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Una de las responsabilidades más demandantes emocionalmente para un pastor es oficiar servicios funerarios, ya que no es un momento de celebración ni de entusiasmo, sino de dolor y tristeza para todos los involucrados. Sobre él recae la responsabilidad de visitar, consolar, acompañar, aconsejar, y animar a la familia de la persona fallecida, usando las verdades eternas de la Palabra de Dios. Esta labor se hace aún más pesada cuando conocemos que la persona fallecida no era creyente, y por lo tanto su destino actual no es de salvación sino de condenación.  

Sin embargo, nuestro llamado como pastores no se limita a ministrar solamente en actividades de alegría y celebración, o donde todos son creyentes. Somos llamados a ser fieles ministros del evangelio de Cristo (Col. 1:23) en todo tiempo y lugar. Y este evangelio es el único mensaje necesario tanto para creyentes como para no creyentes. En ese sentido entendemos que la Biblia no solo aprueba que un pastor participe de funerales así, sino que el ministro de Jesucristo es la persona idónea para hacerlo.

Conociendo esto, la pregunta que deberíamos hacernos es: ¿cuáles principios bíblicos debería tomar en cuenta un pastor cuando oficie el funeral de un inconverso? Además de orar y pedir a Dios ayuda en una responsabilidad tan especial, el pastor debería tomar en cuenta los siguientes tres principios:

1. Habla sobre la vida y la muerte desde la perspectiva de Dios  

La humanidad tiene falsos conceptos de la vida y la muerte. El servicio funerario es una excelente oportunidad para brindar a los presentes la perspectiva del Creador acerca de estos importantes temas. La mayoría piensa que la vida se nos ha dado con el propósito de ser felices, lograr nuestras metas, tener éxito, y morir en la vejez. Se ve la enfermedad, el dolor, la tragedia, y la muerte como estorbos o enemigos de esa felicidad o longevidad. Pero, ¿cuál es la perspectiva de Dios sobre la vida y la muerte? Un funeral de un inconverso es un momento ideal para tratar estas dos cosas:

Dios y la vida. La Palabra de Dios nos presenta la vida de una forma diferente al concepto humano de hoy en día. Dios es el Creador de la vida (Gn. 1), y a su Hijo se le describe como el autor de ella (Hch. 3:15). Por tanto, el hombre y la mujer existen gracias a Dios, y el propósito de vivir gira en torno a Él (Is. 43:7). Además, cuando Santiago se refiere a la vida, la describe como “un vapor que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece” (Stg. 4:14). En este sentido, el pastor debe llevar a los que estén presentes en el funeral a entender la brevedad de la vida, y a meditar sobre la forma y el propósito por el que están viviendo. Deberá también enfatizar que Dios es el dador de la vida; Él es el centro de la vida y por lo tanto quien establece cuándo se termina (1 S. 2:6). Al final, la vida no se trata de nosotros, sino de Él.

Dios y la muerte. La primera vez que la Biblia se refiere a la muerte lo hace con relación a la desobediencia de los primeros seres humanos (Gn. 2:17). La muerte, por tanto, es producto del pecado del hombre. Este pecado es imputado a toda la humanidad, y todos hemos pecado (Ro. 3:23, Ro. 5:14). La muerte no solo es física, sino también un estado espiritual de todo aquel que está sin Cristo (Ef. 2:1). El pastor debe reconocer el dolor, la tristeza, y la necesidad de duelo que vienen debido a la muerte, tomando como ejemplo a nuestro Señor Jesucristo (Jn. 11:33). También deberá admitir que ningún ser humano puede evitar la muerte, ni saber cuándo vendrá. Solo Dios está exento de esta regla.

2. Presenta el evangelio y cómo su mensaje brinda consolación

Somos llamados a consolar con la misma consolación que hemos sido consolados por el Dios de toda consolación (2 Cor. 1:3,4). Dios es la fuente para toda consolación, y nuestro papel como ministros de ese Dios debe incluir el consolar a los que están tristes y sin esperanza por la pérdida de un familiar o amigo. Sin embargo, la forma más eficiente y poderosa para llevar esa consolación a los presentes en el servicio funerario es presentando el evangelio de Jesucristo (2 Co. 1:5).

Es solo a través de la obra redentora de Jesús que podemos tener esperanza sobre la destrucción del pecado en la muerte. Por tanto, el mensaje del evangelio debe ser predicado de forma clara y simple para ayudar a los oyentes a entender su necesidad de Cristo. El ministro de Dios debe conocer la urgencia del mensaje de salvación y predicarlo a tiempo y fuera de tiempo (2 Ti. 4:1, 2). Cuando el pastor entiende la necesidad del evangelio de los que escuchan, razonará como el apóstol Pablo, diciendo: “Ay de mí si no predico el evangelio” (1 Co. 9:16).

Nuestra esperanza está fundamentada en la obra de Jesús, ya que Él venció el pecado y la muerte en la cruz, resucitando al tercer día. Hay esperanza en Él, porque Él es “la resurrección y la vida; el que cree en Él, aunque muera, vivirá” (Jn. 11:25). El que oye debe conocer que hay un Dios que consuela el dolor más profundo, porque Él llevó sobre sí nuestras más profundas aflicciones, dolores, y pecados en la persona del Mesías (Is. 53:4-6).

3. No hagas referencia al destino eterno del fallecido

Si bien el motivo de la reunión es la persona que murió, el servicio funerario en última instancia no es para esa persona.1 Es para aquellos que asisten al servicio. Referirnos al estado eterno del fallecido puede ser un gran error, ya que no es nuestra responsabilidad determinar ese destino. Esa función le corresponde solo a Dios. Aun cuando sepamos que la vida del fallecido no mostró ninguna evidencia de fe genuina, debemos considerar la prudencia en realizar una afirmación como esta durante el funeral del inconverso.2

Como mencionamos en el punto anterior, el evangelio debe ser central en todo lo que hablemos durante el servicio, y el evangelio dejará claro que solo aquel que cree en el unigénito de Dios, no se perderá, sino que tendrá vida eterna (Jn.3:16). Por consiguiente, nuestro énfasis no está en el inconverso fallecido, sino que apelamos e instamos a los que están vivos a que crean en Cristo para perdón y salvación.  

En resumen, el pastor debería aceptar oficiar el funeral de un inconverso ya que es una gran oportunidad para llevar consolación y esperanza a través de la proclamación del evangelio de Jesucristo. Para esto debe orar a Dios, pidiendo ayuda y asistencia de su Espíritu, y cuando esté predicando o compartiendo con los asistentes, debe hablar sobre la vida y la muerte desde la perspectiva de Dios, presentar el evangelio para consolación y salvación, y finalmente, no referirse al destino eterno del fallecido, pues el servicio es para aquellos que están oyendo.


[1] Brian Croft, Phil A. Newton, and Daniel L. Akin, Conduct Gospel-Centered Funerals: Applying the Gospel at the Unique Challenges of Death, Revised, Updated ed. edition (Grand Rapids, Michigan: Zondervan, 2014).
[2] Ibíd.

#CoaliciónResponde es una serie donde pastores y líderes de la iglesia responden a inquietudes que llegan a Coalición por el Evangelio por diversos medios, y que son parte de las inquietudes que caracterizan la iglesia en nuestra región.

 

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