza para Israel:

Por amor de Sion no callaré, “Y por amor de Jerusalén no me estaré quieto, Hasta que salga su justicia como resplandor, Y su salvación se encienda como antorcha. Entonces verán las naciones tu justicia, Y todos los reyes tu gloria, Y te llamarán con un nombre nuevo, Que la boca del Señor determinará. Serás también corona de hermosura en la mano del Señor, Y diadema real en la palma de tu Dios. Nunca más se dirá de ti: “Abandonada,” Ni de tu tierra se dirá jamás: “Desolada;” Sino que se te llamará: “Mi deleite está en ella,” Y a tu tierra: “Prometida.” Porque en ti se deleita el Señor, Y tu tierra tendrá esposo. Porque como el joven se desposa con una virgen, Se desposarán contigo tus hijos; Y como se regocija el esposo por la esposa, Tu Dios se regocijará por ti”, Isaías 62: 1-5.

Esta profecía representa el regreso de Dios a favor de Israel, como la venida de un novio anhelado. A pesar de que se cumplió parcialmente por el regreso de Israel del exilio, la profecía se cumplió en última instancia, en la venida de Jesús, quien se refirió a sí mismo como el novio.

Si Dios alguna vez me da un marido, voy a vivir esta imagen de alegría en el novio tan esperado. Vamos a tener una fiesta de bodas, que prefigura la cena de las bodas del Cordero (Apocalipsis 19). El propósito de mi temporada de soltería será obvio para todos los que comparten mi regocijo; hacer la consumación aún más dulce.

Pero, ¿y si nunca me caso? ¿Fallaría como una imagen del Evangelio? De ningún modo. En lugar de eso voy a vivir y morir como un retrato de lo que la iglesia está destinada a ser ahora. Jesús advirtió que habría un tiempo entre su ascensión y su retorno, un tiempo de espera del novio prometido:

Los discípulos de Juan y los Fariseos estaban ayunando; y vinieron y dijeron a Jesús: “¿Por qué ayunan los discípulos de Juan y los discípulos de los Fariseos, pero Tus discípulos no ayunan?” Y Jesús les respondió: “¿Acaso pueden ayunar los acompañantes del novio mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar. Pero vendrán días cuando el novio les será quitado, y entonces ayunarán en aquel día”, Marcos 2: 18-20.

Como una cristiana soltera viviendo bajo los mandamientos de Dios, yo no tengo una vida sexual. La mayoría de nosotros no vemos esta abstinencia como una forma de ayuno, aunque deberíamos. Por la gracia de Dios, voy a ayunar del sexo hasta que Él me traiga un marido. Yo también ayuno de muchas otras comodidades que vienen con el matrimonio (junto con sus dificultades). Y si muero sin romper este ayuno, voy a morir en compañía de los fieles que se describen en Hebreos 11, de los cuales leemos: “Y todos éstos, habiendo obtenido aprobación (testimonio) por su fe, no recibieron la promesa, porque Dios había provisto algo mejor para nosotros, a fin de que ellos no fueran hechos perfectos sin nosotros”, Hebreos 11: 39-40.

El descontento santo

Si eres una cristiana que desea el matrimonio, hay muchas posibilidades de que alguien te haya citado el Salmo 37:4: “Pon tu delicia en el Señor, Y El te dará las peticiones de tu corazón”. Las personas han utilizado este verso para asegurarme que si el matrimonio es el deseo de mi corazón, entonces Dios ha planeado un marido para mí.

En una lectura atenta, es evidente que este verso no significa que Dios me dará todo lo que he pedido en oración. Esta es una promesa condicional. Con el fin de recibir los deseos de mi corazón, debo deleitarme en el Señor. Si me estoy deleitando en el Señor, ¿cuál es el deseo de mi corazón? Él lo es.

Mientras que este verso no puede prometer un fin terrenal a mi soltería, me da esperanza para tener gozo en el Señor. ¿Quiere esto decir que yo debería estar contenta con mi soltería? Yo respondería que, aunque nunca vaya a estar contenta con mi soltería, puedo conocer el gozo que vine de Dios en mi soltería. Puedo dar gracias por ello. Puedo usarlo para beneficiar a otros. Pero no voy a perder el tiempo sintiéndome culpable de que todavía deseo el matrimonio. De hecho, voy a ver el deseo insatisfecho como una parábola de la insatisfacción santa que debemos sentir hasta que Cristo regrese.

La Biblia nos dice que somos extranjeros y peregrinos en este mundo. Una persona soltera sabe lo que se siente al vivir como una persona extraña en un mundo de parejas. ¿Por qué no glorificar a Dios reconociendo que somos peregrinos, mientras le pedimos que nos haga sentir menos en casa en este mundo? ¿Por qué no vivir una vida casta con el reconocimiento de que estás encarnando la voluntad de Dios para su iglesia mientras ayunamos y esperamos a nuestro Novio? ¿Por qué no continuar orando por un cónyuge, incluso mientras te unes en las palabras del Espíritu y la Esposa que claman, “¡Ven, Señor Jesús, ven!”.

‪Nota del editor: Como es rápidamente evidente al leer la actualización de su biografía, Betsy se casó un año después y escribió sobre esto: Un día se presentó: Mi TGC historia de amor . Aunque TGC no pretende ser un servicio de búsqueda de parejas, es una historia alentadora y con mucho gusto vamos a tomar algo del crédito.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Patricia Namnún.
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