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“Mucha Biblia, poco sentimiento”.

Esas fueron las palabras de aquel líder de alabanza al escuchar la música que le recomendé.

“Mucha Biblia, poco sentimiento”.

Sigo escuchando canciones llenas de la Palabra, que me apuntan directamente Dios y sus obras maravillosas. Para mí, no tiene mucho sentido: “Mucha Biblia, poco sentimiento”. ¿Es acaso eso posible?

¿Es posible meditar en los Salmos sin encontrar a hombres quebrantados y llenos de regocijo? ¿Es posible leer Romanos, llegar al capítulo 11, y no exclamar como Pablo: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios!”? ¿Es posible escudriñar las promesas de salvación para Israel en los profetas del Antiguo Testamento y no postrarte en agradecimiento al Señor?

En realidad, sí: sí es posible. Miles de personas lo hacen todos los días. Lo cantan los domingos y, lo que es peor, lo hacen diariamente en la Escritura. Leen sin propósito, para tachar un pendiente de su lista. Para calmar su conciencia. Para poder responder sin mentir cuando le pregunten,  “¿qué estás leyendo?”. Sí, leer sin que haya una respuesta de tus afectos es posible.

Pero los hijos de Dios leen la Escritura para encontrarse con su creador. Al encontrarnos con Él, somos transformados. Y el fruto es la alabanza. Una cosa lleva a la otra. No podemos separar el entendimiento de la adoración, porque adoración sin entendimiento correcto es idolatría.

Si quieres un capítulo que hable de la Ley de Dios, no hay otro como el Salmo 119. Hace unos años nos pidieron memorizarlo en el ministerio de música. Fue un suplicio para mí, porque yo no amaba la Palabra de Dios como el salmista. Pero al ser confrontada con todo lo que él escribía no pude más que clamar: “Dios, dame esta clase de amor por tu Palabra”.

Vamos al Salmo 119, y veamos cuántas emociones y expresiones de los afectos podemos encontrar en respuesta a la Ley del Señor. Solo una probadita:

  • Gozo: Me he gozado en el camino de tus testimonios, más que de toda riqueza. (vs. 14)
  • Regocijo: Me regocijaré en tus estatutos; no me olvidaré de tus palabras. (vs. 16)
  • Quebranto: Quebrantada está mi alma de desear tus juicios en todo tiempo. (vs. 20)
  • Adoración física: Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos que amé, y meditaré en tus estatutos. (vs. 48)
  • Consolación: Ella [la Palabra] es mi consuelo en mi aflicción, porque tu dicho me ha vivificado. (vs. 50)

Te aseguro que en los 126 versículos restantes encontrarás unas cuantas más.

Si no amas la Palabra de Dios lo suficiente para cantarla y que tu alma se regocije o se quebrante, algo anda mal. ¿Crees que alguien puede expresarse mejor acerca de Dios que el mismo Espíritu que inspiró la Palabra?

Los sentimientos no son malos, Dios nos los dio. Pero debemos recordar que nuestro corazón puede ser engañado muy fácilmente. Por eso tenemos que sujetar nuestra alma a la Escritura. Si el fin de nuestra música es el despertar de emociones en lugar de exaltar al Dios de la Biblia, no estamos adorando al Dios de la Biblia.

Que nuestras canciones sean llenas de la perfecta Palabra de Dios, y que nuestra alma se regocije al entender cada vez más las maravillas que se encuentran en la Escritura.


Imagen: Lightstock
Una versión de este artículo fue publicada en Los Cristianos También Leen
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